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- 23/04/2024 23:00
Costa Rica, Panamá y el contrabando que nos quita paz
Hace pocos meses, las autoridades de Costa Rica en la frontera de Paso Canoas descubrieron una “gran cantidad” de cigarrillos de contrabando. La carga ilícita venía dentro un vehículo de carga pesada con placa de circulación panameña, procedente de Panamá y con dos hombres panameños a bordo.
Una investigación posterior del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) de Costa Rica logró la desarticulación, en muy poco tiempo, de una agrupación criminal costarricense que se dedicaba al contrabando de cigarrillos y que hacía negocios con una contraparte panameña que vendía producto ilícito que salía de la Zona Libre de Colón.
Más de 11 personas han sido detenidas por este caso en Costa Rica, donde la noticia tuvo amplia cobertura en medios de comunicación. Incluso se transmitieron declaraciones de autoridades panameñas, como la fiscal segunda superior contra la delincuencia organizada, Isis Soto. La fiscal Soto afirmó al medio costarricense que el Ministerio Público tiene investigaciones abiertas que señalan que desde Panamá están saliendo cargamentos de cigarrillos de contrabando provenientes de China, Emiratos Árabes y otros países.
La cobertura de la noticia en Costa Rica fue notable, a diferencia de lo visto en medios públicos panameños. Esto es importante porque cualquier estrategia contra el contrabando debe incluir la difusión y sensibilización del fenómeno. Existe una percepción errónea de que el contrabando no afecta a nadie, lo cual ignora el daño a los consumidores, las pérdidas financieras para el Estado y la afectación a la competitividad y al Estado de derecho. Por lo tanto, el mensaje debe ser claro y ampliamente difundido: el contrabando socava nuestra paz.
Pero este caso es solo la punta del iceberg. La realidad es que el contrabando afecta diariamente a Costa Rica y a la región centroamericana; particularmente, a través de Panamá. Y no se trata solo de la venta de cigarrillos ilegales en las calles, sino de una operación mucho más grande, peligrosa, y sofisticada, que pone en jaque la seguridad de toda la región.
Los cigarrillos de contrabando en Panamá representan el 92% del consumo total debido a su precio considerablemente más bajo ($1 en comparación con $7 para una cajetilla legal). Esta actividad ilegal proporciona financiamiento rápido y de bajo riesgo a bandas criminales, permitiéndoles expandir sus redes de delincuencia organizada con facilidad, incluso en plena luz del día. Los vendedores ambulantes son solo peones en una cadena delictiva transnacional, con redes criminales detrás de ellos.
Este fenómeno no es exclusivo del istmo centroamericano; sin embargo, su posición geográfica estratégica lo convierte en un punto neurálgico para actividades de contrabando que afectan no solo al país, sino a toda la región, incluyendo destinos vecinos como Costa Rica y las islas del Caribe.
Adicionalmente, es un delito que incentiva y sostiene esquemas de corrupción, que es otro de los principales retos para América Latina. Ningún país está exento de que sus funcionarios colaboren con redes de crimen organizado para facilitar el suministro ilegal. Por ejemplo, en mi país, Colombia, el presidente anunció apenas el mes pasado la más grande operación contra el contrabando, en la cual fueron detenidos decenas de funcionarios. Es especialmente crucial para los países en ubicaciones geográficas estratégicas para el comercio ilegal, como Panamá, implementar controles y acciones necesarias para identificar esta amenaza.
Este caso por sí solo es un recordatorio del desafío acuciante del contrabando al que se enfrenta Latinoamérica. Al mismo tiempo, nos recuerda valorar y reconocer el esfuerzo que las autoridades de ambos países han realizado para lograr la incautación de millones de cigarrillos cada año. Es importante continuar trabajando y no bajar la guardia, para lograr casos como el de Costa Rica, que desarticulen estructuras de contrabandistas. Casos como el mencionado, también dan la oportunidad para que las autoridades homólogas en Panamá fortalezcan sus líneas de investigación y operaciones contra los criminales vinculados a esta cadena de abastecimiento ilícito desde la Zona Libre de Colón. Solo así se logra la disrupción de este fenómeno delictivo: afectando a diferentes eslabones de la cadena ilegal.
Por este motivo, desde Strategos BIP promovemos la Alianza COEPA y la Estrategia Triángulos, como una alianza público-privada para prevenir y combatir el comercio ilegal en Latinoamérica y el Caribe. Tras un año y medio de resultados con COEPA (Colombia, Ecuador y Panamá), he visto los beneficios de este diálogo regional, a nivel estratégico y operativo, y el valor que brindan aliados clave como la OEA DDOT, Europol, Ameripol, Interpol, entre otras. También se ha logrado un récord en incautaciones de comercio ilegal de cigarrillos en estos países.
Panamá, y por ende toda la región, está en un momento delicado. Definitivamente necesitamos políticas públicas más robustas, integrales y con una perspectiva regional y de inteligencia financiera para abordar este delito. Por último, también necesitamos recordar incansablemente a la población que el contrabando nos quita paz. No nos dejemos.