Panamá y la conquista de su soberanía radial

Actualizado
  • 14/08/2022 00:00
Creado
  • 14/08/2022 00:00
Una generación de panameños debió luchar por la conquista de su espacio aéreo y su derecho a disfrutar de las ventajas de la radiodifusión
Panamá y la conquista de su soberanía radial

Se necesitaron apenas unos cuarenta años desde el momento en que el físico alemán Heinrich Hertz demostrara que las ondas electromagnéticas podían viajar en el vacío (1887) hasta que la radio alcanzara su “época dorada”, con la proliferación de estaciones independientes.

La revolucionaria tecnología fascinaba al mundo con su oferta de conciertos, disertaciones sobre temas de interés y debates sobre asuntos políticos y sociales, permitiendo incluso que quienes no sabían leer o escribir pudieran estar enterados de los últimos acontecimientos con una rapidez nunca antes vista en la historia.

Pero mientras que la mayoría de los países del mundo se subían a la ola de la revolución radial, operando al menos una estación de radiodifusión —al iniciar la década del 30, en los países desarrollados dos tercios de los hogares poseían al menos un aparato receptor— Panamá permanecía anclada en la tecnología del siglo anterior.

La radiodifusión se había estancado por efecto del Tratado Hay Bunau Varila de 1903, en el que Panamá accedía a proporcionar a Estados Unidos todos los medios para la conservación, protección y defensa del Canal. Como efecto de este tratado, al finalizar la construcción del Canal, el presidente Belisario Porras se vio forzado a firmar el Decreto 130 de agosto de 1914, que cedía al gobierno de Estados Unidos la exclusividad para “la operación de todas las estaciones radiográficas, fijas y móviles y todo lo relativo a las comunicaciones inalámbricas en territorio y aguas panameñas”.

El derecho de adjudicar licencias y permisos quedaba en manos del Comando Sur de Estados Unidos, y las primeras estaciones radiotelegráficas que operaron en el territorio fueron estaciones comerciales y militares norteamericanas (Enrique Preciado, Crónica de la Radiodifusión en Panamá).

Posteriormente, una estación de radio operaba dentro de los límites de la Zona y, aunque podía escucharse en la ciudad de Panamá, eran pocos los receptores en los hogares panameños.

Aumenta el interés en la radio

Para finales de la década del 20, los panameños se interesaban ávidamente en el nuevo fenómeno de la radio. Los aparatos receptores ya podían adquirirse en los almacenes de la ciudad, para delicia de las familias panameñas, que se reunían a escuchar la escasa programación de estaciones radiodifusoras extranjeras que alcanzaban el territorio nacional.

El control de las ondas de radio y la exclusividad de las transmisiones desde la Zona del Canal molestaba a los panameños, a medida que se iban percatando de los grandes beneficios que ofrecía este nuevo medio y la injusticia de que el país estuviera privado de ser el protagonista de sus transmisiones.

Algunos aficionados a la tecnología (Fabricio de Alba Briceño, Sebastián Allegret) se las ingeniaban para aprender por su cuenta e incluso experimentar con sus propios inventos. Según el historiador Alfredo Castillero Calvo (citado por Enrique Preciado), la primeras transmisiones experimentales ocurrieron esporádicamente durante el movimiento inquilinario en 1925.

El atraso de Panamá en el tema se convirtió en una vergüenza nacional en 1927, cuando la Unión Telegráfica Internacional aprobó un nuevo Reglamento General de Radiocomunicaciones y se negó a otorgar a la República de Panamá asignaciones alfabéticas para el uso de las frecuencias de radio, con el pretexto de que el país había cedido su derecho a Estados Unidos.

Pero con ello llegaba la toma de consciencia. Poco después, la Asamblea Nacional expedía la Ley No. 34 de 1930, por la cual adoptaba la Convención Internacional Radiotelegráfica de Washington DC. Esta ley fue acompañada del Decreto No. 175 del 1 de diciembre de 1930, que derogaba el Decreto No. 130 de 1914, que cedía a Estados Unidos el control de las comunicaciones radiotelegráficas.

Panamá intentaba asumir la soberanía radial, una iniciativa respaldada por el movimiento internacional de la radio, que reunido en Madrid, España, en 1932, proclamaba que cada estado tenía el derecho a conceder licencias para estaciones radiodifusoras dentro de su territorio.

Radio Tembleque

El entusiasmo estaba encendido cuando los pocos receptores de radio de la ciudad de Panamá empezaron a captar una señal de radio indiscutiblemente panameña que transmitía el Himno Nacional, música variada e información sobre la realidad nacional.

La señal no era estable. Iba y venía, por lo que la ciudadanía empezó a llamarla Radio Tembleque.

