• 10/01/2024 00:00

Las turbulencias se acercan

Al revisar la historia vemos que las grandes revoluciones se han generado cuando los gobernantes no han sido capaces de satisfacer las necesidades de los ciudadanos. Esta disconformidad hace que los pueblos reaccionen, generalmente, de manera emocional y en ocasiones violenta, desahogando su ira y con ello generando cambios sociales importantes.

En 1848 hubo una serie de revoluciones, denominadas la Primavera de los Pueblos, las que pusieron fin a la Europa de la Restauración, y cuya mecha de encendido estuvo en la revolución francesa y que de rápida expandieron por Europa central (Alemania, Austria, Hungría, e Italia).

Aparte de la insatisfacción de los ciudadanos con sus gobernantes, otro factor que resultó determinante para estas explosiones sociales fue el nivel de desarrollo que habían logrado las comunicaciones para ese entonces, fundamentalmente el telégrafo y el ferrocarril en el contexto de la Revolución Industrial, siendo además el inicio de las primeras muestras organizadas del movimiento obrero.

Más de 176 años después, en la era de los mayores avances tecnológicos y de desarrollo, se encuentra el mundo con cifras absolutamente contradictorias con esos avances, pues según la ONU, más del 20% de la población mundial (1.800 millones de personas) carecen de un alojamiento adecuado y esta cifra prevé la misma organización que aumente hasta los 3.000 millones de personas en 2030. Adicionalmente, se calcula que más de 100 millones de personas no tienen un hogar y 1.000 millones de personas viven en asentamientos informales, sin acceso a servicios básicos.

​A casi dos siglos de aquellos acontecimientos, nos encontramos, de acuerdo con el Informe Mundial sobre Salarios 2022-2023, de la Organización Internacional del Trabajo, con que: “El crecimiento de la productividad es un importante factor que condiciona el crecimiento del salario real. Como se ha señalado en ediciones anteriores del Informe Mundial, que el crecimiento medio de los salarios ha ido a la zaga del crecimiento medio de la productividad laboral desde principios de la década de 1980 en varias grandes economías desarrolladas. En el presente informe se muestra que, desde el año 2000, el crecimiento del salario real ha sido inferior al de la productividad en 52 países de ingresos altos sobre los que se tienen datos”.

Si a ello le agregamos que la evolución de los precios de grupos de artículos con la del índice de precios al consumidor (IPC) indica que los precios de los alimentos, la vivienda y el transporte han aumentado más rápidamente que el IPC general, lo cual representa que, “... Aun en el supuesto de que se ajustaran los salarios para compensar el aumento del costo medio de la vida medido por el IPC, los hogares de ingresos bajos seguirían sufriendo una erosión del poder adquisitivo de los salarios de los trabajadores en muchos países. Estas tendencias indican que la crisis del costo de la vida perjudica especialmente a los trabajadores peor remunerados.”

A lo anterior debemos agregar los conflictos: Ucrania y Rusia; Israel y Palestina; el de China y Taiwán, por solo mencionar los principales, sumado a que en 2024 habrá un “tsunami electoral”, con alrededor de 80 procesos electorales en unos 70 países a nivel mundial, sin que esto implique necesariamente más democracia; puesto que en varios países autoritarios esas elecciones serán —una farsa—, con lo cual, buena parte del mundo sufrirá cambios, y algunos siguen sin ver el mar de fondo que representa el malestar ciudadano que sigue creciendo.

Ubicándonos en nuestro continente, tendremos elecciones en El Salvador, República Dominicana, Panamá, México, Brasil, Uruguay, Chile, EE.UU, y quizás en Venezuela, todos ellos en etapas de cambios profundos en lo político y social.

Esos cambios están fundamentalmente signados por un crecimiento económico pobre, y desafíos estructurales no resueltos a lo largo del siglo XX y agravados en este siglo, como: la desigualdad, la informalidad del trabajo, la pobreza, la debilidad de los sistemas de salud y educativos, temas de inseguridad, la corrupción que pareciera crecer en nuestra región al igual que la crisis climática.

En ocasiones esos cambios (en las revoluciones pasadas e inclusive en la actualidad) pueden darse y ser momentáneos, puesto que las estructuras de poder dominante, posteriormente, retoman el control e instauran nuevamente a su conveniencia. Sin embargo, no todo es negativo, pues si los líderes ven la oportunidad que representa la IV revolución industrial, la de la inteligencia artificial, (debidamente normada para evitar nuevos desequilibrios), el mundo tiene una oportunidad de reinventarse, y son los ciudadanos quienes tienen entonces en sus manos una nueva oportunidad de escoger a los líderes que puedan corregir estas distorsiones para que este mundo sea un mejor lugar para todos.

El autor es consultor político
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