La Orquesta de Cámara del Istmo, integrada por jóvenes músicos formados localmente, ha demostrado que es posible cultivar un proyecto musical con ambición,...
- 11/03/2010 01:00
PANAMÁ. De una situación de casi completa destrucción, el Partido Revolucionario Democrático (PRD) logró que la victoria de Ernesto Pérez Balladares en las elecciones de 1994 les supiera a gloria.
Los días de grandeza, sin embargo, se volvieron esquivos el año pasado cuando el partido que fundó Omar Torrijos sufrió la más aparatosa derrota política y una crisis sin precedentes; ni siquiera comparable con su casi desmembramiento tras la caída del régimen militar.
Había una prioridad tras el doloroso descalabro electoral: recomponer, reestructurar el partido y liderar la oposición política al gobierno de Martinelli.
El 18 de octubre de 2009, Francisco Sánchez Cárdenas asume la presidencia del partido, teniendo a otro veterano, Mitchel Doens.
La “nueva” cúpula presagiaba un fuerte golpe de timón en la línea de combate del partido.
La recuperación de la confianza, no solo de los votantes en general, sino de sus más de 500 mil inscritos era la otra gran prioridad.
Sin embargo, todo el ímpetu carburado desde el escogimiento de los nuevos directivos cayó bajo el influjo de circunstancias todavía no explicadas.
Cinco meses después de establecerse el nuevo Comité Ejecutivo Nacional (CEN) los ataques contra el presidente Martinelli han sido profusos; pero el esbozo de propuestas —salvo el establecimiento de una Asamblea Constituyente, a la que tradicionalmente mostraron ser contrarios— ha puesto al PRD en la órbita opositora real.
En paralelo, camina un segmento del partido compuesto por elementos militantes de muchas batallas políticas, que aparte de mostrar cierto descontento con los movimientos, dicen sentirse soslayados por la actual dirigencia, un peligroso aditamento si no se atiende consecuentemente.
“Dictador civil...”, “incoherente y ocurrente...”, “demagogo y mentiroso...”.
Son algunos de los señalamientos que la actual dirigencia del PRD ha hecho contra la gestión de presidente Ricardo Martinelli.
Los calificativos han sido dardos muy directos contra el mandatario; sin embargo, la ausencia de propuestas que acompañen los cada vez más incisivos ataques es una característica que no ha pasado desapercibida.
“En oposición, el PRD se ha convertido en un partido de ataques sin propuestas”, destacó Renato Pereira, quien desde su perspectiva sostiene que el colectivo se está manejando con una dirigencia que se ha quedado anclada en el pasado.
“El rol de la oposición, en cualquier democracia del mundo, es el de fiscalizar las acciones del gobierno y hacer propuestas frente a las ofertas gubernamentales. Eso no lo está haciendo el PRD, lo que hace más notable una debilidad en ese aspecto”, apuntó Pereira, un antiguo militante del PRD, que ha tomado distancia desde hace algunos años.
Varios analistas señalan que el abandono de las bases, la falta de actividades internas y posiciones unilaterales y personalistas fueron los ingredientes que se combinaron para que el PRD cayera en los comicios presidenciales del año pasado, pese a haber conseguido más de 20 diputados, numerosas alcaldías y representaciones de corregimiento en todo el país.
¿Habría alguna explicación para semejante descalabro en un partido cuya base popular mantuvo su consistencia?
“Encontramos un partido carante de organización y muy abandonado”, indicó a La Estrella el presidente del PRD, Francisco Sánchez Cárdenas, en claro reclamo a sus antecesores. La articulación del aparato partidario luce aún aletargada, mientras el tiempo comienza a operar contra la actual dirigencia.