Decenas de famosos alabaron este lunes el estilo de los dandis negros y lucieron conjuntos de sastrería extravagantes en su honor en el preludio de la...
- 01/01/2009 01:00
Tras la derrota de los exiliados en Playa Girón, la Cuba de Castro se radicalizó aún más, o más rápidamente frente a los Estados Unidos. Hubo redadas internas y mucha gente emigró hacia el país del Norte.
Castro profundizó su retórica de acercamiento hacia la Unión Soviética. Estados Unidos y la URSS no se ponían de acuerdo aún sobre el futuro de Berlín, donde los rusos habían construido el famoso “muro” el año anterior, mientras Estados Unidos tenía intereses en Turquía. Alli prestaba asistencia militar y tenía bases.
A mediados de 1962, con la anuencia de Castro, el gobierno de Nikita Kruschev llevó e instaló misiles nucleares en Cuba. Los cubanos habían viajado a Rusia para negociar este acuerdo, presididos por el Che Guevara.
El presidente Kennedy advirtió en el mes de septiembre que no sería tolerada la presencia militar soviética en Cuba y que usarían los recursos que fueran necesarios para impedirlo. Estados Unidos vigilaba a Cuba por medios de los radares que detectaban los barcos rusos en el Atlántico Norte y por medio de los aviones U2 que podían tomar fotos muy precisas de toda la Isla, incluso volando a enorme altura.
El día 14 de octubre un avión U2, de los que EEUU empleaba normalmente para vigilar la actividad soviética en la Isla tomó fotografías sorprendentemente reveladoras. Las fotos revelaban la presencia de misiles nucleares, rampas de lanzamiento y bombarderos.
El 22 de ese mes el presidente norteamericano se pronunció sobre la situación ordenando un bloque naval de la isla. Además, se advirtió a buques soviéticos que avanzaban con carga nuclear que no podían traspasar la zona de exclusión del bloqueo.
El mundo contuvo la respiración y por un momento se sintió inmerso en el preludio de una catástrofe nuclear.
Nikita Kruschev recapacitó y ordenó a los buques devolverse. Aunque en ese momento se ignoraba que los soviéticos poseían también cuatro submarinos nucleares en el área, preparados para lanzar torpedos nucleares. El 29 de octubre un submarino que se vio necesitado de emerger quedó frente a un buque norteamericano y ambos se apuntaban, pero el ruso tenía carga nuclear y el norteamericano no lo sabía. Al final el norteamericano cesó de apuntar, y el ruso desistió de disparar. La guerra estuvo a un pelo de estallar.
En un acuerdo entre Kruschev y Kennedy, el primer ministro ruso se comprometió a retirar los misiles de Cuba. A cambio de ello, el presidente Kennedy accedió a retirar sus bases de misiles de Turquía y se comprometió a no invadir Cuba. La crisis de octubre estaba superada, pero en el momento produjo un gran enojo en Fidel Castro que consideraba la Revolución traicionada (pues los soviéticos no lo habían consultado). Ya en la serenidad de los años, Fidel Castro reconoció que su posición había sido equivocada y fruto de su juventud ansiosa.