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- 20/12/2009 01:00
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PANAMÁ. ¡Una maestra que imparte justicia! Desde el día en que conocí a la magistrada Esmeralda de Troitiño en la Corte Suprema de Justicia en el Palacio Gil Ponce De León en el cerro Ancón supe que era una mujer interesante.
El pasado 25 de octubre que me reuní por primera vez con ella en su sencillo despacho sólo tuve 20 minutos. Era jueves, día del pleno (así le llaman a la reunión de los nueve miembros de la Corte) y ella tenía prisa.
Desde hace 15 años trabaja en el Órgano Judicial y desde de 2005 se desempeña como magistrada luego de que el presidente, Martín Torrijos, la designara como miembro de la Sala Penal en reemplazo de César Pereira Burgos, quien falleció.
Su relevo termina el 31 de diciembre cuando tomen posesión los nuevos designados por el presidente Ricardo Martinelli
Es maestra, esposa, madre y abogada, pero sobre todo una defensora del género femenino.
La magistrada me prometió una segunda oportunidad de saber de ella. Esta vez fue en un ambiente más relajado. Esmeralda Elizabeth María Arosemena Bernal de Troitiño nos abrió las puertas de su refugio de fin de semana.
Es una casa con patio central ubicada en el centro de Coronado, un lugar donde uno puede quedarse todo el día sentado en una hamaca frente a un copioso jardín disfrutando del silbido del viento entre las hojas, del canto de las aves y de los vivos colores de las flores y plantas.
Al llegar a su casa nos recibe con ese gusto y esa elegancia que la caracterizan. No importa si está en casa o en la Corte. La ropa debe combinar. Vestido blanco, con diseño del momento y accesorios cuidadosamente colocados hablan de la dama. Me invita a sentar y me muestra el jardín central de su casa, su lugar preferido. A un lado hay un rancho con una hamaca con el nombre de Esmeralda que le regalaron sus colegas de la oficina para que descanse los fines de semana.
“Es una mujer que no descansa”, dice su esposo, Manuel Troitiño, mientras conversamos. “Ella se trae los expedientes para la casa de campo y allí en la hamaca pasa horas revisándolos”.
Muchas veces me he traído ese trabajo para acá, en el carro, en la casa, en la hamaca, en todos lados yo leía, cuando no había mucha complicación en el expediente me los traía. Es un trabajo realmente extenuante.
La familia entiende que en un momento dado si no lo hago así, debo quedarme hasta las 8:00 de la noche en la oficina, los leo, con el frescor de la brisa, con el olor de las plantas es mucho más agradable que estar en un despacho de la Corte.
Estábamos conociendo a una Esmeralda, que confiesa hablar con las plantas y dedicarle a cada una algo de su tiempo.
Cuenta entre risas y sorprendida cómo sentenció de muerte a una planta de flores “te he dado el lugar más privilegiado en el medio del jardín y no has sido capaz de darnos tus hermosas flores, como no florezcas de aquí al próximo invierno te mando a cortar”, y para su sorpresa ese fin de semana que la visitamos la planta estaba totalmente llena de flores. “Mi esposo dice que tengo demasiadas plantas”.
“Cosecho plátano, yo misma los siembro”. Con orgullo dice “la otra vez coseche maíz y prepare torrejitas, pero, no compro en los supermercados plátanos porque me disgusto por el precio”. También he sembrado yuca, marañón, caña, tamarindo, pipa, guandú, ciruelas.
¿Qué cosas se necesitan en la vida para tener un poco de esto y lo otro? —A la vida— hay que darle un balance, entre el trabajo, las cosas materiales y las cosas espirituales. “Cuando no estoy administrando justicia estoy en este lugarcito”
Yo creo que Dios me dio una oportunidad para que terminara mi carrera, en la administración de justicia, porque mi carrera profesional no termina aquí.
Ahora concluye mi carrera judicial, pero con la satisfacción de haber ocupado la más alta magistratura.
Para el común de la gente ser magistrado es una persona que imparte justicia; para tu familia es la cosa es lo más grande, es llegar a lo más alto.
¿Qué va a extrañar de la Corte? Voy a extrañar el trabajo de revisar el expediente, de evaluar ese material probatorio que le dice a uno por dónde está el derecho, darle vida a la norma.
He participado en algunas propuestas de leyes, como la creación del Código de la Familia, la reforma al Código Procesal Penal, todo esto explicándole a los diputados por qué una disposición en una forma y por qué en otra.
¿Puede comparar esta casa a su espacio que tiene en la Corte? Quizás no comparar, más bien añorar, en algunos momentos en los que he tenido situaciones difíciles complejas, he querido en ese momento, trasladarme a este espacio, para limpiar la mente y dejarla en blanco para poder nuevamente comenzar a pensar.
Lo he hecho en fracciones de segundos. Si no vengo un fin de semana acá, cuando es martes ya me siento cansada y con ganas de venirme.
La magistrada Troitiño es una de las tres panameñas que ha ocupado el cargo de magistrada del Pleno de la Corte. A partir de enero de 2010 el pleno estará integrado por nueve hombres.