• 21/09/2012 02:00

Democracia y Pueblo panameño

En 1793 Madame Roland, revolucionaria francesa, al lado de la guillotina en donde fue ejecutada por decisión del Régimen del Terror, exc...

En 1793 Madame Roland, revolucionaria francesa, al lado de la guillotina en donde fue ejecutada por decisión del Régimen del Terror, exclamó la frase: ‘¡Oh libertad cuántos crímenes se cometen en tu nombre!’.

Era evidente que denotaba esa expresión: desaliento, decepción y angustia. La ejecutaba la misma revolución que tanto defendió.

Más tarde, John Fitzgerald Kennedy, en el siglo pasado, expresó: ‘¡Oh democracia, cuántos crímenes se cometen en tu nombre!’.

Igual hay en el contenido de la misma, desconsuelo y desmoralización por lo que debió ser y pudo dejar de ser: un correcto uso de la democracia.

Estamos hablando de dos asuntos esencialísimos en la vida de una comunidad: la libertad y la democracia. Son dos conceptos reales que se convierten en supremos y que en algunos momentos han sido debidamente invocados y realizados.

Pero igual, los hay quienes en su muy particular interpretación de ellos, los evocan para producir toda clase de desatinos e infortunios. Han jugado a la libertad y a la democracia, con excelentes dividendos.

En Panamá se ha convertido en práctica común el uso frecuente de dos términos, que vienen a ser parte del discurso demagógico de los ‘políticos’ panameños: democracia y pueblo panameño. Como si se tratara de palabras agradables a la audición, las utilizan sin la conciencia de lo que representan.

Habría que indagarlos en los términos de su conocimiento cabal sobre la democracia y el ejercicio democrático. Desde luego que su entendimiento no los va a llevar más allá de lo que creen y que en una palabra significa aprovechamiento. La democracia para ellos se reduce a la de un grupo económicamente poderoso, que es al mismo tiempo fuerte políticamente hablando.

De la misma manera que sería para el discurso político engañador el pueblo panameño. No otra cosa que el insumo electoral de cada lustro.

No puede haber democracia sin libertad y sin igualdad. Justamente estos derechos han sido cercenados brutalmente con el consentimiento de la mal llamada ‘clase política’, que además ha sido diligente actora en esa gestión.

El pueblo panameño incluido en el discurso político demagógico, ha sido excluido de los beneficios que se derivan de las riquezas del país. Sigue la concentración de ellas en círculos estrechos produciendo la dicotomía: los de arriba y los de abajo.

Igual la ‘democracia’ se ajusta a la medida de los que diseñan el ejercicio democrático, que establecen las reglas del juego con ninguna participación en su elaboración y ejecución del siempre invocado pueblo panameño.

Así los frentes de Defensa de la Democracia, entendiendo por extensión que también los son para el pueblo panameño, terminan con la defensa de un tipo de ‘democracia’ existente, que por lo mismo es falsa, clasista, prejuiciada, excluyente, manipuladora y criminal. Es que esta no puede ser la democracia defendida. De lo que se trata es de abrir los espacios de participación ciudadana en todos los sentidos para cimentar una adecuada democracia.

De otra manera, tomando las expresiones de Madame Roland y de John F. Kennedy, como ejemplos, nos atrevemos a decir: ¡Oh democracia y pueblo panameño, cuánta demagogia se produce en sus nombres!

*DOCENTE UNIVERSITARIO.

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