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Migrantes persiguen sus sueños en medio de la mortífera pandemia de la covid-19
Actualizado
- 16/02/2021 00:00
Creado
- 16/02/2021 00:00
Hombres, mujeres y niños de distintas partes del mundo retan a la muerte en el tapón de Darién, en el intento por alcanzar una vida más digna
La pandemia de la covid-19 no ha doblegado los sueños y esperanzas de los migrantes, que luchan por alcanzar un mañana mejor donde no haya hambre.
Mujeres, hombres y pequeños niños siguen cruzando la inhóspita selva darienita, exponiendo la vida por picaduras de insectos, mordeduras de serpientes, robos, violaciones y falta de agua para llegar a su destino: el norte de América.
Las imágenes del fotógrafo Daniel González parecen decirlo todo: no le temen a la mortífera pandemia, que ha acabado con la vida de cerca de 6 mil personas en el país. A ellos se les observa sin mascarillas, en grupos de varias personas, sin guardar la distancia de los dos metros recomendada por las autoridades de Salud. Las casitas o carpas de colores improvisadas para pernoctar están muy cerca, mejor dicho apiñadas.
La apertura de las fronteras panameñas, después de meses cerradas para reducir los contagios de la covid-19, provocó una avalancha de migrantes. En octubre de 2020, las autoridades reportaron la presencia de más de mil migrantes en la provincia darienita.
La semana pasada otro grupo de 287 llegó a Bajo Chiquito, un remoto caserío indígena panameño situado a orillas del río Turquesa, muy cerca de la frontera con Colombia. Después de haber sorteado los peligros de la espesa selva, esperan cumplir con una cuarentena de 14 días para emprender nuevamente su camino en condiciones inaceptables: sin dinero y algunos debilitados y enfermos por las largas caminatas que les impone la selva.
Todos los años, miles de migrantes son movidos por traficantes de personas desde el sur y con destino al norte de América, provocando una crisis humanitaria que parece no tener fin.
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