- 16/08/2010 02:00
PANAMÁ. Mucha gente entra y sale de la casa de los Gil. Por estos días, han tenido que ponerle una soga corta al perro para que no muerda a los foráneos. Pero aun así, mordió a un fotógrafo. El objetivo siempre es el mismo: hablar de las gemelas unidas Hanna Yinneth y Hanna Yanneth Fernández Gil, que serán intervenidas antes de que finalice el mes, lo que les permitirá vivir separadas.
Las niñas viven en un pueblo sin forma, Nuevo México, donde las casas se hacen de a poquitos siempre y no siempre se logra terminarlas. La vivienda de ‘Las Hannas’ es así, tiene paredes lisas y paredes sin cubrir con cemento; en el cuarto de las bebés hay un colchón, pero no tiene cama; la cuna no tiene colchón y al baño le faltan los accesorios.
A estas niñas, de un año de edad y 28 libras en conjunto, según la revisión médica del pasado miércoles, las conocen como ‘siamesas’ y para los médicos, el término está mal usado, son gemelas unidas, las primeras que serán separadas quirúrgicamente en Panamá por un equipo de diez profesionales locales y dos invitados.
Las gemelas han transformado la historia del silencioso pueblo y están en camino de transformar la historia de la medicina panameña. Aunque, como lo dice la directora del Hospital de Especialidades Pediátricas de la Caja de Seguro Social, Iliana Ceballos, esta operación tiene altos riesgos, no solo en Panamá, sino donde quiera que se practique. Las nenas han torcido el pronóstico que le dieron los médicos a sus padres hace un año cuando nacieron: alta probabilidad de muerte.
Durante el primer año, la vida de ‘Las Hannas’ ha sido menos complicada de lo que uno se imagina, resfríos comunes de temporada que se pasan de un cuerpo para el otro y una convivencia de buenas hermanas: una es callada, la otra lleva sangre de artista.
Desde hace días aprenden a hablar, dicen papá y bailan cuando les cantan las tonadas de Carnaval. ‘Las dos están en muy buenas condiciones’, señaló uno de los médicos que las atendió en el hospital. Cuando aparecen ‘las Yin Yen’ tienen paso expedito hasta el consultorio. Mientras los otros niños lloran, ellas ríen. Las niñas siguen sorprendiendo a los médicos.
‘Las vemos integralmente, desde un cabello hasta la piel de los dedos, para estar seguros de la evolución. Si se ve algún problema, las referimos a los especialistas, nefrólogos, cardiólogos, gastroenterólogos, neumólogos, cirujanos’, relata el doctor antes de acostar a las pequeñas, que reconocen la voz de quien las ha atendido desde hace unos ocho meses.
CIRUGÍA DEL SIGLO
La madre (de 22 años de edad), el abuelo y la abuela confían en la medicina panameña, tanto así que fueron ellos los que recomendaron al equipo médico que no se practicara la cirugía en Estados Unidos, a donde solo podría viajar la mamá de las nenas. ‘Nosotros hablamos con el doctor Ramón Policart y le planteamos la situación, que si pasaba algo malo, ni Dios lo quiera, la hija solita por allá, acá nos tiene a todos’, relata Pedro, el abuelo.
Pedro señala que la cirugía no se realizó antes de que cumplieran el año, antes del 10 de agosto, por un retraso por pequeños quebrantos de salud, factor que determinará el día final de la operación. ‘Ellas están bien, pero si contraen resfriado antes de la fecha, no podrán ser intervenidas’, dice la doctora Ceballos.
Las gemelas Fernández Gil podrían llamarse el único caso de hermanitas vivas unidas en Panamá, de los otros dos casos registrados es poco lo que se conoce, que ocurrieron en 1989 y en 2003, recuerdan los médicos.
Esas niñas para nosotros han sido una bendición, dice la abuela, todo el mundo las consciente y las quiere cargar. Nos queda rezar mucho, yo sé que todo nos va salir bien. Y agrega: ‘Mire a Yin, es la más desordenada; Yan es más seria. Nos avisa el día que publica, hacemos un álbum para que cuando estén grandes sepan’.