• 04/10/2015 02:00

El caso Volkswagen, visto desde Panamá

La trampa fue descubierta por otros ingenieros, esta vez virtuosos, pertenecientes a la Universidad de Virginia Occidental.

El caso Volkswagen, del que se ocupan en estos días los titulares de los principales periódicos del mundo, pone a prueba una serie de categorías que va más allá de la simple (y aparente) manipulación de la opinión pública y del consumidor y usuario final. Se trata de un caso paradigmático. No solo por sus consecuencias económicas para la poderosa compañía que capitalizaba un día antes del descubrimiento del fraude millones de dólares. También sociales, pues pone encima de la mesa las armas que tenemos (los consumidores y usuarios) para defendernos de ‘Los Grandes Hermanos ', los que, como en la novela de Orwell de nombre 1984, lo ven todo, lo manipulan todo, son capaces de todo, en definitiva.

En primer lugar, una breve descripción de los hechos: según parece, Volkswagen, o mejor dicho, los equipos directores de la empresa (sobre ello habrá que volver líneas adelante) idearon un sistema informático para falsificar los controles antipolución, cuya competencia radicaba en las autoridades de protección del medio ambiente y la salud pública de los Estados Unidos de América.

En palabras sencillas, los vehículos disponían de un dispositivo que se activaba (para cumplir con lo exigido en la ley) cuando estaba siendo probado por los funcionarios. Cuando estos terminaban su misión, el dispositivo se anulaba y empezaba a contaminar, al parecer, entre 10 y 40 veces los niveles de óxido de nitrógeno más allá de lo permitido.

La trampa fue descubierta por otros ingenieros, esta vez virtuosos, pertenecientes a la Universidad de Virginia Occidental.

¿Qué es lo verdaderamente importante, además del escándalo protagonizado por una empresa que pertenece al grupo de los elegidos entre las más importantes del mundo? Lo primero, saber si los grandes jefes de la Volkswagen lo conocían. Si fuese así, estaríamos ante un escándalo sin precedentes.

Aunque es temprano para tener una impresión clara de lo que ha sucedido, permítasenos examinar varias hipótesis:

1.— Los jefes máximos de la Volkswagen conocían esta práctica, y solo constituye una más entre la cadena de ellas que tienen como único fin que la empresa gane más y más dinero, contamine o no. Sería la demostración de que el capitalismo en su versión ‘salvaje ' carece de escrúpulos, que no le importa que los consumidores y usuarios respiren peor y se contaminen. El viejo mundo que tan bien noveló Charles Dickens en su versión moderna.

2.— Los jefes de la Volkswagen no conocían esta práctica concreta, pero habían desarrollado y puesto en práctica un sinfín de medidas en la empresa, con el objetivo de que a los mandos medios (los técnicos, los ingenieros) se les permitiese cualquier cosa, con tal de que la empresa ahorrase dinero. Es decir, el Comité Ejecutivo da instrucciones a los escalones inferiores de que la premisa fundamental de la empresa es ‘ganar dinero ', ‘ahorrar todo lo posible ', pese a quien pese. Recurrir a la anciana frase del ‘todo vale ', con tal de ganar dinero, más y más con cada ejercicio fiscal.

3.— Ni los grandes jefes habían dado la orden ni los ingenieros jefes la conocían. La trama fue desarrollada por un grupo de ‘frikis ' que funcionaba por su cuenta, ajeno a los comportamientos y protocolos establecidos.

La pulsión de estos ‘frikis ' es conseguir engañar con sus artificios, manipular a las máquinas que tratan de controlarlos, salir vencedores en esta pelea entre máquinas y algoritmos. Terminar la jornada con la sonrisa en el rostro mientras murmullan: ‘He conseguido engañar a lo invencible, puedo dormir tranquilo '.

Si fuese la hipótesis 1, sería la demostración de que el capitalismo en su versión ‘salvaje ' carece de escrúpulos, de que no le importa que los consumidores y usuarios respiren peor y se contaminen. Me resisto a creerlo.

Si fuese la 2 estaríamos ante un caso de funcionamiento perverso de los grandes grupos económicos. La cuenta de resultados como valor máximo e incluso único.

¿Y si fuese la hipótesis 3? Posiblemente la opción en términos económicos menos dañina para la empresa y para el sistema, pero quizá la más alarmante. ¿Es que los ingenieros y los técnicos pueden dotarse de conocimientos sin parangón, careciendo de una buena base de ética que es lo que mide y establece, finalmente, el límite de los descubrimientos del ser humano? ¡La tecnología utilizada antes que comprendida!

El debate está abierto y solo acaba de comenzar. Tiempo habrá de examinar las conclusiones. Las investigaciones oficiales y las académicas independientes nos sacarán de dudas. Sin embargo, poseo una preparación académica en Ingeniería, Economía y leyes por universidades de Estados Unidos, Panamá e Inglaterra. Por ello me permito realizar las siguientes suposiciones, algunas de carácter optimista; otras, no tanto.

A) Existen los controles que impiden que el ‘capitalismo salvaje ' campee a sus anchas. No conozco a los ingenieros de Virginia Occidental que descubrieron este fraude. Supongo que no tendrán más allá de treinta o cuarenta años y que su salario no será demasiado alto. En todo caso muy inferior al de los ingenieros jefes de la Volkswagen. Ellos representan la parte decente de este enredo, en quienes la humanidad puede y debe confiar. La esperanza de que no todo está perdido.

B) El ‘Riesgo Reputacional ' es un concepto que tiene más fuerza que nunca. Volkswagen cotiza en bolsa y ha perdido en unos días buena parte de su valor. Pero lo que es aún más importante. Muchas personas, en cualquier lugar del mundo, que estén en estos momentos pensando en adquirir un vehículo nuevo, se lo pensarán dos y tres veces antes de firmar el cheque a favor de empresas que engañen a los consumidores.

C) No todo debe valer en la empresa con tal de ganar dinero y aumentar la cifra de beneficios. Deben ponderarse otros factores, entre ellos, no engañar al consumidor, al usuario, al ciudadano.

D) Los grandes jefes de las empresas no solo son responsables por sus actos, tomados directamente y sin intermediarios. Lo son también por los actos de los mandos intermedios a los que ellos han elegido. Son las antiguas responsabilidades del Derecho romano ‘In Eligendo ' o ‘In Vigilando ', que se traduce en la obligación que tiene quien está en las alturas con que sus empleados no vulneren la ley o los reglamentos. Responsabilidad por haberles elegido para una función determinada y como continuación de esta, responsabilidad para vigilar sus actos .

EMPRESARIO, MIEMBRO DEL PRD.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus