La no-sorpresa de las recientes elecciones políticas en Italia

Actualizado
  • 16/10/2022 00:00
Creado
  • 16/10/2022 00:00
Aun si los italianos han votado por Giorgia Meloni, esto no significa que deseen un retorno al fascismo. A parte reducidas franjas de violentos nazi-fascistas, la gran mayoría de sus votantes han “querido creer y esperar”. Solo eso. Que no es poco
La no-sorpresa de las recientes elecciones políticas en Italia

Las recientes elecciones italianas y la apabullante victoria de la extrema derecha son uno de aquellos acontecimientos para poder utilizar trilladas frases del tipo: “crónica de una derrota anunciada”… o “Yo se lo había dicho” … No era necesario ser profeta o finísimo politólogo para predecir lo que pasaría en las urnas. Era suficiente seguir y evaluar los acontecimientos de los últimos años, sin dejarse confundir por las declaraciones “de fachada”, o de comodidad, de los líderes políticos.

Las fuerzas y los partidos de izquierda italianos son seguramente responsables de errores “históricos” que aquí sería muy largo y complicado analizar, pero hay también errores recientes de muy fácil lectura.

En el pasado mes de julio, el Senado le quita la confianza al gobierno técnico de Mario Draghi, el llamado ”Super-Mario” por su comprobadas capacidades técnico-financieras mostradas a lo largo de una brillantísima carrera que lo llevó a ser, entre otros, Presidente del Banco Central Europeo y Director Ejecutivo del Banco Mundial. Teóricamente, él tenía 178 votos al Senado, para seguir adelante Draghi requiere 220 votos. Obtiene solamente 93: una debacle.

Ahora, Draghi no era ciertamente, a pesar del apoyo oficial del Partido Democrático (no así de su base) un paladín de la izquierda ni mucho menos… pero, en esta coyuntura, un acuerdo entre el Partido Democrático (PD) y el Movimiento 5 Stelle (M5S), colocado más hacia la izquierda bajo la presidencia de Giuseppe Conte, hubiera podido salvar al gobierno y conducirlo hacia políticas sociales más favorables a los sectores oprimidos por una situación económica ya intolerable. El acuerdo, definido “difícil” por el Presidente Letta del PD, al final no se hace. No hay duda que esa decisión ha sido crucial para llevar al triunfo Giorgia Meloni.

Un breve paréntesis sobre el Movimiento 5 Stelle: nacido como movimiento populista, sin una ideología clara, con reivindicaciones genéricas, un discurso político pobre y esquemático, “dirigentes” de notable ignorancia política y no sólo, obtiene sin embargo un éxito arrollador en su primera postulación, votado fundamentalmente por jóvenes y personas de todas las edades cansadas de los políticos tradicionales.

Rápidamente, puestos en posiciones de responsabilidad, empiezan a mostrar sus incapacidades. Los votos tan fácilmente ganados se pierden a la misma velocidad. El movimiento se fractura, se pierde en su incoherencia. Sin embargo, eliminado el inconsistente Luigi Di Maio, bajo la presidencia de Giuseppe Conte, el M5S va definiendo más su ideología y su posición a favor de una mayor equidad social, resultando una fuerza con la cual todo movimiento de izquierda debería dialogar y tomar en consideración. Cosa que hasta el momento la dirigencia del PD no ha hecho. (El único político de espesor que ha entendido el M5S es Pierluigi Bersani, muy estimado y amado por los más serios militantes de izquierda).

¿“Astro naciente” o “Estrella fugaz”?

La necesidad de ese fallado acuerdo se nota porque, en muchos colegios electorales, la suma de los votos del PD y M5S hubiera sido superior a los votos de la coalición de derecha, porque eso sí, la derecha ha estrechado bien su alianza Lega-Forza Italia-Fratelli d'Italia, o sea Salvini-Berlusconi-Meloni. Eso a pesar del fastidio evidente, tanto de Salvini como de Berlusconi, hacia el “astro naciente” Meloni.

