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- 04/12/2013 01:00
Biografía navideña
La época de Navidad ha llegado nuevamente. Las decoraciones y luces han comenzado a alegrar calles y hogares. Falta poco para el Día de la Madre, para la Misa de Nochebuena, la comida en familia, la reunión con los seres queridos, con los compañeros de trabajo, con los amigos; en fin, todo lo relacionado al afecto y buenos deseos. La Navidad también es una festividad en que faltarán esos seres queridos que se nos adelantaron en el viaje sin retorno, su vacío se hace más profundo en estas fechas. También es época de regalos, gastos y más gastos, donde el consumidor empedernido demanda bienes y servicios y el marketing dirige sus acciones para incitar a la compra. Todo transcurre con prisas y estrés por el motivo que sea.
La Navidad es una de las festividades más importantes del cristianismo junto con la Pascua de Resurrección y Pentecostés, y le antecede un tiempo de preparación, el Adviento. Hay quienes ni saben el verdadero sentido del nacimiento de Jesús que nos amó tanto y que con su muerte nos redimió de nuestros pecados y así gozar de la vida eterna. La Navidad como se pinta hoy día, es época de regalos, dinero y celebración donde el consumo del alcohol se hace presente como lo más sagrado.
Los niños y adolescentes, los grandes consumidores, a través de sus padres, se concentran en los regalos que recibirán el día después de la Nochebuena. El famoso Santa Claus, el invisible lleno de regalos, irrumpe en esta fiesta sagrada y se le hace pensar a las criaturas que esta figura tiene el don de la magia y se convierte en un ser muy querido por chicos y grandes. En su bolsa de regalos faltará la muñeca, los carritos y los trenes. Los libros brillarán por su ausencia. Estos sencillos juguetes y la buena lectura que te hacen la vida fácil y enriquecedora han sido sustituidos por los juegos de consola, el Wii, el PlayStation, el celular, la tablet, el internet, etcétera. Los padres no escatiman esfuerzo alguno y hasta se endeudan por satisfacer el ego consumista del niño, así como el ego de ellos, muchas veces, por hacerle ver al amiguito o al vecino que su hijo tiene el último modelo en asuntos de tecnología de la comunicación. Los juegos electrónicos llegan a sustituir a la familia y sus buenas costumbres.
Ese niño y adolescente construye su imagen del mundo y la familia en la experiencia que tiene con un conjunto de técnicas, procesos y conocimientos que con solo un click todo lo tiene a su disposición y sin esfuerzo alguno. Con esto no quiero decir que la tecnología no es importante, ha transformado la economía mundial y ha tenido un gran impacto en la comunicación y en las sociedades del mundo. Sin embargo, su carácter abrumadoramente comercial hace que esté más orientada a satisfacer deseos de los consumidores que sus necesidades esenciales. Cuando la función principal de los objetos tecnológicos es la simbólica, no satisface las necesidades básicas de las personas y se convierten en medios para establecer estatus social y relaciones de poder usados para persuadir y dominar a los seres humanos. La tecnología es apropiada cuando tiene efectos valiosos en las personas.
Estos niños y adolescentes se convierten con el pasar del tiempo en seres robotizados, obsesionados hasta la adicción y el significado del afecto les resulta extremadamente difícil, de allí que establecen toda clase de relaciones humanas de manera superficial. Crecen pegados a estos aparatos y el afecto se transforma en una máquina del tiempo, sin pasado, sin presente y sin futuro. La inversión en tecnología prevalece las necesidades elementales de alimentación, ropa, vivienda, salud, educación, seguridad personal, participación social, trabajo y transporte. El consumidor riguroso busca nuevas experiencias emocionales, sensaciones explosivas, bienestar individual, calidad de marcas, inmediatez y comunicación. Es exigente. Todo lo quiere al segundo.
Muchas veces, lo que los padres pretenden es disimular la ausencia de atención a los hijos entreteniéndolos con este tipo de juguetes, que consumen tiempo, pero de ningún modo compensan sus carencias afectivas. A los niños y adolescentes hay que enseñarles que la Navidad no es una competencia de regalos y de juguetes costosísimos. Y, si ya tienes pensado regalarle ese juego electrónico que de seguro lo mantendrá ocupado en tiempo y espacio y aislado de sus seres queridos, los muchachos deben aprender a ser capaces de autorregularse, de cooperar con las tareas del hogar, de hacer los deberes escolares, inculcarles el hábito a la lectura, asearse, comer, jugar, en horarios planificados, de ser organizados y respetuosos. Recuerda que a los chicos hay que ponerle límites. Una disciplina sin caer en posiciones extremas, es importante para el desarrollo integral de tus hijos. No te olvides de esa parte espiritual que engrandece el alma. El hambre de afecto no se compensa ni con el más sofisticado de los juguetes. Solo se sacia con la presencia física y emocional de sus progenitores, es decir, estar al lado de tu hijo cuando él te necesite.
El amor es creador y enriquece grandemente la vida, tanto del que lo recibe como del que lo da. El verdadero amor posee firmeza y disciplina propias y es irreemplazable; el amor nunca podrá perjudicar ni corromper, sólo favorece. Te favoreces tú, tu familia y, de seguro, tu país se ennoblecerá. Y, Dios te lo compensará.
ESPECIALISTA DE LA CONDUCTA HUMANA