• 28/03/2024 00:00

Jueves Santo

De ocurrir una alteración sorpresiva en la oferta electoral, [...] , no sería otra cosa que negación al libre ejercicio electoral

Hoy, ¿cómo vamos a actuar?, ¿como Pedro?, poco me importa. Mira a otro lado, negando sus creencias, aun cuando estaba advertido de lo que iba a suceder o ¿como Poncio Pilato?, ¡eso no es conmigo! Se lavó las manos y siguió adelante.

El Domingo de Ramos, el Arzobispo de Panamá, nos ofreció una de las homilías más profundas que he oído en mi vida. De allí, estas palabras.

En las próximas semanas, los panameños, como sociedad, debemos acudir a las urnas a elegir las futuras autoridades nacionales, que, como estado libre, sustentado en que, en un sistema político denominado democracia, tenemos el deber y el derecho de elegir y ser elegido. Esto es, derecho al sufragio universal, consagrado en la Carta Magna nacional y que, a su vez, es concebido como un derecho humano, social y político. Derecho inherente solo al hombre libre, que tiene la virtud de decidir su futuro, aun equivocándose.

Esa toma de decisiones es lo que separa a los hombres libres de los esclavos. ¿Cuánto ha costado al homo sapiens el ejercicio de este derecho fundamental? ¿Cuántas vidas ha costado la defensa de este innegable derecho al hombre?

En los países civilizados, coartar este derecho, ya no se hace con golpes de Estado militarizados. Ahora, la tecnología permite la vulnerabilidad de la legitimidad del sufragio electoral con otras herramientas; espero que falte mucho para que lleguen a nuestro país ese tipo de amenazas electorales.

Faltando, solamente, cuatro semanas para que todos los panameños acudamos a ejercer el derecho al sufragio, la Iglesia Católica Panameña, a través de sus obispos, ha expresado la necesidad de que en temas sensitivos para la sociedad exista una comunicación oportuna y clara de las autoridades correspondientes, para evitar sobresaltos innecesarios, especialmente, en tiempos de campaña electoral.

De ocurrir una alteración sorpresiva en la oferta electoral, en el corto tiempo que resta para que los conciudadanos acudamos a ejercer nuestro derecho de sufragio, no sería otra cosa que negación al libre ejercicio electoral. Golpe de Estado moderno, sentencian colegas del foro istmeño.

Cuando leemos noticias de países vecinos que atentan contra el libre ejercicio del derecho al sufragio nos escandalizamos, pensamos y repetimos despectivamente: Eso solo puede ocurrir allá en el sur o allá en Centro América o más al norte, pero en nuestro civilizado país nadie se imaginaría que esto podría pasar.

El siguiente párrafo no fue escrito para nuestro país, sin embargo, los hechos parecieran que están sucediendo hoy: cito: “La actual situación electoral es muy compleja, porque ningún órgano administrativo, ni judicial, ni siquiera el Tribunal Supremo, puede prever requisitos que la Constitución no establezca, y menos aún impedir el ejercicio de un derecho tan fundamental para un país y para su democracia como lo es el derecho al sufragio”.

“Vemos con preocupación la tendencia a impedir o restringir el derecho a la participación política en algunos países de la región”.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos, a cuyo criterio nos adherimos, ha dicho claramente que “el ejercicio efectivo de los derechos políticos constituye un fin en sí mismo y, a la vez, un medio fundamental que las sociedades democráticas tienen para garantizar los demás derechos humanos ... y que sus titulares, es decir, los ciudadanos, no solo deben gozar de derechos, sino también de “oportunidades”; lo que “implica la obligación de garantizar, con medidas positivas, que toda persona que formalmente sea titular de derechos políticos tenga la oportunidad real para ejercerlos”. Y, en supuestos de sanción, admitida mediante ley, solo pueden restringirse cuando medie una “condena, por juez competente, en proceso penal”, definitivamente firme y “en el que tendrían que haberse respetado las garantías judiciales consagradas en el artículo 8 de la Convención Americana.”

Panamá no es Venezuela, Panamá no es Nicaragua, Panamá no es Guatemala. Así nos sentimos los panameños; pero les aclaro que ninguno de los ciudadanos de estos países pensó algún día que sus autoridades elegidas para defender el libre ejercicio del derecho al sufragio, utilizarían las mismas normas que juraron defender para decapitar el derecho del hombre libre a elegir y ser elegido.

Sin miedo y como hombre valiente, José de Arimatea, no miró a otro lado, no se lavó las manos. No dijo, “eso no es conmigo”. Actuó sin medir sus consecuencias, porque así se lo ordenó su conciencia. Casi dos mil años después, el mundo aún lo recuerda como persona buena y honrada, hombre justo, hombre de bien.

Tú, ¿cómo actuaras?

El autor es abogado, exministro de Gobierno y Justicia
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