• 26/06/2023 00:00

Las cárceles de Panamá, en total abandono

“Muchos expertos en criminalística han llegado a señalar que el hacinamiento dentro de las cárceles aumenta los niveles de ansiedad y violencia”

Hace poco pude leer una carta dirigida a las autoridades del Ministerio de Educación (Meduca) por parte del grupo de docentes que atiende el Centro de Cumplimiento de Pacora, en la cual denuncian diversas anomalías que dificultan la enseñanza en dicho lugar. Es prácticamente una petición de auxilio a la cual debe dársele una respuesta inmediata para evitar consecuencias lamentables.

En dicha misiva, los docentes exponen la falta de baños adecuados en la escuela, la falta de agua segura para beber, ventiladores en los salones de clase y la carencia de un bus que transporte tanto a los colaboradores como al cuerpo docente, ya que el Centro de Cumplimiento de Pacora es un lugar bastante distante. Hace meses que el bus se dañó y sigue durmiendo “el sueño eterno”, esperando quizá un milagro de “resurrección”.

Como ocurre con la mayoría de las instalaciones de uso público, la falta de mantenimiento sigue siendo el “talón de Aquiles” para que las estructuras de las cárceles sigan ofreciendo un servicio de utilidad y sin riesgo. Es importante señalar que en el Centro de Custodia de Pacora, para los que no poseen automóvil, la travesía se vuelve muy difícil y hasta peligrosa, pues una vez termina la jornada deben salir a pie del lugar y caminar por varios minutos para encontrar un transporte que los saque del lugar.

En la carta de los docentes antes citada, también se menciona que “los estudiantes no cuentan con uniformes para estar en el salón de clases”, o sea que los mismos salen en pantalones cortos (“shorts”, tipo licra) y en chancletas, lo cual constituye una falta grave a las normas de “vestimenta adecuada en un salón de clases”. Definitivamente que este tipo de situaciones en nada contribuye al llamado proceso de resocialización, puesto que se nota a leguas que los privados de “libertad” imponen su criterio dentro del penal. Se está replicando y hasta en peor condición la conducta “antisocial” que los menores tenían en sus barrios o lugares de origen antes de ser ingresados en los diversos centros de custodia y cumplimiento.

Es importante destacar que entre el Ministerio de Educación y el Ministerio de Gobierno se han firmado diversos convenios de cooperación que buscan la reinserción de las personas privadas de libertad mediante la educación. El Meduca cumple con su parte de enviar docentes a los distintos centros penales y el Ministerio de Gobierno debe proporcionar “Transporte de ser necesario, espacio adecuado para las clases, material didáctico, seguridad a los docentes etc..”. Sin embargo, muchos de estos compromisos quedan en “letra muerta”, puesto que en la práctica no se llegan a cumplir.

En lo que va del año escolar, de acuerdo a los docentes de Pacora, se han producido cinco peleas en la escuela entre muchachos que, al parecer, tienen viejas rencillas desde “la calle” y las mismas constituyen un peligro a la integridad física a los profesores que allí laboran.

En la Cárcel de Mujeres (Cefere), hasta donde hace poco tuve la oportunidad de impartir clases, un solo salón es compartido por tres docentes al mismo tiempo, situación que no aporta nada a la enseñanza y sí contribuye a un mayor ambiente de violencia.

Muchos expertos en criminalística han llegado a señalar que el hacinamiento dentro de las cárceles aumenta los niveles de ansiedad y violencia.

De acuerdo a cifras vertidas en el año 2022 por el Ministerio de Gobierno, había una sobrepoblación en las cárceles de 7099 individuos hasta el mes de julio. En el mes de agosto de ese año se pasó de 20 091 privados de libertad a 21 113; es decir, un incremento de 1022 personas que, al parecer, sigue en esa tendencia. En una semana recobran su libertad tres personas, pero ingresan aproximadamente 10 por diversos delitos.

Esta situación no es para nada novedosa, como tampoco es nada nuevo que a ningún Gobierno parece interesarle en serio el aumento de la violencia en Panamá y las condiciones infrahumanas que se viven en los centros de cumplimiento que para nada ayudan a la “cacareada” resocialización solo para “robar cámara” o hacer “taquilla”, como ya es costumbre ver.

Sociólogo y docente panameño.
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