• 24/05/2022 00:00

Falacia: peligros de una cultura política en decadencia

En una de sus profundas y sabias reflexiones Mahatma Gandhi advirtió que uno de los factores que destruyen al ser humano es la política sin principios.

En una de sus profundas y sabias reflexiones Mahatma Gandhi advirtió que uno de los factores que destruyen al ser humano es la política sin principios. Lo que nos lleva a una seria consideración respecto a lo que está ocurriendo con la cultura política de nuestro país.

Si bien es cierto que el fenómeno de la desinformación permea todos los niveles de nuestras vidas, también lo es la necesidad de proteger a los jóvenes, la institucionalidad y la reputación del país.

El caso de los hermanos Martinelli es un reflejo de una sociedad corrupta y en donde la política en particular se apoya en el clientelismo, el juega vivo y en el “que hay pa mí”, en vez del esfuerzo, la dedicación y honestidad de servir al bien común de quienes confiaron y dieron su voto. Una sociedad que se conforma con migajas, cuando puede disfrutar las mieles de la abundancia.

¿Y por qué decimos falacia? Porque Aristóteles en un trabajo titulado “Refutaciones sofísticas”, identificó y clasificó trece falacias, y definió el término como argumentos inválidos que tienen la apariencia de ser válidos. Se refiere a un fraude o mentira con la que se intenta dañar o beneficiar a alguien. También a fallas de lógica en argumentos. Por su parte, el sabio Siddhartha Gautama de la india, dijo hace más de 2,500 años, que detrás de cada mentira se esconde un dejo de cobardía, lo cual refleja que debemos ser más sinceros y enfrentar nuestra realidad con el coraje necesario para hacer cambios estructurales.

Sostengo que vivimos una cultura política decadente que no contribuirá al ideal de una sociedad de igualdad y equidad a que aspiramos todas y todos en el país.

¿Qué se está demostrando este caso, además de las falacias? La fragilidad de la justicia en el país, impunidad política en todos los niveles y que involucra a muchos gobiernos democráticos, la doble moral de nuestra clase política, una sociedad crédula, acrítica, influenciable y ávida de informaciones falsas. Y también la permanencia y consolidación de una cultura del robó, pero hizo, peligrosa y que atenta con la institucionalidad del país, pues su base es: el fin justifica los medios.

Y lo más importante, la urgente necesidad de generar un cambio en la mentalidad de panameña/o, apoyándonos en una educación que coloque los valores en el lugar correcto y que corresponda, que inicie en la familia y llegue a todas las organizaciones, sean públicas o privadas. ¿Y por qué?, pues si no hacemos nada corremos el riesgo de terminar de corroer las bases de nuestra hermosa nación.

Catedrática universitaria, presidenta de Confiarp
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