Las raíces de la Ciencia Política en nuestro Panamá

A propósito de la creación de una licenciatura en Ciencia Política en la Universidad de Panamá —prevista para el año académico 2014— par...

A propósito de la creación de una licenciatura en Ciencia Política en la Universidad de Panamá —prevista para el año académico 2014— parece oportuno revisar los antecedentes vinculados a este acontecimiento.

EUROPA CONTINENTAL Y LAS DISCIPLINAS AUXILIARES DEL ESTADO MODERNO

Como recuerda Immanuel Wallerstein, el XIX es la centuria que atestigua el ingreso y la consolidación de las Ciencias Sociales en los claustros universitarios de Occidente. El precedente de todo ello lo constituye —a finales del siglo XVIII— la Revolución francesa y los consecuentes trastornos que experimenta la cultura medieval.

Será precisamente Napoleón Bonaparte quien alentará una transición desde las academias reales premodernas hasta su original propuesta de las grandes écoles, es decir, las instituciones precursoras de los recintos universitarios modernos en Europa.

Las disciplinas sociales debían —desde las florecientes instituciones académicas— coadyuvar con el Estado moderno en el proceso de racionalización de los cambios que se tornaron ineludibles en un mundo que comenzó a sacralizar el constitucionalismo y el principio de la soberanía popular.

De tal suerte, en el decimonono los alemanes ya estaban aupando las denominadas Ciencias del Estado —Staatwissenschaften—; entretanto, Emile Boutmy fundaba en 1872 —en las caballerizas de la parisina calle Saint Guillaume— la École Libre des Sciences Politiques, con el apelativo en plural —Ciencias Políticas— que se propagaría rápidamente en las universidades de América Latina.

ESTADOS UNIDOS Y LA CIENCIA POLÍTICA

Esta pesquisa conduce, asimismo, a los derroteros de la disciplina en la enseñanza superior estadounidense. En el país del septentrión la Ciencia Política es introducida en el pensum universitario a finales del siglo XIX. Klaus von Beyme sostiene que Francis Lieber, un académico alemán que emigró a Norteamérica, y otros pioneros estadounidenses formados intelectualmente también en Alemania —entre los que se destaca John W. Burgess—, inauguraron en 1880 en el Columbia College de New York la novedad disciplinaria.

Empero, mientras los empeños germanos y galos ya referidos desarrollaban disciplinas auxiliares al servicio de la administración estatal, el afán de los forjadores de la Ciencia Política estadounidense era diferente y realmente noble. En efecto, el objetivo de la enseñanza de la Ciencia Política en los Estados Unidos de América encontraba su venero en la necesidad de alentar la formación de ciudadanos conscientes y responsables de su papel en la vida democrática.

LA DISCIPLINA EN LA UNIVERSIDAD DE PANAMÁ

Pues bien, cabe recordar ahora que la Ciencia Política figuró en los planes de estudio de la Universidad de Panamá desde su fundación en 1935, y que a José Dolores Moscote y a César Quintero debemos la trascendente iniciativa. Trátase de dos conspicuos académicos panameños y el último de ellos es egresado de Georgetown University.

César Quintero es el autor de la obra cumbre de la Politología panameña en el siglo XX. Nos referimos, desde luego, a los Principios de Ciencia Política, texto que data de 1946, fecha en que vio la luz a través de hojas mimeografiadas. Posteriormente, la primera edición como libro salió de la imprenta en 1952 y a ese tiraje han seguido infinitas ediciones.

Es menester recordar que la obra de Quintero estaba fuertemente influenciada por un elogiado texto de Burgess —el ya mencionado zapador de la Ciencia Política norteamericana— titulado Political Science and Comparative Constitucional Law (1890). El panameño recibe, pues, las influencias de la Ciencia Política estadounidense de inicios del XX, esto es, la orientación institucionalista y la metodología comparativa histórica. Y permanece a distancia de la revolución behaviorista, iniciada tempranamente por Charles E. Merriam, que se consolidará hacia la mitad de la centuria entre los politólogos de la nación del septentrión.

En suma, desde la fundación de la Universidad de Panamá se ha enseñado la asignatura Principios de Ciencia Política, materia que se dictó originalmente en dos Facultades, a saber: Ciencias Sociales y Económicas y Derecho y Ciencias Políticas. Asimismo, conviene rememorar —con Alfredo Figueroa Navarro— que en esos momentos iniciales de nuestra educación superior el área de lo que hoy llamamos Politología incluía otros cursos como Política Social, Política Laboral y Política de la Salud, además de una asignatura denominada Principios de la Democracia.

Así como ocurre en las universidades de los Estados Unidos de América, en la Universidad de Panamá se han generalizado los cursos introductorios a la Ciencia Política en variadas carreras de pregrado. Y, actualmente, en el llamado Núcleo Común —asignaturas básicas de formación— está incluida la materia El Estado de Derecho. No obstante, lo que constituye una necesidad para Panamá es la institucionalización de la enseñanza y la creación de un sistema que otorgue estabilidad a la práctica académica e investigativa de la disciplina. Ello podrá enriquecer eventualmente la vida política y cultural de la sociedad panameña.

Análogamente al contexto en el que nació hace más de un siglo la Ciencia Política norteamericana, la erección de la licenciatura en Ciencia Política en la Casa de Octavio Méndez Pereira es imperiosa, no solo porque posibilitará la formación de los forjadores de las Políticas Públicas panameñas, sino por cuanto contribuirá a la divulgación de los valores democráticos entre los istmeños.

LA POLÍTICA Y LA CIENCIA POLÍTICA

Sea como fuere, la apertura del pregrado el próximo año permitirá un discernimiento entre la política y la Ciencia Política. Ambas tienen, ciertamente, igual referente empírico; empero, la consideración que prestan al fenómeno político es disímil. Efectivamente, tal como aclara José Nun, una cosa es la ideología política —que a veces asume, incluso, la forma de propaganda política— y otra muy distinta la investigación científica de la política. Hay, pues, un peligro evidente si se confunden ambos niveles de actividad. En todo caso, el enfoque científico que será asequible merced a la licenciatura en Ciencia Política resulta imperioso para comprender los procesos políticos.

LA ÉTICA DE LA POLÍTICA

No obstante, y así lo advierte Fernando Calderón Gutiérrez, estudiar la política no es ajeno a interrogarse en torno a lo que uno quiere hacer con la política, lo que conduce a la ética de la política. Por ello, el proyecto académico de crear un pregrado en Ciencia Política hace realizable un ideal proclamado por Aristóteles. El filósofo griego aseguró que la Política, definida como doctrina de la vida buena y justa, es una rama de la Filosofía Práctica. Y, como tal, la Política es la continuación de la Ética.

DOCENTE UNIVERSITARIO

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