• 23/01/2019 01:00

Jóvenes talentosos

El muchacho terminó de ensayar en su instrumento metálico. Lo guardó en el estuche; tomó este y salió de su casa para atravesar la barriada

El muchacho terminó de ensayar en su instrumento metálico. Lo guardó en el estuche; tomó este y salió de su casa para atravesar la barriada e ir en pos del transporte que le conduciría a la Fundación donde aprende teoría musical y ejecución. Esta formación le ha cambiado las perspectivas de su vida que antes ni siquiera tenía, porque en su hogar nadie se hubiera imaginado que alguien allí tendría educación en una de las áreas artísticas.

Uno de los aciertos que deja cada año el Festival Internacional de Jazz, que se celebra en la ciudad de Panamá, es el trabajo de búsqueda de adolescentes que se sientan entusiasmados y quieran dedicar su futura vida profesional en el campo del arte y que las notas, compases y tomar entre sus manos una trompeta, el violín o sentarse a un piano, sean el porvenir para dar rienda suelta a un conjunto de presentaciones, conciertos y giras con sabor a ritmo.

A pesar de algunos grandes maestros que han inspirado melodías inmortales con su composición, Panamá no ha contado con avanzados centros para forjar talentos capaces de hacer canciones o interpretar toda esa herencia que tiene el pentagrama con tanto contenido armónico que constituye formas de consolidación de nuestra cultura e idiosincrasia tropical.

La historia de muchos músicos panameños está ligada a una enseñanza o desarrollo pragmático instalados en otros países e importantes capitales. Hay quienes se establecieron en Nueva York, en Puerto Rico, Cali, La Habana, Caracas y Lima para dar concisión a sus ideas y a la imaginación, que suele convertirse en formatos que irrumpen en un escenario tradicional y lo alteran, lo modifican para crear nuevas manifestaciones.

De pronto, se supo en la urbe capitalina que un chico que se fue casi anónimo y luego de algunos años de constancia en el aprendizaje, la experiencia de notables y el ambiente cargado de buenas influencias, le hicieron saltar al éxito. Ahora, se empiezan a recoger las utilidades. Allí están los casos del propio Danilo Pérez, Roque Cordero, Claudio Vásquez, Alfredo de Saint Malo, por citar algunos.

Otros se fueron ya con bagaje y con una obra en la mochila, que les ayudó a impulsar sus arranques. Casos como Mauricio Smith, Vitín Paz, Avelino Muñoz, Louis Russell, son tan solo algunos en esta situación. El alejamiento del ‘terruño' les posibilitó ampliar sus visiones, conocer el intrincado mercado y sobre todo, la inspiración que supieron encausar hacia la producción de títulos y un equipamiento conceptual que les hizo famosos íconos.

Todo eso tiene un principio, está lleno de influjos de figuras que han fraguado una firme superficie sobre la que debe apoyarse quien desea entrar en ese mundo. La labor que en ese sentido se ha perfeccionado, abre nuevas puertas. Como diría Alejo Carpentier, ‘…Pero ahora, tras de una noche en tinieblas y llano, el suelo, por primera vez, se me levanta, se para, se detiene, me cierra un paisaje de albas... montañas'.

La educación en el lenguaje melódico requiere hacerse desde la etapa infantil, cuando se empieza a definir la personalidad. De esa manera el niño articulará su fisiología con las técnicas de manejo de las manos, los dedos, la expresión para fortalecer su cuerpo en atención a la voluntad que debe ser el contexto de su desempeño en las dinámicas del aula.

Ha surgido una novedosa fiebre generacional de convertirse en figuras trascendentes de esta carrera. Se aprecia cómo ha crecido la asistencia a centros académicos y los becados por los esfuerzos de Danilo y su prestigiosa Fundación, son frutos que florecen y rápidamente adquieren capacidades para multiplicar aquello que han aprendido. Es una ardua tarea que ofrece rendimientos a niños y jóvenes potencialmente talentosos.

PERIODISTA

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