• 21/02/2015 01:00

Cuaresma: auténtica y profunda conversión

El carnaval y sus mil caras terminaron. Fue evidente la supremacía inevitable de las fiestas, el jolgorio, los grupos musicales

El carnaval y sus mil caras terminaron. Fue evidente la supremacía inevitable de las fiestas, el jolgorio, los grupos musicales, los carros alegóricos y los multitudinarios ‘culecos’. Además de servir como un ‘producto turístico mediático’, nos aleja de todos los reductores psicológicos y humanos que nos mantienen en contacto con la realidad. Se olvidaron, aunque sea por unos días, los problemas sociales que diariamente nos asedian, la inseguridad, la pobreza, y sobre todo los precedentes de corrupción y el robo que sin pudor de ninguna clase cometieron los malos administradores. Olvidamos, aunque sea por un momento, las ‘aterradoras’ declaraciones de los implicados en que se revela la ‘maraña’ de una corrupción rampante e impune, que inclusive, aún no nos recuperamos de los daños éticos, morales y económicos infringidos contra el Estado de derecho.

El carnaval de las mil caras ha terminado. Resultó contagioso y todos los panameños en alguna medida, fuimos actores y espectadores. Al final de las expresivas festividades, solo quedan los recuerdos de disfraces grotescos, monigotes enigmáticos, alegres tunas y sus ‘tonadas’ anecdóticas, y por supuesto, los excesos, abusos y la violencia.

Ahora bien, termina el carnaval e iniciamos a partir del Miércoles de Ceniza (40 días antes del Domingo de Resurrección) el ayuno cuaresmal. En este tiempo en que se avecina la Semana Santa, nos adentramos a la reflexión, conversión y penitencia. La Cuaresma es el tiempo litúrgico propicio para prepararnos, renovarnos y convertirnos en personas honestas, responsables y ser ‘co-creadores’ de una sociedad más justa y equitativa.

En estos tiempos de Cuaresma debemos hacer énfasis en la oración, el ayuno y el amor a los pobres. Debe observarse un cambio de actitud y una modificación de la conducta. Son tiempos para privaciones voluntarias, la oración, la abstinencia, la caridad; pero sobre todo, debe existir un auténtico y profundo deseo de la conversión personal. Pero los tiempos de Cuaresma nos deben llevar a reflexionar y meditar sobre el tipo de sociedad que queremos los panameños. Hay que comprometerse y asumir la responsabilidad en el campo social, político y económico. En fin, un compromiso con el país, la familia y la sociedad en su conjunto. No dejarse llevar por la indiferencia ante el sufrimiento y las necesidades de los pobres y marginados, debe ser un objetivo de vida en estos tiempos cuaresmales.

Sobre todo, en estos tiempos de cuaresma no podemos esquivar ni por asomo, nuestro compromiso de seguir trabajando por un país vacunado contra la mentira, el engaño, las promesas incumplidas, la corrupción y la impunidad. Y que nunca más se repitan los precedentes de malos manejos de las arcas del Estado, que tanto daño han producido a nuestra frágil y débil democracia. ¡Que así sea!

*LICENCIADO EN CIENCIAS ECONÓMICAS Y ADMINISTRATIVAS.

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