• 21/01/2020 00:00

El pasillo, tesoro musical panameño

El pasillo, como manifestación musical se cultivó en regiones o países americanos, exigiendo e imponiendo espacio por su arraigo singular en cada pueblo en donde llegó para quedarse.

El pasillo, como manifestación musical se cultivó en regiones o países americanos, exigiendo e imponiendo espacio por su arraigo singular en cada pueblo en donde llegó para quedarse.

Así penetró en países como: Ecuador, Colombia, Perú, parte de Venezuela, Panamá, y Costa Rica; en donde se mantiene hasta la actualidad con características regionales propias, como sucedió en nuestro país. También tiene aceptación y éxito en México y Cuba.

El pasillo es “hijo” del vals, sin lugar a duda, pues se originó como expresión de alegría en momentos independentistas sudamericanos en las primeras décadas del siglo XIX, como una adaptación del  “vals  austriaco”; este género musical dio paso al “pasillo”, el cual sigue creciendo en la simpatía del pueblo que lo aplaude porque lo admira, lo siente y lo aprecia.

En América del Sur, al recién nacido ritmo se conoció como “vals criollo o andino”, y se extendió a finales del siglo XIX hacia  Centroamérica. Su primera escala fue  Panamá, que en ese tiempo era parte de Colombia. Se convierte en uno de los bailes de preferencia de la aristocracia tanto urbana como rural del istmo; y debido a colonos chiricanos  pasa a Costa Rica, Nicaragua y a El Salvador.

Por su parte, Colombia, le adjudicó una identidad. En el breve estudio de Juvenal Cedeño Ochoa sobre el origen, la etimología y estructura rítmica del pasillo, lo describe en su obra como: “los pasos, para dar los giros en el valse redondo, se convierten, con la velocidad imprimida, en “pasitos”, o sea, pasos más cortos, o “pasillos”, para utilizar un diminutivo más castizo”.

Ya en el siglo XIX y mediados del XX, el pasillo considerado como una especie de danza, representaba una protesta de los latinoamericanos a las políticas sociales y manifestaciones artísticas europeas. Tomando un poco del vals europeo, del bolero español, de otros elementos criollos; acercándolo a la realidad de nuestros pueblos.

Los nuevos grupos sociales necesitaban una música propia para sus salones, por lo que le dieron forma a una música que mantenía ese mismo espíritu festivo, pero con el sabor, sentimiento y delicadeza de nuestros compositores americanos.

Algunos estudiosos definen el pasillo como una pieza musical “contradictoria, tan agitada y alegre como melancólica”. En nuestro país este género musical tiene características propias, mantiene el tiempo musical ternario, es decir ¾, al cual nuestros compositores le han dado un aire propio con dosis altas de sentimiento matizando su música con variación de tonos y letras apropiadas. Es común encontrar pasillos dedicados muy especialmente a damas y al amor. El pasillo, es el más elegante de los bailes y musicalmente hablando, uno de los más complejos y elaborados géneros musicales.

Según mi concepto, el pasillo tiene dos escenarios disímiles en Panamá; el escenario de la capital en la cual se enseñorea en los grandes salones de alcurnia, interpretado con instrumentos sofisticados, con  “vientos  y  percusión”,  flauta,  clarinete,  tuba, interpretados por músicos académicos o de sinfónica. En Panamá, se han dado a conocer pasillos muy famosos e importantes nacional e internacionalmente como: “El suspiro de una fea” de Vicente Gómez Gudiño, “Brisas mesanas” de César Alcedo, “La dama de la pollera” de Eduardo Charpentier Herrera, “Colombia y Panamá” de Alberto Galimany, y muchos otros.

Otro es el escenario, es el campesino propiamente dicho, en donde este género musical se aprecia, se compone y ejecuta, con gracia, elegancia, sentimiento principalmente con instrumentos como violín, acompañado por guitarras, flauta y maracas. Es frecuente escuchar variedad de buenos pasillos en las serenatas a Santa Librada, Santo Domingo de Guzmán, a San Antonio de Peña Blanca y San Francisco de Asís en La Tiza, en la provincia de Los Santos. Es allí donde el pasillo se pavonea, lleno de altivez y es admirado por quienes lo saben apreciar y disfrutar.

El pasillo panameño mezcla dos modalidades, la cadencia y la que más gusta, el aire fiestero o campesino panameño. La habilidad y gracia del “guitarrero” y la composición de 3 partes A, B y C darán como resultado el éxito de un buen pasillo. La estructura musical se compone de la introducción, que consta comúnmente de 4, 8 o 12 compases, generalmente, en tono menor. La segunda parte del pasillo se presenta también en tono menor. La tercera o última parte; conocida como “Trío”, pasa a una tonalidad mayor.

El pasillo panameño utiliza una estructura más desarrollada, con tres y cuatro partes a diferencia de los de otros países donde su estructura es más sencilla.

A principio y mediados del siglo pasado, van apareciendo compositores de pasillos como los veragüenses Samuel Ramos, José Luis Rodríguez, Tito Escudero, Adriano “Escopeta” Rodríguez y Rafael Batista Pérez, entre otros, con sus composiciones llenas de originalidad y talento.

En Los Santos, sobresalen los pasillos de Artemio Córdoba, Clímaco Batista, José Miguel Leguízamo padre, José de Los Santos Barrios y de Celso Quintero padre; por otra parte, en Chiriquí, han destacado los pasillos de Enrique Quirós.

Podemos concluir en que el pasillo es, definitivamente, parte integral de la tradición musical panameña.

Folclorista, compositor y escritor
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