Los mitos que han ‘taponado’ a la provincia de Darién

Actualizado
  • 31/03/2014 02:02
Creado
  • 31/03/2014 02:02
87 kilómetros  interrumpen la comunicación terrestre entre los dos países y el Continente. 

La posición del presidente Ricardo Martinelli sobre la conexión por tierra de Colombia y Panamá se reveló en Costa Rica, a solo cuatro semanas de haber asumido su mandato.

Esos días, el mandatario asistía a la Cumbre de Tuxtla. La tarde del 30 de julio dijo: ‘Propongo una nueva ruta, que no sea el tapón de Darién, para unir a Centro y Sur América. Se trataría de San Blas, en las costas panameñas’.

El presidente explicó que las autoridades colombianas habían solicitado en reiteradas ocasiones a Panamá que abriera el denominado ‘tapón’.

A su regreso a Panamá, tras los cuestionamientos de ambientalistas, dirigentes de la sociedad civil y líderes políticos, el presidente cambió de idea.

‘La mayoría de los panameños no queremos que se abra el tapón del Darién’, dijo, y anunció que la consulta la decidirían los panameños en un plebiscito.

El referendo nunca se hizo. Martinelli, como para cerrar el tema, declaró: ‘Habrá un momento en que el país deberá tomar una decisión al respecto’.

LA HISTORIA Y LA AYUDA QUE NUNCA LLEGÓ

El historiador Omar Jaén Suárez relata que el miedo de unir las dos naciones y el continente nació de los próceres de la Separación de 1903.

‘Vivían con el temor de la reconquista y difundieron una imagen de su patria ancestral muy negativa y distorsionada . En los textos escolares se presentó el período colombiano como espantoso’, relató.

Así se vivió durante las primeras tres décadas de la vida republicana. En 1930, se añadió otro elemento: la fiebre aftosa que acechaba del otro lado de la frontera.

‘En la década de 1950, la unión por carretera del continente americano era un desafío. Intrépidos exploradores como Tomás Guardia Fábrega, Amado Araúz y Edwin Fábrega Velarde recorrieron el trazado vial propuesto’, explica Jaén Suárez, también diplomático y geógrafo.

El tema de la carretera llamó la atención más allá de las fronteras de los países involucrados. ‘Estados Unidos se comprometió en 1970 a sufragar dos tercios del costo del proyecto. Pero la concertación de los Tratados Torrijos-Carter consumió los esfuerzos de Panamá en su política internacional y nunca se logró que los estadounidenses cumplieran con esta promesa’, explicó el diplomático.

Jaén Suárez añadió que la narcoguerrilla y la delincuencia común han sido explotadas por diversos grupos, como ganaderos temerosos y políticos inescrupulosos, que impidieron el funcionamiento, en la década de 1990, de un transbordador marítimo entre Colón y Cartagena.

EL TAPÓN INVISIBLE

José Raúl Mulino, ministro de Seguridad, a diferencia del presidente Martinelli, ha mantenido su interés por el tema. Al incorporarse al gabinete, Mulino declaró: ‘No es tan tapón porque no exista una carretera. La prueba es que hoy todavía tenemos presencia del Frente 57 de las FARC dentro de nuestro territorio’.

A mediados de 2012, Mulino explicaba que la zona era utilizada para el paso de cubanos que venían de Ecuador y tenían como destino Estados Unidos. En 2011 se detuvo a 400 cubanos en suelo darienita. En el primer semestre de 2012 esa cifra alcanzó los 1,200.

Ese mismo año, Javier Carrillo, director del Servicio Nacional de Migración, calculó que por semana ingresaban por esa frontera entre 40 y 50 ilegales.

‘La zona boscosa que nos une a Colombia jamás será un tapón porque lo malo siempre salta las murallas’, corroboró a La Estrella de Panamá Rogelio Cruz, exprocurador General de la Nación.

Cruz reconoció que hasta hace relativamente poco y solo tras el incremento de la violencia en la frontera con Costa Rica, el de Darién era el límite más peligroso del país.

‘Las cosas cambiaron. La violencia que azota a Chiriquí nos muestra que todos los espacios fronterizos son peligrosos. Que tengamos bosques o no, no garantiza seguridad’, concluyó.

BALANCE

El tapón de Darién no parece una garantía de seguridad para el territorio panameño y ha representado pérdidas a Panamá en diferentes aspectos.

Hasta tres en concreto, según Omar Jaén.

‘Hemos perdido la capacidad soberana de decidir sobre el interés nacional y no por impulso de extranjeros con recursos extraordinarios (ambientalistas, gobiernos y organizaciones), hemos perdido la oportunidad de oro de desenclavar y desarrollar el Darién y hemos perdido la capacidad de convertirnos en un verdadero cruce de caminos, para sacar provecho al 100% de nuestra posición geográfica’, detalla.

Por su parte, el coronel retirado Rubén Darío Paredes, conocedor de la zona, considera que Panamá no está preparada para abrir el tramo carretero. ‘Tenemos que implementar un plan de desarrollo para Darién y luego pensar en abrir la puerta. Hay que consultarle a los 60 mil darienitas; saber qué piensan ellos’, dijo.

Jaén Suárez defiende que con el Canal se utiliza el 25% de nuestra posición geográfica y con la ampliación se aumentará a 50%. La otra mitad solo se alcanzará cuando se logre atravesar el país por carretera’, desde Costa Rica hasta Colombia.

El ‘tapón’, apuntan los expertos, ya no es un obstáculo geográfico, pero sí para el desarrollo del país.

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