Thelma King, la líder más controversial de los 60

Actualizado
  • 27/01/2019 01:00
Creado
  • 27/01/2019 01:00
Los reaccionarios la llamaron ‘la Reina Roja', la ‘seguidora número uno de Fidel Castro en Panamá' y la acusaban de distribuir fondos de gobiernos comunistas para armar una revolución. Ella siempre lo negó

La diputada, periodista y abogada Thelma King fue una de las líderes políticas panameñas más importantes y controversiales de las décadas del 50 y 60. Su personalidad chispeante, vivaz y atrevida cautivó a las personajes más poderosos de su tiempo, entre ellos el embajador de Estados Unidos en Panamá (1959-1963) Joseph Farland, quien la describió como una persona ‘muy influyente', que circulaba libremente en los círculos de poder, ya fuera su embajada, la dirigencia comunista o entre políticos, periodistas e intelectuales.

En un mundo dividido por la Guerra Fría, su negativa a ser encasillada en una ideología y su determinación de ser libre para pensar y elegir sus propias batallas no fueron siempre bien entendidas.

Para algunos sus métodos fueron poco ortodoxos, pero su voz enérgica siempre tuvo una buena causa: la dignidad de la patria y mejores condiciones de vida para los más olvidados de la sociedad.

PRIMEROS AÑOS

Thelma King (TK) nació el 31 de enero de 1921 en la ciudad de Panamá, de una familia de orígenes raciales mixtos. Su madre era de ascendencia jamaiquina. Su padre, de ascendencia inglesa.

Recibió una educación muy disciplinada y, como muchas de las mujeres de su época, estudió magisterio, lo que no le impidió activarse en la política desde muy joven.

A los veinte años (1931), fundó el Grupo Juvenil Independiente. En diciembre de 1945, junto con algunos jóvenes inspirados en el movimiento Acción Comunal, intentó tomar el Cuartel de la Policía Nacional en la ciudad de Colón, como paso previo al derrocamiento del presidente Enrique A. Jiménez. El golpe fracasó y seis personas murieron. TK fue arrestada y enviada a la cárcel de mujeres, acusada de alterar los poderes constituidos. Posteriormente, se benefició de un perdón expedido por el Poder Ejecutivo.

No era la primera vez ni sería la última en que dormiría tras las rejas. En 1941, ya había estado presa, acusada de ‘nazi'. Por tercera ocasión sería detenida en 1955, a raíz del asesinato del presidente José Antonio Remón.

El 2 de enero de 1955, formaba parte del grupo de amistades que acompañaba al presidente Remón en su palco del Hipódromo Juan Franco, cuando el mandatario cayó víctima de los disparos. Asustada, TK se refugió en el baño. Al ser interrogada por la policía, se encontró un arma de fuego en su bolso, por lo que fue detenida por unos días como precaución.

DIPUTADA Y AMIGA DE CASTRO

En los años siguientes, hizo amistad con Fidel Castro, una relación que llegó a ser tan estrecha que en 1960 fue invitada a las celebraciones del segundo aniversario de la revolución y sentada en la mesa principal durante la cena de gala. Se dice que en aquella ocasión se reunió con Castro durante ocho días seguidos.

Para entonces, ya TK había obtenido su título de derecho y era diputada por la Coalición Patriótica Nacional, en representación de la comunidad colonense. Fue la única mujer que obtuvo un escaño en las elecciones de mayo de 1960.

Como diputada, TK dio mucho de qué hablar. Con su tono de voz enérgico y su palabra inteligente, llegó a dominar muchos de los debates de la Asamblea.

En diciembre de 1961, cuando el presidente Roberto Chiari pidió a la Asamblea Nacional el voto para romper relaciones diplomáticas con Cuba, ella se negó. Si Estados Unidos mantenía relaciones con la Unión Soviética, ¿por qué Panamá se iba a ver obligada a romper relaciones con Cuba?, preguntaba TK.

En 1962, pocos días antes de ser inaugurado el puente Thatcher Ferry (nombre escogido por los estadounidenses, que lo habían construido), ella presentó una ley a la Asamblea Nacional exigiendo a los panameños que lo llamaran Puente de las Américas.

Cuando el 29 de octubre de ese año se ondeó por primera vez la bandera panameña al lado de la estadounidense en el Edificio de Administración de la Zona del Canal, tras largas negociaciones entre los gobiernos de John F. Kennedy y Roberto Chiari, a TK tampoco le gustó: ‘El presidente Chiari nunca debió haber ondeado la bandera de Panamá junto a la de Estados Unidos. En la Zona del Canal debe haber una sola bandera. La panameña'.

PERIODISTAS NORTEAMERICANOS

Su valentía para desafiar los poderes establecidos y las convenciones de la época fascinaron a la prensa estadounidense. Los corresponsales de las principales agencias noticiosas norteamericanas desfilaban por su oficina y los reportajes sobre TK veían la luz en centenares de periódicos en esta época.

Los periodistas la describían como una mujer de cuarenta y tantos años, alta, dinámica, de fiero temperamento y destacaban con admiración su inteligencia, su personalidad abierta, su amabilidad, amplia sonrisa y sentido del humor. Pero los artículos que escribían eran mayormente propaganda y en ellos se le representaba como símbolo de ‘la gran amenaza comunista', que se iba infiltrando con gracia en las posiciones de poder. ‘Es alguien a quien no se debe subestimar'.

