Conociendo al genio veragüense

Actualizado
  • 02/06/2017 02:03
Creado
  • 02/06/2017 02:03
Ulises Núñez Garzón, el panameño graduado con el mayor índice de la ingeniería Aeroespacial en Georgia Tech, era muy inquieto

A ‘Ulisito' se le habían cerrado todas las puertas. Las tres universidades de Estados Unidos que lo habían aceptado esperaban que la Senacyt (Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología) le aprobara una beca. Era 2012, su último año del bachillerato.

Puede aplicar el próximo año, le dijeron en la Senacyt cuando el joven preguntó por qué le negaban apoyo siendo primer puesto de honor y aspirando a una carrera que no se dictaba en las universidades panameñas, dos de los principales requisitos para la aprobación del financiamiento.

‘Lo veo en Estados Unidos, poniendo en práctica todo ese conocimiento que ha aprendido porque él será un trabajador del mundo',

ULISES NÚÑEZ (PADRE)

COMERCIANTE

‘No voy a perder el tiempo, voy a la Tecnológica', le comunicó a su padre, Ulises Núñez. Ir estudiar a la capital para alguien que no tiene familiares en la ciudad no es sencillo. Ulises padre viajó y comenzó a tocar las puertas de los apartamentos de las torres cercanas a la Universidad Tecnológica.

Pasó todo el día tocando puertas. Unos le abrían y le decían que no podían darle hospedaje a su hijo. A las ocho de la noche, abordó a una familia y le explicó la situación. Aceptaron darle hospedaje por el mes y medio que estudió ingeniería electromecánica, recuerda el padre.

Casi se trunca el sueño de ‘Ulisito', que quería estudiar ingeniería aeroespacial. ‘Tener un hijo así, decidido, inteligente, y no poder pagarle los estudios que quiere es muy doloroso. Cuando Senacyt nos dijo que no podía darnos la beca, unos días antes de Navidad, quedamos en cero', comenta el padre.

LO PERDERÁ TODO...

Aquel estudiante que lloraba cuando no ganaba cinco, tenía mal comportamiento en el salón. Su maestra de primer grado, Berta González, lo recuerda muy inquieto y adelantado para su nivel de estudios: cuando llegó, el niño ya sabía leer y escribir, agrega.

La docente dice que no le costaba aprender y se desesperaba cuando los otros niños no terminaban rápido.

El padre cuenta que su hijo aprendió a leer viajando a la ciudad. Veía los letreros y preguntaba ‘¿Qué dice ahí, papá?', y luego repetía y repetía hasta memorizarlo correctamente.

Mirando las tiras cómicas, aprendió inglés, apunta su padre, que cuando fue a matricularlo para segundo o tercero, no recuerda con exactitud el año, la secretaria del director del San Vicente de Paúl, uno de los mejores colegios privados de la provincia, le dijo que querían hablar con él.

-Su hijo es muy buen estudiante, pero se porta mal. Hemos tomado una decisión: si no mejora, lo expulsaremos y usted perderá el dinero de la matrícula y todo lo que ha invertido en libros y uniformes, resumió el director.

Los padres se reunieron con el hijo, que de lunes a viernes permanecía con la madre en la comunidad de La Mata y los fines de semana, en San Martín, con el papá, y le explicaron el ultimátum del director. ‘De ahí en adelante, todo fueron elogios, elogios y elogios', recuerda su papá.

EN EL FONDO DE LA PISCINA

Cuando tenía dos o tres años, Ulises padre llevó al niño a la capital, a una fiesta de la empresa que representaba en Veraguas. La celebración era en un hotel cercano al Aeropuerto de Internacional de Tocumen, con piscina.

-Esta es la tuya, le indicó el padre al niño, y aquella es para los grandes.

Ulises no se explica cómo el chico terminó en la piscina de adultos, que estaba bastante distante.

-¡Se cayó un niño en la piscina!, se oyó repentinamente y el padre corrió a toda velocidad al auxilio de su hijo, que ya había sido rescatado del fondo del agua.

La maestra Berta lo recuerda en el patio de la escuela, tirando piedras y palos a todo el que se le acercaba. Ella lo había ‘regañado' porque quería que un compañerito terminara la lección al mismo ritmo suyo para poder salir a jugar.

El cambio de actitud en el alumno depende en gran medida del docente, considera la educadora que actualmente es supervisora del Ministerio de Educación en Veraguas.

