• 20/06/2025 00:00

¿Quién le pone el cascabel al gato?

Quienes nos vemos forzados a conducir autos en la ciudad capital, somos testigos de varias situaciones que se perciben, casi sin importar la hora en que tengamos que salir o regresar a casa. Hoy trataremos de dar un vistazo a algunas situaciones que cuando se suman, producen irregularidades que no solo causan incomodidades, sino los famosos “trancones” a los que aún no nos acostumbramos.

Casi que a diario vemos lugares donde se realiza una nueva construcción, donde los propios obreros, que no tienen la menor idea de lo que es el tránsito, cierran un carril para que camiones cargados de bolsas de cemento o de cualquier otro material de construcción, permanezcan ahí por horas, mientras alguien se apiada de quienes debemos pasar por ahí y esperar a que ellos decidan cuándo se reabre el segundo carril.

A veces se ve a agentes de la policía, pero ellos se limitan a ver el celular y no a llamarles la atención y mucho menos a “regular el tránsito”. La pregunta que cabe aquí sería si alguien tiene la autoridad para cerrar un carril de una vía y perjudicar a quienes deben manejar en esta calle. A propósito, a mí me encantaría tener el paquete de data que tienen los policías, ¿a ustedes no?

En otras vías como calle 50 entre las calles 74 y 75, hay una construcción un poco más pequeña, pero “olímpicamente” en 2 ocasiones han cerrado uno de los carriles de nada menos que la calle 50, para precisamente estacionar un camión de carga en el carril más próximo a la construcción. Y como estas hay varias más en la misma área. Lo interesante es que todas las construcciones, lo primero que hace es construir unas puertas gigantescas que de paso les sirven de publicidad, para determinar un área desde la línea de construcción hasta por lo menos 2-3 metros hacia la construcción, pero esa área no es utilizada para descargar, prefieren perjudicar a los vecinos. ¿Y la autoridad? Bien gracias y usted...

Otra situación que se está popularizando en varios barrios de la ciudad son los camiones de reparto, que obviamente son más grandes que los que nuestras calles soportan. Estos, como ven que nadie les dice nada, también se parquean en la mitad de la calle impidiendo el paso por algunos de los carriles y perjudicando a los conductores que por ahí están obligados a pasar. La solución sería que no se permitan camiones tan grandes por calles tan angostas y que en su lugar se utilicen camiones comerciales más pequeños.

Otras de las penurias que se escuchan entre los conductores es el de la “plaga” de los conductores de motocicletas. No hay semáforo donde usted se encuentre, en el que no se vea asediado de por lo menos 4 o 5 conductores de estos vehículos y en situaciones me ha tocado ver hasta 12 motos todas tratando de llegar, entre los vehículos, al frente de las filas, como sucede en la intersección de vía Brasil y la vía España.

Estos conductores de motos se han convencido de que ellos no tienen que cumplir las reglas del tránsito y conducen adelantando entre vehículos, sin respetar a nadie. Los he visto golpear a otros vehículos, no se detienen y los otros los protegen como si fueran una banda de delincuentes.

Otra de las penurias que se perciben y que perjudican la viabilidad capitalina es muchas veces provocada por los propios conductores. Es muy común bloquear las intersecciones tratando de pasar el semáforo cuando es evidente que no podrá hacerlo por la cantidad de vehículos que están por delante y ningún director de tránsito ha podido lograr que se sincronicen los semáforos que están sobre la misma vía. Eso se sufre sobre la vía Porras y la vía España, entre varias de las vías principales. Esto es una situación que se puede solucionar si los conductores logramos entender que podemos esperar la próxima “luz verde” que por regla general no demora más de 2 a 4 minutos, cuando mucho.

El juega vivo, al igual que otros aspectos de nuestra vida cotidiana, nos está acabando como sociedad responsable. Esa actitud de “mientras no me cojan es legal” no es correcto y debería ser la práctica. No importa si usted conduce una motocicleta o un auto de alta gama y por consiguiente más caro, ni eso ni el tamaño de su auto, no le da a usted ningún derecho adicional sobre el resto de los mortales.

Los gobiernos siguen sin cumplir las leyes que sugieren incluir de vuelta materias como “cívica” y “urbanidad” por lo que los valores cívicos, éticos y morales son enseñados solo por los clubes cívicos y otras organizaciones no gubernamentales. Eso ha provocado que sigamos, por un lado, desconociendo las leyes, y por el otro desconociendo nuestros derechos y obligaciones como ciudadanos. Es responsabilidad de todos recuperar nuestra bella ciudad.

*El autor es analista político y dirigente cívico
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