Astro naciente que probablemente no tendrá larga vida, porque el centro-derecha ya gobernó Italia (del 94 al 96, del 2001 al 2006 e del 2008 al 2011) y nada bueno nos podemos esperar. Además, las roborantes y rimbombantes promesas de la campaña electoral –de las cuales pueden encontrarse gustosas burlas en el web- chocarán contra la dura realidad del aumento del combustible, los efectos desastrosos de la guerra en Ucrania, los millones gastados en armamentos, las deudas que hay que pagar…

En las ciudades italianas ya se están viendo los efectos: se preanuncia un invierno al frío, y en los supermercados los precios aumentan día a día; muchas pequeñas empresas ya están cerrando porque no pueden costear el aumento del costo de la energía.

Pero ¿porqué…por qué…?

Ciertamente, es impactante que el mismo pueblo que en 1920, con una clase obrera combativa y firme en sus valores éticos y políticos, fue a un paso de llevar a cabo una revolución socialista; el mismo pueblo que fundó un partido comunista (1921) que llegó a ser el más importante de Europa; un pueblo que combatió heroicamente el fascismo, ahora se deja confundir por un partido cuyo líder no esconde su ideología de derecha extrema, muestra simpatías por regímenes no democráticos, y convence un electorado, poco reflexivo por cierto, que sus enemigos son los inmigrantes (aquellos pobres desgraciados que huyen de regímenes de terror) los creativos y los intelectuales, los “diversos”, los “vagos” que reciben subsidios de ciudadanía.

Ciertamente, este idilio está destinado a quebrantarse frente a la imposibilidad, por parte de los sindicados, de mantener “la paz social” cuando la ola irrefrenable de la crisis económica y los desastres provocados por el apoyo total e insensato a Zelensky, dejará a muchos sin trabajo, o en la mejor de la hipótesis con un poder adquisitivo mermado en una tercera parte; asistiendo, por otro lado, al aumento exponencial de las ganancias de contados sectores productivos / grupos financieros.

Además de otros errores tácticos, los partidos de izquierda han decepcionado su base traicionando ideales de paz y solución política de los conflictos, por la falta de un rol diplomático activo y no totalmente servil hacia los EEUU.

Aun si los italianos han votado por Giorgia Meloni, esto no significa que deseen un retorno al fascismo. A parte reducidas franjas de violentos nazi-fascistas, la gran mayoría de sus votantes han “querido creer y esperar” que esa política fuertemente “patriótica y tradicional” pueda conducir al país fuera de la crisis económica y garantizarle un trabajo estable. Solo eso. Que no es poco (ni fácil, ni posible…).

La reducción de los impuestos –promesa central de la campaña electoral- chocará contra las reacciones de los mercados, los inversionistas internacionales y el ojo vigile de Bruxelles… Si no se impulsa el crecimiento económico y la ocupación, no se puede enfrentar el tema de la disminución de las desigualdades.

Los sindicados y los partidos deben regresar como diría Brecht a “las relaciones de producción”, a las clases sociales, porque quedando en el campo de los impuestos, y regalando bonus y subsidios, se cambian solo momentáneamente las situaciones de necesidad.

Tanto es así, que también para la derecha ganadora de la contienda electoral no existen motivos de serenidad… En primer lugar, porque el primer partido es aquel de las abstenciones (un 36.09% de los habientes derecho al voto no se ha acercado a las urnas) y porque deberá enfrentar –al margen de las incendiarias promesas “patrióticas”- la guerra y la crisis económico-financiera. Y con el estómago vacío, y el frio en casa, las simpatías políticas decaen rápidamente.

En Italia hay un electorado fiel que quisiera tener una opción seria y creíble. ¿Serán capaces las cúpulas dirigentes de los partidos de izquierda de iniciar una discusión profunda acerca de las causas recientes y remotas de tal derrota? Llevando a cabo 5 años de oposición efectiva a este gobierno de derecha, dialogando con las organizaciones de bases, las fuerzas de los partidos de izquierda se pueden regenerar, de otra manera, pueden empantanarse y perderse en la niebla de la historia.

Pero, como decía Palmiro Togliatti. “Si nos equivocamos en el análisis, ¡nos equivocamos en todo!

La autora es doctora en materias literarias de la Universidad de Bologna, Italia. Ha sido docente de sociología y lengua italiana en la Universidad de Panamá.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus