Una hoja de ruta para la gobernanza democrática en Panamá

  • 21/12/2022 00:00
La reforma a la democracia y a la gestión del Estado debe ser comprendida e impulsada por un gran grupo de ciudadanos que conscientes del camino que necesitamos recorrer, nos pongamos de acuerdo en una hoja de ruta
Una hoja de ruta para la gobernanza democrática en Panamá

La actual forma de gestión pública y de manejo del poder político caracterizado por el secretismo, la corrupción, la ineficacia en el uso de los fondos públicos, está llegando a su fin, el surgimiento de una nueva ciudadanía con distintas expectativas marca el fin de una era y el inicio de una nueva.

Estos nuevos ciudadanos, nacidos a finales del milenio, o durante el nuevo milenio, a los que en inglés se les denomina millennials o centennials, tienen expectativas completamente diferentes producto de que fueron formados en un Estado-nación, globalizado e intercomunicado en redes en cuyo aparato institucional prevalece un discurso (hipócrita o no) que fortalece el derecho al sufragio, el Estado de Derecho, el derecho al acceso a la información y la ética pública, completamente opuesto al Estado-Nación intervenido, autoritario y antidemocrático donde crecieron las pasadas generaciones, incluyendo la generación X, y los boomers.

La reforma a la democracia y a la gestión del Estado debe ser comprendida e impulsada por un gran grupo de ciudadanos que conscientes del camino que necesitamos recorrer, nos pongamos de acuerdo en una hoja de ruta.

Esa hoja de ruta debe ser el resultado de un debate amplio, sin embargo, yo me atrevo a proponerles a vista de pájaro algunos aspectos que deben caracterizar la nueva era de gobernanza pública que pronto habremos de instaurar los panameños.

El primero de ellos guarda relación con la forma como se gobierna y la gestión administrativa del Estado, y lo llamamos Gobierno Abierto.

Gobierno abierto es lo contrario a un gobierno corrupto, cerrado y discrecional, es un modelo emergente sobre la práctica política, la gestión pública y el fortalecimiento democrático que poco a poco se ha ido transformando en una especie de filosofía sobre cómo gobernar en el siglo XXI que se basa en trabajar cooperativamente sobre las debilidades y fortalezas del Estado, sacar el mayor provecho de los conocimientos e iniciativas ciudadanas.

El Gobierno Abierto promueve el correcto tratamiento para recuperar la confianza perdida y establecer, como indica su carta iberoamericana, una nueva forma de afrontar los “grandes problemas de desconfianza ante las instituciones estatales, así como la persistencia de brechas económicas, sociales y políticas al interior de la misma sociedad”.

Dentro del Gobierno abierto existen algunos pilares, el primero de ellos es la transparencia.

La Transparencia y el derecho de acceso a la información será un aspecto clave en esta nueva era de gobernanza en el nuevo milenio. En el futuro. los ciudadanos tendrán acceso a toda información que les permita establecer juicios acerca de lo que ocurre con cada centavo, cada nombramiento y cada acción del gobierno.

El gobierno dejará de ser una caja negra, para convertirse en una caja transparente, visible a todos y todas. La finalidad de la transparencia es el escrutinio de la información relativa a la gestión pública, al manejo de los recursos que la sociedad le confía, a los criterios que sustentan sus decisiones y a la conducta de los servidores públicos.

Rendición de cuentas: Control ciudadano de la gestión del Estado y las políticas públicas. En esta nueva era no existirán cheques en blanco. La narrativa propagandística ha perdido su capacidad de moldear las mentes de ciudadanos que ahora apelan a la razón, a los datos y no a las emociones.

La gestión del Estado en todas sus dimensiones contará con mecanismos democráticos que permitan el control de la ciudadanía sobre aspectos que son de suma importancia y que ya no estarán sometidos a criterios de discrecionalidad o secretismo.

Los ciudadanos deben establecer control sobre el presupuesto del Estado, y cada centavo que se invierta en gestión administrativa o inversión pública debe pasar por mecanismos de fiscalización y rendición de cuentas por parte de la ciudadanía.

La tecnología actual a diferencia de la década del ochenta o noventa, nos permite crear las plataformas necesarias para que la ciudadanía monitoree las acciones de sus gobiernos y esto será una de las bases que diferenciará la actual forma de gobernanza o manejo del poder público, de la nueva forma de gobierno que se inaugurará pronto en nuestros países, ya que del actual modelo está en profunda crisis.

El panóptico a la inversa

A mediados de los años setenta Michel Foucault popularizó el concepto del panóptico en su libro “Vigilar y Castigar”, se trata de un modelo arquitectónico propuesto por Jeremy Bentham durante el siglo XVIII que funciona como mecanismo de control del comportamiento, aplicado al sistema penitenciario.

La centralidad de dicha figura radica una torre de control situada en medio de la cárcel desde donde el guardia puede vigilar todas las celdas, sin poder ser él observado, ya que la torre está construida de forma tal, que desde fuera es vista como opaca, por tanto, los reclusos no pueden estar conscientes si están siendo vigilados o no.

De esta forma Bentham sentó “el principio de que el poder debe ser invisible e inverificable. Visible: El detenido tendrá sin cesar ante los ojos la elevada silueta de la torre central de donde es espiado. Inverificable: el detenido no debe saber jamás si en aquel momento se le mira.

Este modelo de ejercicio de poder por medio de la presión de la vigilancia es la forma como se ejerce poder en la sociedad moderna, y puede ser aplicado en todas las esferas y ámbitos de la sociedad. No es descabellada la idea de que la transparencia y la rendición de cuentas (fiscalización ciudadana de los gobiernos), se convertirá en un panóptico a la inversa donde el poder de la vigilancia es ejercido, ya no del Estado hacia los ciudadanos, sino desde los ciudadanos hacia los servidores públicos.

Si el funcionario está consciente de que, según la ley, toda la información del gobierno es de carácter pública y que esa misma ley le fuerza a publicar en detalle acerca del manejo de recursos públicos que le son confiados y los criterios que sustentan sus decisiones, esa presión de saber que está siendo vigilado con la finalidad de que rinda cuentas, podría acelerar procesos de cambio de conductas delictivas dentro del Estado panameño.

La seguridad de que en cualquier momento los servidores públicos podrían estar siendo vigilados por la ciudadanía, tendría un efecto en el comportamiento social de los funcionarios públicos quienes tendrían que atender debidamente la exigencia social de transparencia o las consecuencias penales de la rendición de cuentas.

Foucault lo advierte cuando afirma “Poco importa por consiguiente quien ejerce el poder, un individuo cualquiera, tomado casi al azar, puede hacer funcionar la máquina”.

El término rendición de cuentas, está muy vinculado con la idea de controlar al poder, de prevenir y evitar sus abusos, de limitarlo a ciertas normas y reglas de conducta.

La actual forma de gobierno y su sistema clientelar democrático está en crisis y debemos evolucionar hacia una forma de gobernanza donde el ciudadano tenga control sobre la acción del Estado con el fin de convertir al Estado panameño en una empresa eficiente y honesta en el uso de los recursos, transparente en la dirección y orientación de las políticas públicas y la búsqueda del bien común. Al ubicar al ciudadano en el centro de la acción gubernamental estamos garantizando que Panamá pueda realmente entrar en el camino del desarrollo social incluyente.

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