Poco duró la alegría del público, pues desde la Zona del Canal se apresuraron a denunciar la ilegalidad de las transmisiones, pidiendo al ministro de Gobierno y Justicia Galileo Solìs ponerles fin.

El ministro puso el asunto en manos de Aurelio Guardia, jefe de la policía, quien desmanteló la operación que se encontraba en una casa de madera en la Calle Balboa (hoy Calle Veraguas).

No obstante, los responsables de la transmisión, cuatro jóvenes panameños especialistas en radio telecomunicación —Fernando Jolly, Emérito Núñez, Félix Álvarez y Enrique Paniza— se convirtieron en los héroes del momento. Sin recursos pero con gran pericia y valentía habían armado un transmisor de un vatio y emitido una señal con la intención de ofrecer a los panameños una estación radial nacionalista.

De acuerdo con el doctor Rafael Candanedo, que ha escrito sobre el tema, la breve aparición de esta radioestación constituyó un instrumento reivindicativo de la ciudadanía panameña frente a Estados Unidos.

Gobierno de Harmodio Arias

Cuando el doctor Harmodio Arias ascendió a la Presidencia, en 1932, el interés por la radio estaba en ebullición. Como responsable de satisfacer los anhelos de las mayorías del país, al viajar a Washington en 1933, para plantear las ambiciones panameñas con respecto a un nuevo tratado del Canal, incluyó el asunto de la radiodifusión como uno de los temas a tratar.

Los esfuerzos cristalizarían en 1934, cuando paralelo al Tratado Arias Roosevelt de 1934, se firmó un convenio de radio difusión que daba la autorización al istmo para instalar emisoras en el país con las garantías de que no “constituyeran ninguna amenaza a la seguridad del Canal y de sus establecimientos adyacentes”.

El 3 de octubre de 1934, la Asamblea Nacional aprobaba la Ley No 12 de 1934, que ratificaba el convenio internacional firmado en Madrid y autorizaba al gobierno a otorgar licencias para las operaciones de estaciones radio difusoras particulares.

Inician las emisoras formales

Como correspondía, prontamente se otorgaron dos licencias para operar estaciones de radio. La primera le fue concedida a Radio Miramar, que operaría desde el Club Miramar, en la Avenida Balboa, y la segunda a La Voz de Panamá.

El 14 de diciembre de 1934 todo estaba dispuesto para la primera transmisión oficial de Radio Miramar. Se había anunciado en todos los medios informativos nacionales. La principal atracción de la noche sería la participación de la candidata favorita al concurso de Miss Panama, la señorita Cuchi Boyd.

Al momento de iniciarse la transmisión, mientras el público esperaba impaciente, apareció un funcionario de gobierno. Ordenaba que se suspendiera el acto. Las autoridades se habían percatado de que la ley de licencias no había sido reglamentada.

La transmisión en vivo del saludo de la candidata a Miss Panamá tuvo que esperar a que se firmara el Decreto No . 170, de 20 de diciembre de 1934, que reglamentaba el funcionamiento de las estaciones radiodifusoras, como complemento de la Ley 12 .

El Decreto establecía requisitos para solicitar y obtener las licencias, fijaba especificaciones técnicas y señalaba obligaciones de carácter social como prohibir la difusión de noticias falsas, pláticas, conferencias e informes susceptibles a causar, sugerir o incitar alteraciones de orden público.

Finalmente, en diciembre de 1934 iniciaron operaciones las dos estaciones que habían obtenido su debida licencia.

Una estación de radio de la época

Como consta en una nota de La Estrella de Panamá fechada en diciembre de 1934, la inversión necesaria para operar una estación de radio era entonces bastante elevada.

“Bajo la dirección de expertos ingenieros de radio han quedado ya instalados todos los aparatos que harán de La Voz de Panamá una de las radio difusoras que dejarán muy en alto el prestigio en este ramo de la industria y de la ciencia en el país”, iniciaba la nota.

“Amplios salones, magníficos micrófonos capaces de captar el más insignificante murmullo, ingenieros con largos años de experiencia, selectísima orquesta, artistas del bel canto, renombrados músicos entre los que descuellan violinistas, pianistas, etc., y cuantas personas son indispensables para hacer interesante una estación de radio constituyen hoy el personal de La Voz de Panamá”.

“Cuenta además esta estación con un ramo de expertos en la confección de anuncios, tanto en inglés como en castellano a fin de poder presentar la propaganda comercial en una forma eficaz y amena para los radio escuchas”.

La voz de Panamá emitió su primera transmisión el 25 de diciembre de 1934. Radio Miramar, una semana después.

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