• 27/01/2019 01:00

Gracias por su visita, S. S. papa Francisco

¡Buen viaje Sumo Pontífice! Y esperamos con ansias sus bendiciones.

Hoy debe regresar al Vaticano S. S. el papa Francisco. Los panameños nos unimos todos (iglesia, Gobierno, Comité Organizador y lo principal, el pueblo entero) para que la JMJ fuera un éxito.

¡Buen viaje Sumo Pontífice! Y esperamos con ansias sus bendiciones.

Panameños ilustres (II)

José Isaac Fábrega

Desde muy niño me di cuenta de que José Isaac Fábrega era parte integral de mi familia. Existía entre mi padre y él una amistad que con los años se fue estrechando hasta convertirse en una genuina hermandad.

José Isaac Fábrega, uno de los intelectuales más completos y brillantes que ha tenido Panamá, fue un escritor de prosa elegante, un orador de verbo elocuente y encendido, un profesional del derecho de sólido prestigio y un hombre público que ha dejado una huella imborrable por la rectitud y la verticalidad de sus principios.

José Isaac Fábrega era poseedor de un dinamismo extraordinario. Su energía era inagotable. La capacidad de trabajo que tenía era increíble. Podía dedicarle —sin ningún extenuamiento mental ni físico—, por tiempo indefinido, 18 y 20 horas continuas a la labor que en determinado momento ocupaba su atención. No creía en el descanso como fuente revitalizadora.

José Isaac Fábrega simboliza rectitud y firmeza de convicciones. Él era un estadista y prefirió dejar, aún en la derrota, el ejemplo de una campaña presidencial que constituye una de las páginas más bellas de la historia política del país.

José Isaac Fábrega amaba a la gente, gozaba de su compañía. Era un gran conversador. Sentía especial complacencia por las tertulias con un grupo de amigos; reuniones estas en las cuales, por su recia personalidad, su vasta cultura y su gran señorío, muy prontamente se adueñaba por completo de ellas.

Yo definiría a José Isaac Fábrega como el talento, la energía, la integridad y la profunda convicción moral.

Don Tomás Gabriel Duque

Conocí a don Tomás Gabriel Duque a mediados de la década del 30, siendo aún muy niño. Solía jugar golf en la vieja cancha de Las Sabanas en compañía de mi abuelo paterno, don Samuel Lewis García de Paredes. Usualmente mi hermano y yo íbamos, caída la tarde, a recoger a nuestro abuelo.

Personalmente, ya adulto, tuve la oportunidad de conocer muy de cerca a don Tomás, a partir de 1956, cuando entré a formar parte de la Junta Directiva de la Cervecería Nacional. En todo momento tenía una característica personal muy arraigada: era un gran caballero. Vestía siempre con mucha elegancia y despertaba a su paso simpatía y cariño. Fue un hombre de una habilidad extraordinaria. Mantuvo con gran tacto la unidad y la dirección de una familia numerosa y creciente.

Fue uno de los que más contribuyó al desarrollo del país en todas sus manifestaciones: comercio, industria, banca. Con su prestigio personal y su dinero contribuyó a hacer realidad muchas obras y proyectos que parecían riesgosos. La sola presencia de él daba confianza a muchos.

Tuvo cuatro cosas que eran muy apreciadas para él: La Estrella de Panamá , el Cuerpo de Bomberos, la Cervecería Nacional y su finca campestre en Chepo. Fue precisamente en una de las empresas más queridas por él, la Cervecería Nacional, donde falleció, en forma apacible, el día primero de abril de 1965, víctima de un fulminante paro cardíaco. Fue siempre un hombre muy positivo y jamás egoísta o de mentalidad pequeña.

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