Hacia el perfeccionamiento de la democracia

Actualizado
  • 27/06/2020 00:00
Creado
  • 27/06/2020 00:00
Es la más usual y controvertida definición de la República; se distingue como arcadia para unos y tugurio para otros. Es una verdad a medias, porque la República antes que geografía económica, con paralelos contradictorios, constituye un solemne compromiso. El estudio continuado de este compromiso, engendrado de misiones y responsabilidades, debe constituir el papel cardinal de todos los panameños, sean de arcadias o tugurios.

La creciente participación popular en el debate político es un fenómeno latinoamericano. Es, también, una prueba del desarrollo de la democracia. En un régimen totalitario las sucesiones del mando no están determinadas en las urnas, sino en la voluntad de los golpistas, generalmente en contubernio con poderosas fuerzas económicas.

Hacia el perfeccionamiento de la democracia

La participación popular per se no es garantía de la estabilidad democrática. Esa participación, en solitario, siempre se enfrenta al peligro de los brotes totalitarios. De allí que se hace imperativa la unidad de las fuerzas políticas democráticas que constituyen el tradicional vehículo de la participación popular. Si las fuerzas políticas democráticas no estimulan ni patrullan la participación popular, las fuerzas antidemocráticas podrían aprovecharse de las nuevas inquietudes políticas.

Lo trascendente en la América Latina de hoy es la polarización social de las fuerzas en pugna. Se plantea un nuevo panorama y se exigen nuevas soluciones y nuevas prácticas. Lo refrescante es que en casi todos los países la lucha por el poder se da en la vía electoral y no en la insurreccional. Esta realidad es fruto de la democracia imperante.

Lo inteligente es que las dirigencias políticas locales, sobre todo las opositoras, analicen sus propias realidades internas; allí escasea tanto el espíritu de lucha como la comprensión del protagonismo popular. Sin ese espíritu y sin esa comprensión, los pueblos podrían encontrar vías que sustituyan los tradicionales moldes democráticos. Uno de ellos podría encontrarse en el ejercicio de la democracia directa, fundado en el principio de que el pueblo es la fuente del poder público.

Se puede advertir en esta fórmula otro peligro que enfrenta la democracia, porque la participación popular podría caer en un populismo mesiánico y anárquico sin controles. Se romperían los principios clásicos de la democracia, como el que abona la garantía de la alternancia y la vigencia de reglas de juego dialogadas y engarzadas en un estado de derecho.

Lo que debe entender la clase política latinoamericana es que el movimiento popular tiene su polarización y su personalidad y que solo puede abanderarlo, sin que peligre la democracia, aquella fuerza que consagre todas sus luchas al perfeccionamiento de la democracia participativa. Para tal efecto, debe existir un programa incluido en la ley que contemple ordenadamente la participación popular en la toma de las decisiones partidaristas y también la participación popular, libre de ataduras, en la estructuración de toda política de Estado.

La democracia participativa rompe las tradicionales camarillas como actores troncales en las decisiones políticas. Las primarias, por ejemplo, constituyen un avance, pero en el sistema chileno encontramos el perfeccionamiento de las primarias en pro de una auténtica democracia participativa. Lo que significa que las dirigencias deben estudiar el sistema chileno. El primer elemento garante de la supervivencia de la democracia se encuentra en la unidad. Las fuerzas políticas más significativas que padecieron o se desencantaron de la dictadura pinochetista, unieron sus fuerzas. El segundo elemento lo constituye el renunciamiento a todo predominio partidario o personal. El tercer elemento, el más elaborado y democrático, es hacer descansar en una primaria amplia e interpartidarista el escogimiento del candidato presidencial de todos los partidos opositores. Los presidentes que ha tenido Chile luego de la dictadura de Pinochet han sido escogidos conjuntamente por las bases, unitariamente, de todos los partidos políticos coaligados. Sin la concertación nacional y sin la primaria presidencial, única, Chile estuviera viviendo con presidentes vinculados históricamente a la dictadura.

De modo que en Chile se han dado los pasos efectivos en defensa de la democracia participativa y tales pasos relegan a los golpistas y a los populistas de izquierda o de derecha. Sin esos pasos, los pueblos frustrados podrían ser víctimas fáciles de las tentaciones totalitarias o anárquicas.

El caso panameño es digno de un comentario. Se equivocan quienes piensan que entre nosotros no se puede dar un protagonismo político-social al margen de los partidos políticos. Pero si el fenómeno aún no se ha dado, las dirigencias actuales deben analizar lo que ocurre en la América Latina. Ese análisis podría desembocar en la aceptación de nuevas colectividades políticas y, en lo que atañe a las fuerzas políticas existentes, en la incorporación en su sistema de las prácticas democráticas de los partidos democráticos chilenos.

En el intento de esa unidad practicada en Chile y de esa primaria global saltarían en fuga, sin duda, las primeras liebres, pero con las fuerzas que queden se crearían las condiciones para programar el perfeccionamiento de la democracia. Si se logra establecer que el candidato único de la oposición panameña para 2009 debe ser escogido en primarias por las bases de todos los partidos, no cabría duda que el triunfo de esa fuerza electoral estaría razonablemente asegurado.

En política, sin embargo, nada está inexorablemente previsto. Pero a nivel de los pueblos, nada es tan contagioso como las experiencias triunfales de otros pueblos. El protagonismo popular que vive la América Latina, tan polarizado, puede hacer su nido en nuestro país y todos debemos tomar posiciones para que las fuerzas tradicionales apegadas al statu quo y el nuevo protagonismo popular se encaucen en los moldes de la democracia participativa, como en Chile.

Artículo publicado originalmente el 20 de enero de 2007.
Hacia el perfeccionamiento de la democracia
FICHA
Un vencedor en el campo de los ideales de libertad:
Nombre completo: Carlos Iván Zúñiga Guardia
Nacimiento: 1 de enero de 1926 Penonomé, Coclé
Fallecimiento: 14 de noviembre de 2008, ciudad de Panamá
Ocupación: Abogado, periodista, docente y político
Creencias religiosas: Católico
Viuda: Sydia Candanedo de Zúñiga
Resumen de su carrera: En 1947 inició su vida política como un líder estudiantil que rechazó el acuerdo de bases Filós-Hines. Ocupó los cargos de ministro, diputado, presidente del Partido Acción Popular en 1981 y dirigente de la Cruzada Civilista Nacional. Fue reconocido por sus múltiples defensas penales y por su excelente oratoria. De 1991 a 1994 fue rector de la Universidad de Panamá. Ha recibido la Orden Manuel Amador Guerrero, la Justo Arosemena y la Orden del Sol de Perú.
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