• 13/01/2013 01:00

El legítimo interés público de las notas

Los errores, cuando se aprovechan de modo inteligente y humilde, se convierten en una escuela para el periodista, por eso se puede decir...

Los errores, cuando se aprovechan de modo inteligente y humilde, se convierten en una escuela para el periodista, por eso se puede decir que en el periodismo se aprende a partir de los errores y no de los premios, este es un pensamiento que comparte un ciudadano en el Consultorio de Ética de la Fundación Nuevo Periodismo de Colombia, y lo reproduzco porque coincido con esta opinión en lo que se refiere al ejercicio del periodismo.

Dice, además, que el acierto envanece y ensoberbece y, por tanto, separa de la realidad; el error muestra las limitaciones y señala los objetivos concretos para mejorar y crecer, y esto me parece aún mejor.

Nuevamente me voy a permitir citar al maestro Javier Darío Restrepo, uno de los estudiosos de la ética en el ejercicio del periodismo. Él nos decía que el periodista que no reconozca sus yerros y que piense que su trabajo es perfecto es realmente un periodista mediocre y su camino sería corto. Nada como un periodista que después de publicar una crónica piense que eso se hubiese podido hacer mejor. Su futuro siempre será exitoso.

Alicia Shepard, una experta que presentó un informe periodístico, dijo que la producción diaria de noticias debe cumplir cada vez más horarios de cierre más estrictos. Los errores son inevitables. Pero ya no pretendemos ser infalibles, porque no lo somos.

Y traigo todo esto a cuento porque he visto errores en el diario que se podrían pasar por alto, pero ellos son los que afectan la credibilidad del medio. Dicen los expertos que en el centavo es como realmente se pierde ese bien que es el más importante para un medio.

Me refiero a una nota que apareció en la sección de Deportes el día lunes 7 de enero de 2013. Se publicó una cita de Manny Pacquiao en la que hablaba sobre unos exámenes que se había realizado para descartar una enfermedad. Los lugares que mencionó la nota eran Las Vegas y Filipinas, pero en medio de la palabra Vegas se coló una ‘r’ que, según el periodista que editó la nota, fue error que vino en el cable que envió la agencia de noticias. Aquí faltó la malicia de que aunque era una cita directa, debió leerse y, de paso, subsanar el error.

Otros hechos que he notado con cierta frecuencia esta semana es el uso de ‘Redacción Política’ en La Estrella. La identidad y el prestigio del diario lo dan los nombres y el trabajo de sus periodistas y los lectores echan de menos cuando las notas no se firman por quien las trabajó, las produjo y las investigó.

Lo tercero y último que quiero mencionar es el interés público de las noticias que publican en los medios. El tema lo he abordado antes y lo repito porque lo siento necesario y porque una reflexión nunca está de más.

El interés público lo relaciono con una noticia que he escuchado por varios días en varios medios electrónicos, incluyendo en la edición digital de La Estrella, un ámbito que también me compete como defensora del lector. Resulta que una institución pública envió un comunicado de prensa escueto anunciando que un señor humilde del interior del país se ganó la lotería, pero que todos los detalles no se podían suministrar por seguridad. Desde mi punto de vista técnico-periodístico, este comunicado no tiene ningún interés público; por tanto, publicarlo no le ofrece nada a la sociedad. Sin embargo, es un buen gancho para que la institución se haga publicidad. Dos veces a la semana hay personas que ganan en la lotería y de eso no se hace noticia. Y como, obviamente, no había datos para hacer un reportaje con datos duros, en los medios electrónicos hallaron que la mejor forma para presentar la noticia era con una encuesta al público. Lo interesante fue las respuestas sobre una noticia que no era noticia. Un joven dijo sonreído que si se ganaba la lotería se dejaba crecer el cabello y se lo pintaba de amarillo. Fue, sin duda, una excelente respuesta para ilustrar una noticia que, obviamente, no tiene interés ni era importante para nadie más que para el ganador.

DEFENSORA DEL LECTOR

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