• 01/03/2016 01:00

Una explicación extraña

‘Tras el balance... prevalece la tendencia a pensar que el proceso negociador, ..., estuvo destinado a cubrir señalamientos falsos...'

No ha sido posible demostrar que hubo pago de comisiones en los contratos de Panamá con Finmeccanica, ha admitido tajantemente el embajador de Panamá en Italia, Fernando Berguido, quien encabezó las negociaciones con el conglomerado italiano y que ha dado por resultado un nuevo convenio que fue anunciado la semana pasada por las principales autoridades del país. Antes, tras la comparecencia del presidente Juan Carlos Varela, se aseveró que a la empresa Agafia nunca se le pagó comisión.

Crucial señalamiento, si se considera que en la abundante literatura que se ha acumulado sobre el tema, desde 2011 y particularmente desde 2014 para acá, se había tenido a Agafia como el mecanismo mediante el cual se había hecho efectiva la coima. Ahora resulta que ni Agafia recibió pago alguno ni se puede probar que hubo pagos debajo de la mesa. ¿Entonces cómo sirve este argumento para sustentar las acusaciones de peculado o malversación de fondos?

Las acusaciones que antecedieron a este acuerdo hablaron también de lo inservibles de los 19 radares adquiridos durante la pasada administración para blindar al país en la lucha contra el narcotráfico. Pero el nuevo acuerdo admite la calidad de los radares y extrañamente sustituye la explicación por aquello de que no que no eran adecuados a la estrategia de seguridad del país. ¿Entonces por qué de los 19 radares solo se retiran 12 y los demás se quedan?

La literatura que alimentó este escándalo señaló siempre a Finmeccanica como una empresa de ribetes dudosos, implicada en una serie de irregularidades que llevaba al lector a pensar que el país se había comprometido con una banda de delincuentes internacionales. Pero a la vuelta de la nueva negociación Finmeccanica ha resultado una empresa ejemplar. ¿Cómo se explica esto? Como bien dice Ebrahim Asvat, ¿la negociación era penal o comercial?

A propósito de esto, con titular de techo se ha hablado de un ahorro de 100 millones, dentro de los cuales estarían los 38 millones que el país no pagará a Finmeccanica. Pero el nuevo contrato habla de un crédito de 29 millones de dólares, ¿por qué una empresa da a un cliente un crédito de algo? Porque hubo una compra que no se hizo efectiva, pero en lugar de devolverte el dinero, se lo dan en mercancía. ¿No es así? Entonces... ¿de qué ahorro se está hablando?

Lo menos compresible de todo esto es la situación en que queda el Ministerio Público. ¿Cómo mantener las acusaciones, si las propias autoridades han admitido que no hubo pago de coimas? Que nunca se le dio un centavo a Agafia... Extraño resulta también que un negociador como el señor Berguido olvide detalles cruciales de un evento como este. Se le preguntó por quiénes negociaron los contratos durante la pasada administración y el ahora diplomático dijo no acordarse, ¡no acordarse! ¿Cómo es posible olvidar a actores decisivos en una transacción multimillonaria como esa? ¿Cómo olvidar que esa responsabilidad quedó en manos del otrora canciller Juan Carlos Varela, ahora presidente de la República, y en la parte económica del entonces ministro de Economía, Alberto Vallarino, ahora directivo de la ACP? ¿Es posible olvidar tales detalles, sin que se perciba una intención premeditada, una burla de cinismo abierto?

Un elemento más: se van 12 de los 19 radares. Precisamente los 12 que quedaron abandonados en los hangares del SENAN. ¿No evita eso las explicaciones de por qué se suspendieron las instalaciones de esos aparatos, si como dice el oficial Laniado, en la primeras pruebas se demostró que sí servían?

Tras el balance de estos argumentos prevalece la tendencia a pensar que el proceso negociador, dirigido por Berguido, estuvo destinado a cubrir señalamientos falsos y que se debieron explicar a la empresa italiana. Por ejemplo, aquello de que los radares no servían. Jamás el Gobierno panameño hubiera podido probar tal adefesio. El retiro de los radares ahorra señalamientos y responsabilidades. Y económicamente la administración Varela podría necesitar a un nuevo Baldor para explicar estas sumas y restas, extrañas por cierto y que generan más confusión que claridad.

PERIODISTA

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