Rebelión contra el imperio y sus efectos a largo plazo

Actualizado
  • 26/02/2017 01:00
Creado
  • 26/02/2017 01:00
Los norteamericanos manipulaban la resistencia guna hacia Panamá, actuando como su hermano mayor protector

Los gunas, el estado nacional y los norteamericanos en 1925.

El 21 de febrero se cumplieron 92 años de la llamada Revolución de Tule, en realidad una rebelión contra las presiones del estado hacia los gunas para controlar el territorio, asimilar su población a la cultura nacional (el modelo en ciernes), y dar concesiones a empresas bananeras bajo la figura de granjas agrícolas.

MISIÓN Y VISIÓN DE FLACSO

La Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) es un organismo regional, instituido por la UNESCO para impulsar y satisfacer necesidades en el conocimiento de las Ciencias Sociales.

El Programa FLACSO-Panamá busca dotar a la población de análisis sobre los principales problemas que la aquejan, y contribuir con las estrategias de programas de solución.

La rebelión fue la primera de dos grandes incidentes que ocurrieron en 1925 que puso en jaque al gobierno de Rodolfo Chiari, en su primer año de gestión.

La segunda fue la huelga inquilinaria de octubre. En ambos sucesos hubo muertos. Y en ambos, la presencia norteamericana fue un factor. En el primero, como agente contribuyente, en el segundo como agente regulador.

Mientras tanto, desde 1923 se planteaba las negociaciones del proyecto de tratado de 1926 que murió en su cuna, gracias a una delación anticipada que alarmó al país.

LA REBELIÓN EN LAS DECISIONES DEL ESTADO

La rebelión debe considerarse como uno de los hitos importantes en la evolución de las relaciones entre el Estado y las comunidades indígenas del país, no obstante que el foco fue la región de San Blas, hoy, Guna Yala.

En otras partes, he sostenido que las élites políticas desde entonces aprendieron a negociar y gestionar estrategias dirigidas a cooptar a los líderes gunas sin pretender usar la fuerza u otros medios impositivos (hasta recientemente).

En 1930, 1938, los gunas obtuvieron el reconocimiento de sus tierras colectivas mediante una reserva indígena, primero y luego la figura de comarca, pero aún dentro de los esquemas en que el Estado mantiene la nuda propiedad del territorio sobre el cual ejerce soberanía (en una época en que el garante era los Estados Unidos de Norteamérica).

Tal reconocimiento por supuesto se logra mediante la suave presión norteamericana que se había comprometido con los líderes gunas para esa gestión.

Los norteamericanos manipulaban la resistencia guna hacia Panamá, actuando como su hermano mayor protector.

Y los gunas aprovecharon bien esa relación pero además gestionaron su diplomacia política de transacciones con Demóstenes Arosemena para lograr la ley de 1938.

Esta ley ampliaba el territorio reclamado en 1930, pero dejando áreas pendientes.

En otras palabras los gunas nunca fueron agentes pasivos de concesiones del Estado. Lo obtuvieron en el pulseo conscientes de la debilidad del Estado frente a otro poder, el norteamericano.

LA REBELIÓN Y LA ANTROPOLOGÍA

La rebelión (o su noticia internacional), atrajo la atención de un famoso antropólogo sueco de entonces, Erland Nordenskiold, que visita al país en 1927 (la primera de un antropólogo profesional) y que logra obtener de los gunas información amplia sobre su cultura, tradiciones, historias orales, de primera mano y luego mediante un método de intercambio epistolar con los asistentes de Nele Kantule, como Guillermo Hayans, Rubén Pérez Kantule, con la colaboración de algunos de sus estudiantes, Nils Holmer y Henry Wassen. Holmer trabajó como lingüista y Wassen como etnólogo. El trabajo de estos investigadores crea una corriente de interés de antropólogos, incluyendo norteamericanos, que empiezan a converger en el país y en Guna Yala desde los años 40 y luego a finales de la década de 1960, contribuyendo a presentar una imagen de los gunas como un grupo muy eficiente en la defensa de su territorio así como organizado sociopolíticamente. Algo poco común en el panorama histórico de los pueblos indígenas de América.

POLÍTICOS NACIONALES Y LA POLÍTICA NORTEAMERICANA

Por su parte, los políticos nacionales desarrollan estrategias (en un contexto de país débil, con la presencia norteamericana a cruce de calles), para favorecer el proceso de asimilación de la cultura por medios relativamente pacíficos, a través de la introducción de las escuelas y facilitando algunas condiciones de auto control político en la región que no confrontara la soberanía nacional.

En la década de 1930 y en la siguiente, los gunas llegan a acuerdo con el ejército norteamericano para permitir que gunas de la región trabajaran por cuotas en los campamentos militares de la zona del canal; con las bananeras de Bocas del Toro, con iguales reglas de trabajo temporal; y, con el gobierno nacional, el reconocimiento de un Congreso General guna bajo el liderazgo de tres sáila dumagan que permitiera la interlocución con el Estado.

EVOLUCIÓN DE LAS ESTRUCTURAS POLÍTICAS GUNAS

Estos avances se confirman en 1953 con la aprobación de su Carta Orgánica, normas de gobierno interno, aprobada por ley por el Estado. Desde entonces, la región atravesó por un periodo de evolución sociopolítica más armónica con el Estado, durante el cual sólo las comunidades que lo deseaban aceptaban la introducción de escuelas, cuyo sitio y estructura eran construidas por las comunidades a cambio de un canon de arrendamiento.

A finales de la década de 1967 un congreso general acepta la introducción de las escuelas en la región. Aún así, hubo comunidades que retardaron la decisión. La última, lo hizo cerca de 2005.

EDUCACION, DEMOGRAFÍA Y MIGRACIÓN

Este proceso implicó la escolarización sistemática de las últimas generaciones, el distanciamiento de la población joven de la cultura tradicional, al mismo tiempo que generó expectativas socio económicas que sólo podría satisfacerse migrando a la ciudad.

En las tres últimas décadas, los censos nacionales registran crecimiento casi nulo en la comarca, a pesar de que en su conjunto los gunas pasaron de 61,000 hasta 80,000, en el 2010, indicando que cerca del 50 por ciento de la población guna en total, incluyendo los de Madugandi, Wargandi y Tagar gun Yala (en total no mayor de cinco mil personas), vive fuera de la comarca de guna Yala, especialmente la gente entre 14 y 35 años.

LOS CAMBIOS CULTURALES Y EL FUTURO

Estos cambios conllevan procesos nuevos en la región, la dependencia de la población de la fuerza de trabajo que está fuera y la producción disminuida de alimentos locales substituida por productos externos.

La vieja guardia de dirigentes tradicionales, sobre la cual se basaba la cultura guna, desaparece paulatinamente mientras se rompen los lazos de comunicación entre ésta y las nuevas generaciones, ahora modernizadas y dispuestas en un camino nuevo de exploración cultural como socio político.

Una generación de nuevos dirigentes, principalmente profesionales y urbanizados, substituye paulatinamente a la vieja guardia custodio de la tradición, pero se resiste a retomar el control productivo de la región. Estos son los saldos de un proceso exitoso de defensa del territorio y la cultura, de posicionamiento político y cultural.

Esperamos que se produzca un despertar de ese proceso y se genere un camino de aprovechamiento productivo de la región sin perder lo que legaron los abuelos de la rebelión.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus