• 22/09/2018 02:00

Afear la ciudad: otra distorsión del interés preferencial

‘[...] en otras ciudades [...] cuidan y atesoran la riqueza arquitectónica vieja, aquí tenemos un régimen impositivo que castiga [...]'

Como expuse en artículo anterior, el régimen de intereses preferenciales para viviendas de primera ocupación, es subsidio a la industria de la construcción disfrazado de subsidio a la clase media. Dicho subsidio causa perjuicio al propio adquirente de vivienda, manifestado en la pérdida de capital que debe asumir al momento de colocar su casa en el mercado. Pero esta no es la única distorsión, sino que hay otras muy nocivas, creadas por este régimen.

El régimen de intereses preferenciales, en conjunto con el régimen de exoneración de impuesto de inmueble para mejoras, funcionan como una pinza para apretar y poner en desventaja al dueño de un bien inmueble viejo existente, frente a quien construye uno nuevo. Es el equivalente de gravar los relojes de pulso con un impuesto anual de $100, a la vez que se exceptúa del pago a los relojes nuevos por un plazo de cinco años a partir de su compra inicial. El resultado sería que, a pesar de que un buen reloj de pulso puede durar toda una vida, si se les da cuidado y mantenimiento, las personas desecharían sus relojes de pulso al vencer la exoneración, para comprar otros nuevos y beneficiarse del menor impuesto. Los vendedores de relojes estarían encantados, y algunos hasta argumentarían que el impuesto estimula la economía y la generación de empleos, como en efecto aducen algunos a favor del régimen de intereses preferenciales para viviendas de primera ocupación y la exoneración de impuesto de inmuebles para mejoras nuevas.

En realidad estos regímenes de subsidios lo que hacen es destruir riqueza. El supuesto estímulo a la economía no es más que una manifestación de lo que, en el Siglo XIX, el economista francés Frederic Bastiat llamó la ‘falacia de la ventana rota'. Un niño con un ladrillo rompe un vidrio en un vecindario, y hay quienes dicen que la rotura del vidrio es un bien, porque ahora el propietario tendrá que ordenar una nueva ventana, lo que llevará a que el fabricante de ventanas tenga más dinero para gastar en comida, etc. Bastiat señalaba que la idea de que la destrucción de riqueza ya creada, al forzar su reemplazo, ‘estimula la economía' es caer en el error de evaluar un hecho solo con base en los efectos que se ven, pero ignorando los que no se ven. Bastiat señalaba que lo que no vemos es lo que habría hecho el dueño de la ventana con el dinero que ahora tendrá que gastar para mandar a hacerse una nueva. Quizás tenía planeado hacerse un traje a la medida, que ahora no podrá ordenar. Quizás iba a comprar una bicicleta para su hijo, que ahora no podrá comprar. En ambos casos, el propietario tendría el nuevo bien más la ventana, en tanto que, gracias a la rotura del vidrio, ahora solo tendrá la ventana, que igual ya tenía antes de la rotura. El sastre o el vendedor de bicicletas han perdido, pero como el evento nunca sucedió, no lo vemos. Y también ha perdido el propietario de la casa, que ahora tiene ventana, pero se tiene que privar de algo que de otro modo tendría.

Lo mismo ocurre con la ventana rota de los inmuebles ya edificados, que pierden valor por consecuencia del trato discriminatorio que reciben frente a inmuebles recién construidos. Este trato discriminatorio desincentiva la inversión en el cuidado y embellecimiento de inmuebles viejos. Esto está relacionado con el fenómeno observado en nuestra ciudad de Panamá, de que la riqueza arquitectónica de otras épocas, como es la de Bella Vista, en lugar de recibir inversión para su preservación, eventualmente ceden el paso a feas torres de vidrio de sopotocientos pisos. No es la única causa, pero el golpe doble dado por el trato discriminatorio de los mencionados regímenes impositivos, es factor importante en el fenómeno. Mientras que en otras ciudades del mundo los ciudadanos cuidan y atesoran la riqueza arquitectónica vieja, aquí tenemos un régimen impositivo que castiga al que lo haga. Así que la próxima vez que observe con dolor que en Bella Vista están demoliendo una bella casa o edificio antiguo, para levantar una de esas megatorres que afean cada vez más la ciudad, ya sabe que el subsidio a la industria de la construcción disfrazado de beneficios fiscales a la clase media, es gran responsable.

ABOGADO

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