Uno de los aspectos más llamativos de las entrevistas que le hacían era su ocurrente sentido del humor, con el que trataba de sorprender y retar.

En una ocasión pidió que no le tomaran fotos con el cigarrillo en la mano, porque su mamá ‘no sabía que ella fumaba'.

Cuando la tachaban de sediciosa y le echaban en cara su participación en el golpe de Colón, en 1945, ella respondió: ‘En 1945 era inexperimentada. La próxima vez lo haré mejor'.

‘¿Es usted comunista?', era la pregunta de rigor, a lo que ella respondía: ‘Por supuesto que no'. Pero añadía enseguida: ‘Los comunistas son hábiles. Nunca reconocerán que lo son'. ‘Si llegara un gobierno comunista, yo sería la primera en ser enviada al paredón porque no tolero que nadie me diga qué pensar ni qué decir ni cómo actuar'.

Cuando le preguntaban de qué había conversado con Krushev y Fidel Castro, durante sus giras en la Unión Soviética y Cuba, respondía: ‘Nada especial. Fueron visitas sociales'.

Ante los cuestionamientos de cómo podía ser tan amiga del embajador estadounidense en Panamá Joseph Farland, y de Fidel al mismo tiempo, ella contestaba: ‘Yo no tengo ideología. Yo creo en lo que la gente puede hacer. Si una persona es valiente, yo la admiro'.

Pero tampoco le faltaban pepitas en la lengua para asegurar que a Panamá le hacía falta una revolución. Tenía la convicción de que los problemas de América Latina no podían ser resueltos en unas elecciones. ‘Los oligarcas lo controlan todo. Será necesario hacer una revolución y mantener una dictadura por un tiempo'.

De la revolución cubana, le gustaba la reforma agraria y las cooperativas agrícolas. No aprobaba las limitaciones a la libertad de prensa ni de pensamiento.

Ella deseaba para Panamá una revolución como la de la República Dominicana, decía, en la que no mediaran órdenes de la Unión Soviética o de Estados Unidos.

SOBERANÍA TOTAL

‘Nuestro objetivo es la completa soberanía sobre la Zona del Canal. Tal vez podemos dejar que los estadounidenses contribuyan por algunos años más a la operación del Canal (mientras nosotros los panameños nos formamos), pero en la Zona deberá ondear una sola bandera, la panameña. El idioma oficial deberá ser el español; todas los autoridades deberán serán panameñas y no deberá haber un gobernador americano en la Zona del Canal. A eso me refiero con completa soberanía', dijo en una entrevista en junio de 1962.

Cuando los periodistas le preguntaban si no temía que la actitud intransigente de los panameños hiciera a los estadounidenses construir un canal en otra parte, ella respondió: ‘Todos los países del mundo sobreviven sin tener un canal. Nosotros tendríamos que buscar otra forma de ganarnos la vida'.

9 DE ENERO

Durante los sucesos del 9 de enero de 1964, TK cubrió en vivo los acontecimientos desde ‘Radio Tribuna', haciendo un llamado a los panameños a acudir en la defensa de los estudiantes panameños que se enfrentaban a los zonians. Más tarde, ante la falta de acción de la Policía Nacional, arengó para que la gente fuera a pedir armas a la Presidencia de la República. De hecho, se formó una marcha que llegó hasta el Palacio de las Garzas y fue recibido por el presidente Chiari, quien rechazó la petición.

En mayo de 1964, volvió a correr como candidata a diputada, pero en esta ocasión no logró obtener la curul. Sin embargo, ya en agosto de ese año estaba China, representando a la Federación Panameña de Trabajadores y transmitiendo las aspiraciones panameñas de descolonización.

En 1967, desarrolló una intensa campaña en contra delos Tratados Robles Johnson, a los que consideraba más negativos que los de 1903.

GOBIERNO MILITAR

A pesar de sus llamados a una revolución, siempre se opuso al gobierno militar que tomó el poder en 1968. El 28 de febrero de 1970, fue detenida por las unidades de la Policía Nacional y exilada a Lima, Perú. Su estación de radio ‘La Voz de Colón' fue clausurada. Su hija fue arrestada y su apartamento, saqueado.

Regresó al país en abril de 1978, pero entonces ya había cambiado. Estaba cansada. En los años sucesivos, prefirió mantener un perfil más bajo, dedicándose a escribir columnas de opinión en las que intentaba animar a los panameños a superarse.

‘La lucha no debe ser por dinero. Sino por la grandeza nacional', decía.

Sus columnas en los diarios La Hora y La Prensa , antes y después del exilio, respectivamente, fueron un llamado permanente a la conciencia nacional de los panameños.

De acuerdo con un artículo publicado en un diario de la localidad, en las últimas columnas se veía cierta frustración por lo que consideraba la indolencia generalizada. ‘La tarea que me he impuesto de trabajar por un Panamá mejor, se pierde en el vacío de la desesperanza…' ‘Creo que atravesamos por una etapa de la vida istmeña en que la miseria moral ha llegado a sus últimos extremos… Es ridículo querer cambiar a un país que parece dichoso con su trágico infortunio'.

Murió el 17 de diciembre de 1993.

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