Un buen estudiante, tranquilo y algo introvertido, que fue monaguillo y empleado en un supermercado antes de alcanzar la fama. Esos son algunos retazos...
- 19/06/2015 02:00
Hubo una época en la que Pixar era la novedad del cine de animación. En la que cada una de sus películas llegaba con una marca que significaba calidad en imagen y una propuesta novedosa, un éxito asegurado y la posibilidad de que grandes y chicos pudieran pasar un buen rato juntos, sin sonrisas ni llantos impostados.
Ese es el Pixar que vuelve esta semana con Intensa Mente , el mejor largometraje del estudio de esta década, otra vez bajo la dirección de Pete Docter, uno de los veteranos y referentes del estudio, realizador de Monster, Inc. (2001) y la premiada Up , una aventura de altura (2009).
Después de las sagas de Cars y Aviones , Pixar vuelve a apuntar al público adulto con una propuesta que se centra en la inteligencia emocional y el interior de la mente humana; y el resultado es un filme tan conceptual y profundo como simple en su capa más gruesa, tan melancólico como divertido, y tan esperanzador como reivindicador de la tristeza en la infancia, algo que podría remitir a las pérdidas de las primeras películas de Disney.
Pero esta es una propuesta mucho más conceptual que Dumbo (1941) o Bambi (1942). Es sobre lo que sucede dentro del cerebro de Riley, una niña de 11 años que enfrenta un momento clave en su vida: el paso de la infancia a la adolescencia y de la aparición de las primeras angustias.
Quizás por eso muchos hablaron de ella como una película subversiva o contracultural. De qué otra forma, después de todo, se podría considerar un filme infantil que reivindica la tristeza, que recuerda a situaciones como la muerte de la madre de Bambi o la tristeza de Dumbo al ser ridiculizado por sus grandísimas orejas.