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- 16/10/2014 02:00
Rara vez una sugerencia de un editorial, aunque se trate del prestigioso diario norteamericano The New York Times, implicaría por si sola un giro en la política exterior de Washington. Pero como se trata de una voz autorizada y sensata que le pide al gobierno de Obama poner fin a más 50 años de embargo y enemistad entre Cuba y Estados Unidos, el editorial ha replicado con fuerza en la sociedad estadounidense y en la comunidad internacional. Además, el editorial expresa los mismos argumentos que desde hace un tiempo, vienen exigiendo numerosas personalidades en EE.UU. que están presionando por una revisión de las relaciones con La Habana. ¿Qué explica estos recientes cambios en la opinión pública estadounidense?
En primer lugar, el tiempo. Luego de medio siglo de bloqueo a Cuba, que supuso un gran sufrimiento al pueblo cubano que sobrevive en medio de duras carencias económicas, el embargo se convirtió hoy en una medida ‘arcaica e inútil’, dijo otro editorial del Le Monde Diplomatique, (09.2014). También ‘ha dejado de cumplir su función’, dice en su último libro autobiográfico la exsecretaria de estado, Hillary Clinton, quien ahí mismo confiesa: ‘le recomendé al presidente Barack Obama que reconsidere nuestro embargo contra Cuba’.
El embargo fue impuesto contra Cuba en 1962, dos años después del triunfo de la revolución socialista. Ha sido endurecido con varias normas, especialmente la denominada ‘Ley Torricelli’. hoy ha auto-bloqueado al gobierno de Obama pues se trata de una medida que responde a otros tiempos, otras ideologías y en este siglo interfiere en las relaciones con América Latina. El bloqueo pretendía aislar a la isla, pero los hermanos Castro siguen en el poder y transformaron el embargo en una herramienta política con el que han venido excusando el fracaso económico del sistema cubano. O como dice el editorial del diario newyorquino, ha justificado ‘los errores de Fidel y Raúl Castro’.
Según el New York Times, la Cumbre de Las Américas con sede panameña debería servir de plataforma diplomática para comenzar un cambio. Las voces críticas contra la invitación panameña, no han hecho efecto en el nuevo gobierno de Juan Carlos Varela, que ha advertido que es importante para la mayoría latinoamericana la presencia de Cuba en la cumbre, relevante coyuntura internacional que podría dar un vuelco a la política exterior panameña y a la historia de América si facilita un acercamiento entre Obama y Castro. Ninguno de los dos ha confirmado aún su asistencia.
América Latina, con gobiernos de izquierda, ha cambiado y endurecido su posición a favor de ponerle fin al aislamiento cubano. El embargo tiene a Estados Unidos absolutamente aislado en la Asamblea General de la ONU, donde el 29 de octubre de 2013, 180 países votaron abrumadoramente contra la desacreditada política estadounidense contra Cuba. Contrario a lo que se espera, EE.UU. ha aprobado nuevas y muy diversas regulaciones contra La Habana. Contradicciones que no se van a resolver fácilmente.
Pero ninguna de estas razones parecen determinantes para producir un cambio. Es la apertura a las inversiones extranjeras iniciadas en Cuba. El presidente cubano ha flexibilizado las normas de comercialización y ha abierto las puertas a países como Brasil y la Unión Europea. No obstante ha sido el acercamiento reciente de China y Rusia a Cuba lo que alertó a EE.UU. que los cambios no pueden seguir esperando. El riesgo de Obama, de persistir en la parálisis diplomática sobre el embargo pese a la prerrogativa del Ejecutivo para hacer modificaciones sin la aprobación del Senado, sería ver a Cuba mucho más lejos de EE.UU. y más cerca de Moscú y Beijing.
ANÁLISIS