• 13/08/2022 00:00

Los julio de Panamá

Hemos visto infinidades de fotomontajes alusivas al mes de julio con el afamado cantante, en nuestro país, sin embargo, para comprender la significación de este importante mes nos remontaremos al siglo pasado específicamente a 1987, tal vez muchos de los que participan activamente desconocen los sucesos, incluso siquiera conocieron a fondo las causas que motivaron al pueblo panameño a volcarse a participar desinteresadamente a exponerse, sacrificarse incluso a ofrendar sus vidas, para aquella época.

Hemos visto infinidades de fotomontajes alusivas al mes de julio con el afamado cantante, en nuestro país, sin embargo, para comprender la significación de este importante mes nos remontaremos al siglo pasado específicamente a 1987, tal vez muchos de los que participan activamente desconocen los sucesos, incluso siquiera conocieron a fondo las causas que motivaron al pueblo panameño a volcarse a participar desinteresadamente a exponerse, sacrificarse incluso a ofrendar sus vidas, para aquella época.

Lo convulso de aquel entonces era la dictadura de Noriega y sus vínculos con el tráfico internacional de armas fomentado por el Pentágono de los Estados Unidos y los cárteles colombianos de la droga, negocios que a la fecha siguen operando después de la caída del tirano. Los que para entonces jóvenes algunos, nos dispusimos enfrentar sin mucho cálculo personal a la narcodictadura, nuestro país, pequeño en población donde todos teníamos alguna relación cercana o medianamente afín con algún miembro del gobierno militar nos lanzamos a las protestas, con el desconocimiento particular de quienes desde la esfera privada anhelaban con ímpetu volver al poder desmontados del mismo a partir de 1968, y quienes desde sus flamantes Organizaciones no desaprovecharían la oportunidad que ofrecía la coyuntura de aquel entonces para posicionarse políticamente y sacar el mayor provecho posible. Desde su casa el coronel Díaz Herrera, con su familia, pocos escoltas y allegados denunciaba valientemente a Noriega, de los crímenes cometidos inclusive el fraude electoral de 1984.

Hay que analizar bien las motivaciones y considerar que expresar sendas declaraciones ya conocidas y confirmadas por un miembro de la otrora Institución, específicamente de su Estado Mayor, tuviera la osadía de llevar a cabo dichas afirmaciones, desde nuestra humilde óptica politológica, las mismas provenían no de la venganza ni de los ánimos de ser Comandante, más bien de un acto de contrición patriótico, no todos los días nos encontramos con personas capaces de poner en peligro la vida de su familia por denunciar a los poderosos corruptos. Panamá, llena de gases lacrimógenos altamente concentrados, las latas con leyendas en azul y rojo “made in USA” esparcidas por sus principales avenidas, los estudiantes, trabajadores, docentes y pueblo en general acudiendo al llamado cívico como hoy, con calores, lluvias, sangres y detenciones, mostraban el coraje de un pueblo que luchaba por su libertad.

Ese mismo sentimiento nacionalista nos embarga hoy día, con más experiencia, más sabios menos crédulos, pero hastiados del engaño gubernamental como el que se nos vendió que con la caída de Noriega lograríamos la democracia plena y lo que vivimos es una transferencia de poder de una narcodictadura a una narcodemocracia.

Los que detentan y ostentan el poder desde la Cripotocracia o ejercicio del mismo luego de la inhumana invasión norteamericana no han descollado en fortalecer las Instituciones, producir políticas públicas de carácter social que verdaderamente logren sus cometidos sino convertirnos en un Estado clientelar, dominados, sometidos y despojados. Nuestros principales recursos puestos al servicio de quienes juraron cambiar nuestro sistema represivo lo adoptaron y continuaron con su uso.

Los hechos que acontecen precisamente producto del hastío popular es la prueba fehaciente de la reacción 35 años después ya en este siglo XXI, que no estamos dispuestos a que se nos engañe nuevamente el diálogo al cual se suman los traidores de la Cruzada Civilista ya con sus antiguos aliados de 1987, producto de la alianza de esa fecha, saben que sus bases organizacionales y el pueblo están pendiente del resultado del mismo no puede haber cabida a errores ingenuos, ni quinta columna porque sería imperdonable.

Tenemos una oportunidad valiosa no electorera, sino visionaria, nacionalista, depurada. Este mes de julio atrae como imán ese espíritu combativo que teníamos dormido y revive nuevamente en los julios de Panamá. ¡Acción!

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