• 15/06/2017 02:01

Presidente: idoneidad y prudencia sin favoritismo

Digámoslo, pues, con sus propias palabras: ‘Bienaventurados los que lloran'.

El presidente de la República, elegido democráticamente, además de ‘jurar cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes de la República', debe, en el cumplimiento de sus tareas y de ejercer sus atribuciones, desempeñar la función encomendada con cabal sentido de responsabilidad, conciencia de la propia idoneidad y espíritu de sacrificio; debe, asimismo, entender que la posición escalada no es una canonjía ni un bien de uso indiscriminado, sino un mandato que da derechos e impone deberes indeclinables.

En consecuencia, debe proceder con ecuanimidad, juicio sereno y decisión firme en la solución de los problemas que se plantean a su personal consideración y obrar sin flaquezas ni dubitaciones, cuando se trate de reprimir la ilegalidad y castigar las violaciones de las prescripciones normativas.

No obstante, el presidente Juan Carlos Varela, durante sus tres años de gestión (2014-2017), ha demostrado un comportamiento extraño que no se compadece con los propósitos expuestos en la toma de posesión de su alto cargo: escoger colaboradores capaces, honestos y laboriosos, librándose de los males del favoritismo, de la oligarquía y el nepotismo. Varela, por sus actos y ejecutoria ha decepcionado a la ciudadanía y ha provocado el rechazo casi unánime de la opinión pública, que se manifiesta a través de los medios, sobre todo, de la TV, en sus noticieros informativos diarios, por el abuso de las facultades otorgadas (abuso del erario y del Presupuesto Nacional), especialmente en el mal uso de las partidas discrecionales, malgastando miles de dólares con fondos públicos para apoyar al jefe de Seguridad Nacional, Rolando López; al secretario de la Asamblea Nacional, Franz Wever; a un funcionario de la Presidencia, Abraham Pretto y a los diputados Vidal García y Eduardo Paz por un monto aproximado de $178 477 para practicarse cirugías y operación estética. A esto se suma, además, casi $187 000 de donación al Colegio Javier de carácter particular, por ser el colegio secundario donde estudió Varela, algunos de sus ministros y otros colaboradores del presidente. La desafortunada declaración pública de un ministro del Gabinete, ‘critiquen todo lo que quieran', no favorece al presidente Varela.

Un consejo sano al Sr. Varela: evite asumir posturas arrogantes de prepotencia y soberbia, en razón de creerse ‘dueño absoluto del Estado panameño' por el hecho de haber sido elegido presidente de la República. No permita que la soberbia lo obnubile. Soberbia es sinónimo de orgullo desmedido, excesiva estimación de sí mismo, con menosprecio de los demás. Contrarios a la soberbia, el engreimiento, orgullo, cabe sin más, el ejemplo edificante que nos ofrecen la modestia, la sencillez, la humildad, la naturalidad y espontaneidad, propios de los sabios y de los hombres cultos y experimentados.

Algo más: según la pintura más conocida sobre la fisonomía de Jesucristo, la que trazó el antecesor de Pilatos en Palestina, Publio Léntulo, al Hijo de Dios no le vio nunca reír, pero sí llorar con frecuencia. Cristo lloró sobre la tumba de Lázaro. También lloró cuando recibió el beso de Judas, más doloroso para Él que el lanzazo de Longino. Digámoslo, pues, con sus propias palabras: ‘Bienaventurados los que lloran'.

Tenga presente, también, que no existe ni ha existido jamás una religión que agrupe en su seno a la universalidad de los mortales. La fe en que cada uno ha nacido es sin duda la mejor. La única que sus acólitos juzgan verdaderamente. Para un judío, descendiente de los que apedrearon a Esteban en un suburbio de Jerusalén, la vara de Moisés es la única que posee el secreto de hacer brotar el agua de la roca.

Todas las religiones, pues, son buenas o malas, según quien la profese. La disensión, aun en materia religiosa, es un rasgo inseparable de la condición humana. Cada hombre o mujer sigue su propia creencia y tiene del mundo una concepción que le es propia. Cada cual concibe a Dios a su modo y tiene sobre la vida y la muerte una idea que puede diferir de la de otros grupos pertenecientes o no a la humanidad civilizada.

PEDAGOGO, ESCRITOR Y DIPLOMÁTICO.

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