- 18/05/2013 02:00
Minicuento que ‘no es cuento’
En una importante oficina pública de muy alto nivel y de cuyo nombre no quiero acordarme aparecieron bellísimos y fastuosos proyectos de recordación histórica y proyección internacional, para realzar situaciones que a su juicio deberían superar la imagen nacional con figuras paradigmáticas; y, por otra parte, estructuras de tipo faraónico que modificaran y elevaran el aspecto aldeano de nuestras ciudades. Como es natural, en el sistema burocrático de ministerios, departamentos, servicios, secciones, autoridades y otras terminologías de irresponsabilidad funcionaria; se movieron muchos papeleos, borradores, estudios, pero siempre en el idioma vago y de presupuestos turbios que permitieran gran flexibilidad en sus ejecución. Los traslados de partidas, las asesorías, las adiciones, los alcances y otras figuras disfrazarían en forma cosméticas algunas variantes que pudieran surgir.
Nada extraordinario para los procedimientos habituales de esos menesteres. Por lo demás confidenciales, herméticos y confusos, para mantener los objetivos estratégicos mimetizados en penumbras tácticas. Como puede apreciarse, toda muy claro para ellos. El objetivo final era donar en forma tangencial, vía alterna diplomática o personal, objetos y acciones que promovieran figuras, posiciones y propuestas que superaran nombres, organizaciones políticas y hasta el país; naturalmente la meta no podía ser más altruista y beneficiosa para el nombre y propósitos nacionales. Estas figuras no era primera vez que se activaban, ni era original de nuestra creatividad criolla. Ya muchas veces se había empleado desde mucho antes, con los mismos fines y en diferentes ocasiones por distintos motivos. Circunstancias nunca faltaron: invitaciones a personajes, financiamiento de eventos, organización de congresos, siempre que se resaltara una imagen, un pronunciamiento o sencillamente se lograra una invitación. Naturalmente que todo esto significaba costos, financiamiento, regalos, viajes, viáticos y otras figuras que deberían cubrirse con la siempre habilidad burocrática y la aceptación tácita de la Contraloría. Un colaborador periférico proporcionó informaciones logísticas para el mencionado proyecto. Algunas obras de arte de supuesto dudoso gusto consideradas obsoletas, casi materiales de desecho que obstruía la vista y la correcta perspectiva que deberían ser retiradas y eliminadas de su uso habitual. Ese material ya desclasificado pasaría a reserva o depósito y descartada su utilización. En esas condiciones de abandono y desinterés pasaría al rubro de reciclaje: Lienzos de pinturas, marcos, figuras alegóricas, pedestales, luminarias, metales y todos clase de productos que podrían tener otra utilización más acordes a los proyectos de la ‘oficina’; podrían ser modificados, seccionados, divididos o transformados. En esta etapa pasarían un buen tiempo para olvidarse de ellos, estando arrumados se convertirían en un estorbo, una molestia que ameritaría cualquiera acción de descarte o limpieza que sería bienvenida. En esas circunstancias surgen las ideas de nuevas acciones promocionales por amigos, familiares, afines, etc., y qué mejor solución se propone de utilizar ese desecho inservible y molesto como materia prima o de reciclaje para ser bien utilizada con mejores propósitos. Ya antes existió la experiencia de este tipo en otras ocasiones, pues es natural y hasta recomendable la práctica de la reutilización o reciclaje de materia que terminaría en patacón.
Muy probablemente todo esto ocurría en forma automática como procedimiento regular y ni la seguridad, ni la administración reparaban en estos hechos casi naturales. Así parece que se demostró por las investigaciones que dizque se efectuaron, aunque no se determinó el rumbo tomado posteriormente.
La ‘oficina’ siguiendo los esquemas de procedimientos ya habituales, y ya expuestos, efectuó donaciones graciosas a diferentes instancias nacionales y extranjeras en forma de bustos de bronce. Las buenas relaciones humanas, políticas, comerciales y hasta internacionales se dieron con bonitas cartas de reconocimiento, invitaciones recíprocas con nombramientos y votos favorables en algunos ámbitos. En esta ocasión los materiales empleados no se consideró necesario determinar sus procedencia, ni la relación posible con las desapariciones previas.
A todo esto no hubo bajas, ni heridos, ni culpables. Todo se da en una envidiable y suprema muestra de lealtad funcionaria digna de las mejores causas. Como con Pedro Navaja, nadie vio nada, no hay evidencias, todo es silencio, no hay delito.
Como las personas desaparecidas, las cosas también desaparecen. A veces reaparecen bajo otras formas.
Aquí se aplica el estilo matemático fractal, en que se mantienen las formas, aunque cambien las escalas.
Procedentes de las montañas desaparecieron en represiones oficiales hace algunos años un chileno, un uruguayo, un tico y otros más; y tal vez los devolvieron ahora como, alguna forma compensatoria de desagravio a sus países, aunque haya sido una fórmula de contradictoria y patética recordación.
Las ‘oficinas’ siguen haciendo cosas. Pero los hechos quedan, aunque impunes; en espera de que algún eslabón de la cadena se rompa, como en las novelas de suspenso, y para mortificar las conciencias de los involucrados, quizás en el futuro el cuento tenga otro fin. Colorín colorado este cuento se ha acabado. Por aquí pasó...
Cualquier semejanza con personajes reales o de ficción es mera coincidencia.
MÉDICO Y EXMINISTRO DE ESTADO.
—PROHIBIDO COIMEAR.
—EN MEMORIA DE LOS HÉROES DEL 9 DE ENERO DEL 64.