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- 26/04/2015 02:00
Temprana y prematura decepción
La democracia es un sistema político que genera decepciones. Estaba convencido de que en el 2015 se cumpliría un programa integral de rectificaciones, como una única opción para avanzar en la dirección correcta y que las acciones del nuevo Gobierno no emularían ni por asomo el anterior que generó prácticas corruptas, nepotismo y malos administradores que lesionaron los recursos del Estado sin ningún pudor.
Han transcurrido cerca de diez meses desde que el ‘timón político' y la administración del Estado la asume el nuevo Gobierno, que despertó optimismo e ilusiones. Se tenía plena confianza en que se garantizaría mayor transparencia en la administración pública. La población panameña no quería ‘bañarse en el mismo río'. Pero lamentablemente cada día, en la presente administración, se descubren actos de nepotismo, favoritismos, amiguismo, contrataciones directas no justificadas; en fin, de nuevo estamos sometidos a una decepción democrática y temo que vamos a tener que hacernos la idea de que la política es fundamentalmente un aprendizaje de la decepción.
Están frescas en mi memoria las promesas de campaña del actual Gobierno. La lucha frontal contra la corrupción que siempre es intolerable, la absoluta transparencia en el manejo de los recursos del Estado, la participación ciudadana en la fiscalización y la rendición de cuentas, el fortalecimiento de la institucionalidad democrática y aquel lema ‘el pueblo primero'.
Pero, todo resultó un ‘carrusel' de promesas, expectativas y frustraciones, de engaños y desengaños que giran con una velocidad temprana y prematura a lo que no estábamos acostumbrados los panameños. Se aprecia un grave deterioro de la imagen del nuevo Gobierno que en el poco tiempo se ha acortado dramáticamente.
Ahora bien, ¿qué pensamiento racional puedo introducir en medio de este ambiente de decepción? Sin duda alguna, el actual Gobierno puede corregir su rumbo. ‘Errar es de humanos y corregir de sabios'. Siempre hay esperanzas, porque no podemos esquivar nuestra responsabilidad ciudadana de seguir trabajando por un país vacunado contra la mentira, el egoísmo, las promesas incumplida, el nepotismo, la corrupción y la impunidad.
Me anima el deseo de ser un ‘pesimista sensato', es decir objetivo, pienso que el cual Gobierno no ha terminado de cruzar el límite demarcatorio del ‘antes' y ‘después' y debe evaluar su desempeño para recuperar su deteriorada imagen política.
Mientras tanto, seguiré pensando en lo más intimo de mis sentimientos que la población panameña creó expectativas desmesuradas e infladas que, en consecuencia lógica, una alta de decepción resulta inevitable.
Lo preocupante es que no se han podido resolver los problemas urgentes de la población. No se trabaja en un Plan de Desarrollo para incorporar a los sectores marginados y excluidos que nunca han tenido una oportunidad para pasar de un ‘nivel inferior' a un ‘nivel superior de vida'. Han transcurrido diez meses y el actual Gobierno no presenta propuestas concretas para resolver los diversos problemas que a diario ‘tocan las puertas de los panameños'; al contrario, se han agudizado. ¿Debemos esperar más tiempo?.
*LICENCIADO EN CIENCIAS ECONÓMICAS Y ADMINISTRATIVAS.