• 28/09/2013 02:00

‘Las mujeres que amaron a Tino Hunter’

‘De eso mismo se trata. Además, ¿qué es lo que realmente hacemos nosotros todos los días en clase con estos pelaos? —No entiendo. —¿ No ...

‘De eso mismo se trata. Además, ¿qué es lo que realmente hacemos nosotros todos los días en clase con estos pelaos? —No entiendo. —¿ No estamos llenándoles la cabeza de pura historia oficial?’. (Diálogo fragmentado entre Marijosé Hunter y Abelardo Benítez, personajes de la novela, que bien explica su estructura).

El tiempo, la vida y el universo, solo son algunos de los engranajes que hacen girar la rueda de la historia en la narrativa de Itzel Velásquez.

Un mundo sangrante, escindido y deshumanizado que refleja, no solo el drama de un país, sino de todo un continente.

Novela histórica, o historia novelada, en la que no percibimos con claridad en dónde termina la realidad y empieza la ficción, o, viceversa; pues, la escritora, dominando magistralmente la alquimia del verbo, transforma los hechos en el más puro realismo mágico al estilo de los mejores maestros del género, pero, con una cosmovisión muy singular del mundo, del tiempo, del universo y de todas las cosas que al tocarlas transmuta.

Una pequeña alucinante esfera en el tiempo y el espacio, en que los hombres, civiles y militares, guerrean contra la salvaje naturaleza que incuba en sus entrañas cocodrilos, serpientes, primates de todas las especies, insectos microscópicos mortíferos, mosquitos, y ratas capaces de devorar a un hombre.

A inicios del siglo XX se consideraba la construcción del Canal de Panamá, como la gran obra que haría florecer el continente, partiendo en dos la tierra panameña para unir los océanos. Zanja gigantesca que tragaba agua como tragaba vidas, sueños, esperanzas e ilusiones.

Constantino Hunter, hijo de María José Asunción Hunter, panameña, y del gringo John Hunter, es el personaje de la obra, en cuya vida se verá reflejado todo el siglo XX latinoamericano.

Hermano de Blanca, tío de Irene y Estrella, y tío abuelo de Sofía, Tino Hunter es un poeta devorador de libros, filósofo y obsesivo recolector de insectos de todas las especies.

En la más tierna primavera de su vida fue atacado por la lepra que lentamente devora su cuerpo, pero no logra carcomer su espíritu que se mantiene incólume hasta el último momento, a pesar de más de sesenta años recluido en hospitales olvidados, viendo cómo la lepra devora paulatinamente a sus compañeros de infortunio, muerto para el mundo, pero más que vivo en el corazón de las mujeres que verdaderamente le amaron, y que él también amó, sin la pasión y el fuego de la carne, pero sí con el espíritu, el corazón, la palabra y el pensamiento. El afiche de Rita Hayworth solo le servía para no aburrirse.

Trescientas treinta y tres páginas, (333), Trinidad o número cabalístico que reflejan miseria, sudor y sangre, crisis existenciales, conflictos del alma, descarnada sinceridad, pasión y crimen, amores frustrados, Amor Cierto, magia, política, historia, erotismo, rebeldía religiosa, o, más bien, revelación y rebelión, son los elementos que sabiamente se conjugan en esta espléndida obra de la escritora panameña Itzel Velásquez, que deberá, sin más tardanza, ocupar un destacado lugar dentro de la novela moderna hispanoamericana.

ESCRITOR NICARAGÜENSE.

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