Para la maestra, que cuando cursaba los primeros años de primaria aprendió a ordeñar vacas, la convivencia con los estudiantes es clave en los casos de conducta difícil. ‘Es la única forma de conocerlos bien', expresa la educadora.

EL EJEMPLO

‘Ulisito' tuvo muchas dificultades y logró salir adelante, éste es un gran ejemplo para todos los jóvenes de la provincia que tienen grandes metas, comparte la docente, que recuerda cuando ella caminaba casi media hora para ir a recibir las clases en una escuela multigrado.

COMER Y LLORAR

En 2013, el entonces vicepresidente de la República, Juan Carlos Varela, visitó Georgia Tech (Georgia Institute of Technology), su alma mater en los estudios de ingeniería. Durante ese viaje, cuenta Ulises padre, Varela conoció que un estudiante veragüense había sido aceptado en ese centro universitario, pero no habían tenido más señales de él.

A su regreso al país, Varela se comunicó con un miembro del Partido Panameñista en Veraguas y le preguntó si conocía a los familiares de aquel estudiante. Tras la respuesta afirmativa, concertaron una cita en solo dos semanas en un hotel de la avenida Balboa.

-Ulisito habló con Varela durante más de una hora, recuerda el padre. El entonces vicepresidente de la República los invitó a almorzar para darle una noticia. La fundación de la familia le ofrecía una beca completa para los estudios en Georgia Tech. El padre lloró igual que cuando su hijo ocupó el segundo lugar en premedia, solo por unas milésimas.

La excelencia en las notas la mantuvo a lo largo de la carrera en Georgia Tech. La única B que tiene en sus créditos la ganó durante el primer año; las demás, son todas A.

Sobre el costo de la carrera, Ulises calcula que la fundación pagaba $60 mil por semestre, solo para los estudios. Sumando otros gastos, la ingeniería aeroespacial podría costar el medio millón de dólares.

La beca de la fundación terminó el 6 de mayo, cuando ‘Ulisito' recibió el diploma y Ulises padre volvió a llorar al verlo empuñando la bandera panameña. Cinco meses antes, en diciembre, le había contado, vía telefónica, que tenía dos caminos, aplicar para una beca de doctorado o trabajar como ingeniero. Dice que la suerte volvió a estar de parte de su hijo y le otorgaron la beca para el doctorado, que aunque es por menos tiempo, piensa que costará igual que la ingeniería.

La apuesta de ‘Ulisito' lo llevará lejos, afirma el padre. La carrera que escogió su hijo no tiene demanda en el país. ‘Lo veo en Estados Unidos, poniendo en práctica todo ese conocimiento que ha aprendido, porque él será un trabajador del mundo. Eso lo tengo clarito', dice desde un restaurante en Santiago, no tan lejos del barrio de San Martín, donde el pequeño jugaba con los vecinos.

‘Cuando lo vi con la bandera en la mano, lloré, y muchos amigos de todo el país me han contado que también los hizo llorar. Ulisito se ha convertido en un orgullo nacional', concluye el padre frente a una taza de café y dos teléfonos móviles donde guarda las fotografías más significativas del ya ingeniero aeroespacial, que espera el inicio de su doctorado haciendo prácticas en una fábrica que hace ‘pájaros de metal' para llevar hasta 290 personas en sus ‘estómagos'. ¡La Boing!

EXPERIENCIA

Los años de estudio, en sus propias palabras

‘Georgia Tech me empujó a trabajar más duro de lo que creía', confesó Ulises el sábado 6 de mayo, día en que recibió su diploma de ingeniero aeroespacial, al grupo panameño que lo acompañó a la ceremonia.

Fuera del ámbito académico, al ‘genio' veragüense le gusta el deporte. ‘El fútbol es simplemente impresionante', comentó sobre los juegos que se celebraban en la universidad.

‘Estudiar Ingeniería Aeroespacial es una tonelada de presión', reconocía el también ganador de la medalla de oro en las Olimpiadas de Física durante sus años de bachiller.

‘Nunca pensé que mis sueños pudieran cumplirse de una manera tan inesperada, pero a veces es así como suceden las cosas, lo que me hace estar aún más agradecido', apuntaba el joven al que su maestra Berta recuerda como un pequeño que no paraba de preguntar y preguntar.

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