La miope visión de la APEDE para el 2050

Actualizado
  • 21/04/2019 02:02
Creado
  • 21/04/2019 02:02
Sin menospreciar algunos de sus aportes, es una propuesta sesgada que representa de manera desproporcionada los intereses del sector económicamente dominante del país

El enfoque general de la Visión País 2050, documento publicado por la Asociación Panameña de Ejecutivos de Empresa (APEDE) y avalado por el conjunto de los gremios empresariales del país, representa un viaje hacia el pasado, hacia los tiempos que en la economía reinaba plenamente el llamado consenso de Washington. Este, a decir del Joseph Stigliz, ganador del Premio Nobel de Economía en el 2001, no es más que un conjunto de políticas basadas en la ideología de libre mercado que está al servicio de los intereses de las corporaciones.

FUNDAMENTALISMO A LA CRIOLLA

Es así que en la página 14 del documento se afirma, como línea estratégica, que Panamá debe ser ‘un país de libre mercado'. Se trata de un concepto ideológico, que propone que se debe optar por una economía en que el único regulador sea el mercado, de manera que el Estado debe abstenerse de toda intervención independiente. Esto explica que en la página 15 se insista en que el Estado debe ser ‘lo más pequeño posible.'

Esta visión de la economía contiene diversas fallas conceptuales. La primera oculta un hecho que es reconocido hasta por la llamada corriente principal de la teoría económica: para que el mercado genere los resultados que plantea la ideología del libre mercado debe existir la competencia perfecta. Esta implica un conjunto de condiciones que nunca existen en la realidad: agentes económicos perfectamente racionales; la presencia de un gran número de oferentes y demandantes, de manera que ninguno puede influir sobre los precios; bienes y servicios homogéneos, es decir sin ninguna diferencia de marcas o de cualquier otro tipo; libre entrada y salida de todos los mercados; la existencia de información completa y simétrica para todos los agentes económicos.

A esto, en segundo lugar, hay que añadir otras condiciones que, según Arrow y Debreu, serían necesarias para que el funcionamiento del mercado asegurara los dos llamados teoremas del bienestar. Estas son: ausencia de externalidades, es decir plena igualdad entre costos y beneficios privados con los costos y beneficios públicos; mercados completos (que incluirían a los que teóricamente deberían existir para todas las transacciones entre todas las generaciones, pero que resultan prácticamente imposibles); derechos de propiedad totalmente definidos sobre todos los elementos, incluyendo los que tienen que ver con el medio ambiente y la ausencia de bienes públicos.

Hace ya bastante tiempo que la teoría económica reconoció que la ausencia de un número importante de las condiciones antes señaladas da lugar a las llamadas fallas de mercado, es decir de situaciones en que el resultado del sistema de precios genera situaciones que no aseguran el bienestar de la población. Estas, desde luego, deben ser enfrentadas por medio de las políticas públicas. Stiglitz, en su ya clásico libro Economics of the Public Sector , apunta a las que tienen que ver con las fallas de competencia, la necesidad de bienes públicos, la ausencia de importantes mercados, las fallas de información, el desempleo, la inflación y los desequilibrios, incluyendo los distributivos.

Es claro, por ejemplo, que la Gran Recesión de 2008, fue provocada por la falta de una correcta regulación de los mercados financieros, así mismo, para dar otro ejemplo, es claro que el simple funcionamiento del mercado, tal como realmente existe, no es capaz de resolver automáticamente los problemas vinculados con la carencia de equidad social y la pobreza.

LAS CAUSAS DEL FUNDAMENTALISMO

Ahora surge una importante pregunta: ¿Cuál es la razón por la que un documento como la Visión País 2050 se apega, pese a todo lo anterior, al fundamentalismo de mercado? Una razón podría ser la presencia de un sesgo ideológico. Sin embargo, en las actuales circunstancias, con los resultados de la aplicación de este enfoque a la vista, esta no parece ser la explicación fundamental, sobre todo si se tiene en cuenta que hasta Hayek, padre de la llamada ‘corriente libertaria', reconoce, aun cuando de forma marginal, la posible existencia de fallas de mercado.

La causa debe buscarse en otro lugar. Este, a nuestro juicio, se encuentra en los intereses materiales de los sectores que se expresan en el documento bajo análisis. La lectura del mismo muestra que la visión fundamental se dirige a vaciar al Estado en un doble movimiento que potencie los beneficios y la acumulación de riqueza de los mismos.

En primer lugar, tras la idea de las llamadas asociaciones público - privadas se busca abrir nuevos campos de acumulación para el capital privado, por medio de actividades que previamente realizaba el Estado. En el caso de la educación, para dar un ejemplo, el documento propone que se deben ‘fomentar alianzas público – privadas para reducir las barreras y favorecer el que las empresas privadas puedan invertir en la construcción, equipamiento y gestión de la educación…'. Se trata, además, de mecanismos pensados para que los capitales privados manejen la capacidad pública instalada. Es así que, nuevamente para ejemplificar la situación, el documento propone en relación a la salud que ‘también se podrían promover otras modalidades de asociación público – privadas que deriven en un mejor aprovechamiento de la capacidad instalada y de los recursos humanos disponibles'. No se tiene que hacer un gran esfuerzo mental para vincular esta idea con la propuesta de la Cámara de Comercio de dividir la Caja de Seguro Social en dos.

En segundo lugar, la ideas de las asociaciones público – privadas se entienden como un mecanismo destinado a penetrar al Estado en su propia capacidad de diseñar y poner en práctica políticas públicas. Nuevamente para ilustrar esta idea, se puede señalar que la Visión 2050 propone que se debe ‘impulsar la incorporación del sector privado en la elaboración de planes, programas y proyectos, desde la Secretaria del Gabinete Social, utilizando la experiencia previa de trabajo en mesas con el sector privado'.

Lo anterior se complementa con una visión que reduce la capacidad de contratación del trabajo. El documento bajo discusión no solo establece el objetivo de ‘modernizar el Código Laboral, sino que propone el criterio que guiaría tal reforma, afirmando que la legislación laboral tendría que estar ‘centrada en el individuo'. Con esto se borrarían todos los derechos vinculados con las llamadas relaciones colectivas de trabajo, incluyendo la capacidad de los trabajadores de organizarse para defender colectivamente sus intereses a través de diversos mecanismos, que incluyen la contratación colectiva.

UNA CONCLUSIÓN NECESARIA

A final de cuentas se puede concluir que la Agenda País 2050 de la APEDE es, sin menospreciar algunos de sus aportes, una propuesta sesgada que representa de manera desproporcionada los intereses del sector económicamente dominante. Hace falta, entonces, que los sectores sociales trabajen urgentemente en su propia agenda de país. Solo a partir de ahí se podrá realizar un verdadero diálogo nacional.

‘Hace falta, entonces, que los sectores sociales trabajen urgentemente en su propia agenda de país. Solo a partir de ahí se podrá realizar un verdadero diálogo nacional'.

JUAN JOVANÉ

MISIÓN Y VISIÓN

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