• 09/12/2022 00:00

Fútbol entre potencias: ¿De dónde vienen los goles?

“Además de un rechazo rotundo a las propuestas o negociaciones de Washington, Moscú subrayó que cualquier contacto era posible bajo la condición de que EE. UU. consulte con sus socios de la OTAN”

Mientras que millones de personas centran su atención en la exitosa Copa Mundial de Fútbol, organizada por Catar, entre las potencias parece librarse una jornada intensa que, con epicentro en la guerra de Rusia con Ucrania, muestra a plenitud intereses encontrados y un agotamiento que reclama salidas urgentes.

Una visita del presidente francés, Emanuel Macron, a Washington ha servido de contexto para que el presidente Joe Biden expresara su disposición a negociar con el jefe de Estado ruso, Vladimir Putin, si este está dispuesto -dijo- a terminar la guerra con Ucrania.

Pero en un escenario como el que rodea esta guerra, que en febrero 24 cumple un año, el asunto no es la disposición, sino los términos para terminarla.

Así que habría que prestar mucha atención a las palabras de John Kirby, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, al explicar lo que Biden quiso decir: “(El presidente Biden) dijo que, si Putin estaba dispuesto a poner fin a la guerra en Ucrania, estaba dispuesto a hablar con él. Pero también dijo claramente que Putin no está mostrando ningún signo de ello. Así que, nuestra atención se va a centrar en asegurarnos de que estamos trabajando con nuestros aliados y socios, no solo para hacer que Rusia rinda cuentas, sino también para seguir apoyando a Ucrania en el campo de batalla”, señaló Kirby.

¿Y cuáles son los signos que debe mostrar Putin? Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin, ha subrayado las condiciones de Biden: “las negociaciones solamente son posibles después de que Putin abandone Ucrania". Peskov respondió que el hecho de que Washington no reconozca los nuevos territorios como parte de Rusia “complica significativamente” la búsqueda de un terreno común para el debate mutuo. Peskov dijo que era inaceptable la propuesta de Washington y subrayó que Rusia aboga por una solución pacífica del conflicto. “… para lograr nuestros objetivos, el presidente Putin estaba, está y sigue estando abierto a negociar con todo el mundo”, puntualizó.

No voy a entrar a caracterizar cada una de las posiciones, pero podría pensarse que, después de casi un año los efectos de las rigurosas sanciones económicas, y la multimillonaria ayuda militar prestada a Ucrania por Norteamérica y Europa, los efectos sobre Moscú podrían haber doblegado la voluntad rusa, pero no ha sido así.

Además de un rechazo rotundo a las propuestas o negociaciones de Washington, Moscú subrayó que cualquier contacto era posible bajo la condición de que EE. UU. consulte con sus socios de la OTAN.

Un escenario como ese deja en entredicho el impacto que han podido dejar en Rusia las sanciones y las advertencias de Occidente, y demuestra las dificultades que en un corto plazo podría tener un posible fin de la guerra ruso-ucraniana.

En medio, y contradictoriamente, amén de los avances y retrocesos que, según la prensa occidental, ha tenido Ucrania en el terreno militar en los últimos meses, parece que esta última canaliza a su favor logros significativos: una saludable publicidad mundial, asignaciones económicas significativas y una envidiable tecnología militar, sin convertirse en el factor en el que se comprometieran de forma determinante fuerzas armadas de otras naciones en su territorio, salvo -claro- el respaldo político y en ayudas de la OTAN, la Unión Europea y Estados Unidos. En febrero de este año, cuando comenzó el conflicto, lo mínimo que temía la opinión pública mundial era que la OTAN introdujera efectivos en el territorio ucraniano en defensa de ese país.

Lejos de ello, han comenzado a aflorar consecuencias que parecen recomponer posiciones, al menos en la Unión Europea. Este sábado el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, ha dicho que con esa guerra la Unión Europea sufre mucho más que EE. UU.

En una entrevista concedida a Corriere della Sera, Michel dijo que aun cuando la operación militar de Rusia en Ucrania “ayudó a fortalecer los vínculos entre la UE y Estados Unidos” y causó una “coordinación sin precedentes”, “el impacto del conflicto en EE. UU. no es similar al de la UE”, en particular, en el ámbito energético.

“Las industrias europeas pagan más por la energía y enfrentan la competencia de las norteamericanas. Países como EE. UU. y Noruega sacan provecho de los altos precios energéticos”, explicó Michel al periódico italiano y añadió que “Estados Unidos, aún bajo esta administración, percibe sus intereses económicos como la prioridad”.

¿Compartirá Emanuel Macron esta óptica y cuánto puede haber pesado en sus conversaciones con Biden la semana pasada? Porque, si bien es aceptable que para Estados Unidos sus intereses son la prioridad, también podría ser que para los europeos los suyos sean primeros, y en una agudización de las hostilidades ruso-ucraniana, las ondas de frío o de calor llegan primero al viejo continente, antes que al Potomac. (JBV)

Periodista
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