• 19/06/2016 02:00

Elevar la edad de fumar

Cerrando el cerco al cigarrillo

Me sumo al esfuerzo que las autoridades mundiales de salud realizan para evitar que jóvenes adopten el mortal hábito de fumar. En Panamá está prohibido a los menores de 18 años comprar cigarrillos, pero igualmente se les observa fumar en fiestas y discotecas, y nadie les dice nada. Lo bueno es que ya en muchos países del mundo y tal vez muy pronto en Panamá solo podrán comprar cigarrillos las personas mayores de 21 años de edad. Sin duda, este cambio ayudará a prevenir que la juventud se convierta en presa fácil de las tabacaleras y a reducir las muertes prematuras por cáncer de pulmón y otras enfermedades relacionadas con el tabaco.

El año pasado, Hawái se convirtió en el primer estado en los Estados Unidos en aprobar una ley para aumentar la edad legal de 21 años para comprar cigarrillos. Desde entonces, más de 100 ciudades y condados, incluyendo Boston, Nueva York y Washington, han adoptado medias similares. Cuatro estados —Alabama, Alaska, Nueva Jersey y Utah— mantienen la edad legal en 19 años, y el resto se encuentra en 18. Por desgracia, en enero pasado, el gobernador Chris Christie vetó la legislación que habría cambiado la edad legal de venta de Nueva Jersey a 21.

La razón más importante para elevar la edad legal es reducir el acceso al tabaco cuando las personas son más propensas a convertirse en adictos y cuando sus cerebros aún están en desarrollo. Los estudios han encontrado que la nicotina, el principal ingrediente adictivo de los cigarrillos, puede poner en peligro las facultades cognitivas en los jóvenes. Alrededor del 80 % de los fumadores adultos fuma su primer cigarrillo antes de cumplir los 18 años, y casi todos los fumadores comienzan antes de los 24 años, de acuerdo con un estudio publicado el año pasado por la Organización Mundial de Salud. Igualmente, recientes investigaciones neurocientíficas indican que la nicotina actúa como una droga de entrada que ayuda al cerebro de los adolescentes a querer sustancias como heroína, cocaína y otros opioides más adictivos.

Afortunadamente, existe apoyo público a este tipo de iniciativas que tienen el propósito de hacer más difícil el acceso de cigarrillos a menores de edad. Casi el 70 % de los adultos encuestados apoya la idea de subir la edad a 21, según una investigación del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades en los Estados Unidos realizada en 2015.

Incluso, la mayoría de los fumadores activos antiguos apoyan este cambio. No obstante, algunos argumentan que la fijación de una edad mínima infringe los derechos de los jóvenes. En California, por ejemplo, los legisladores se han encontrado con una industria tabacalera que señala que ‘si alguien tiene la edad suficiente para inscribirse en el ejército, él o ella tiene la edad suficiente para fumar '. Sin embargo, esa justificación en defensa de la libertad individual es incorrecta, porque precisamente la nicotina esclaviza a los fumadores en su adicción, dejando a la mayor parte de ellos sin poder parar de fumar, a pesar de numerosos intentos.

Existe un claro interés público en aumentar la edad mínima para fumar, así como hubo una razón de peso para aumentar la edad legal para comprar alcohol. Esa decisión política, adoptada país por país en la década de los 80, ha ayudado a reducir accidentes y muertes por embriaguez de manera considerable. Solo en Estados Unidos se han salvado cerca de 28 000 vidas entre 1985 y 2002, según el Departamento de Transporte.

Los Estados Unidos siempre están a la vanguardia en los cambios de política importantes en materia de salud pública. Sin duda, la medida para elevar la edad legal para comprar cigarrillos inspirará a otros países a tomar medidas similares para proteger a los jóvenes. Y esto creará una onda expansiva que resonará en todo el resto del continente y del mundo entero. Por supuesto que, además de la edad mínima, un enfoque inteligente de política sobre el tabaco debe continuar minimizando la visibilidad y el atractivo de los productos del tabaco en la sociedad. Es decir, exigir que cigarrillos sean vendidos de debajo del mostrador y en paquetes sencillos, además de prohibir fumar en espacios públicos, aceras y parques. Este tipo de políticas, además de los impuestos al tabaco, cerrarían el cerco al cigarrillo y haría la lucha contra el flagelo de fumar mucho más efectiva.

*EMPRESARIO, CONSULTOR DE NUTRICIÓN Y ASESOR EN SALUD PÚBLICA.

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