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Ghazel: 'Como artista debo hacer algo por la sociedad'
- 10/05/2023 00:00

Aunque Ghazel tiene una de las mejores trayectorias en el performance contemporáneo, la artista iraní deja que su trabajo hable por sí solo. Con una mezcla de humor, fuerte crítica al clima sociopolítico actual y sensibilidad, exhibe obras que muestran la realidad de aquellos que se quedan atrás en situaciones como la guerra o la migración, y humaniza sus experiencias.
El pasado fin de semana la artista tuvo la oportunidad de exponer su trabajo en diferentes eventos culturales del país, uno de estos el Performa Panamá (Pepa), el primer festival internacional de performance en el país, organizado por Museo de Arte Contemporáneo (MAC) y Visiting Minds a partir de este año.

Durante su estadía en el istmo, la artista de performance conversó con La Estrella de Panamá sobre su trayectoria y algunas obras del material exhibido en el país.

Me inspiro en mí misma. Nací y crecí en Irán, durante el tiempo que estuve ahí hubo revoluciones y guerras, así que las referencias que hago en mi trabajo son porque viví la guerra. En cuanto a la migración, nunca me he considerado migrante, más bien [creo que] soy alguien que está en un constante transitar, así que siempre he tenido estas preguntas sobre tener un lugar al que pertenecer y mis raíces, especialmente porque me fui sola a estudiar a Francia y me sentía culpable desde que empecé a estudiar en la escuela de arte en 1988; ahí comencé a trabajar en un proyecto muy importante sobre mi sentimiento de culpabilidad por haber dejado mi país natal y mi familia durante la guerra, y también porque en mi primer año en Francia, uno de mis mejores amigos falleció en la guerra, y de repente todos los posters y películas sobre guerra se volvieron muy reales para mí. Esto se volvió una obsesión, pero también creo que fue una manera de exteriorizar lo que sentía en ese momento. Siempre me han interesado los problemas sociopolíticos porque considero que el arte no es entretenimiento ni decoración, y creo que como artista tengo que hacer algo por la sociedad, no solo mostrar una creación estéticamente atractiva como mi trabajo.

Tendrías que preguntarle a la audiencia, pero sí me he dado cuenta de que al inicio [transmitir el mensaje que quería] era complicado. Una de mis grandes inspiraciones era Joseph Beuys, así que mi arte era muy oscuro. Eso cambió después de hablar con diferentes profesores, especialmente uno de mis profesores sudamericanos, quien me dijo que mi arte debía ser universal y entendible para todos, para eso tenía que hacer cosas simples con las que la gente se identificara. Por eso utilizo muchos elementos infantiles en mi arte y los títulos de mis obras son bastante genéricos, porque no quiero guiar a nadie a pensar nada, aun así seguía queriendo que mi arte tuviera seriedad. En 1995 empecé a hacer trabajo social porque creí que debía hacer algo por la sociedad, y pensaba que como artistas debíamos ser útiles, además no estaba interesada en presentar mi trabajo en galerías o museos de arte y así empecé a dar terapias artísticas a niños de bajos recursos en el sur de Francia, pero luego tuve la oportunidad de hacerlo con niños en Irán por un mes y lo interesante de esa experiencia fue que lo que conectó a los niños conmigo fue nuestro sentido del humor, porque en Irán eso es muy importante. Luego me di cuenta de que no lo empleaba en mi trabajo, así que empecé a “guionizar” mis performances e incluí el humor. Actualmente, creo que es uno de mis más grandes fuertes y lo que más conecta con las personas que ven mi trabajo.

Claro, el trabajo social es la esencia de lo que soy como ser humano. Eso no quiere decir que soy una trabajadora social o una terapeuta artística, pero soy una artista que usa esas herramientas y eso cambió mi vida. Me alejé del egocentrismo [artístico], y aunque siempre estuve interesada en la justicia social, por la crianza de mi familia, el trabajo social me hizo poner los pies en la tierra. Luego uní el trabajo social y el arte cuando me dijeron que propusiera un performance para la bienal de Venecia dirigido por Romeo Castellucci. Hice un workshop de terapia artística con la condición de que quienes participaran deberían recibir una remuneración, la bienal aceptó y así fue como surgió 'Marco I', una de las obras que presenté en el Museo de Arte Contemporáneo. Otras escenas que presenté, aunque no son parte de mi trabajo social, sí están inspiradas en lo que hago durante ese tiempo.
Durante la pandemia regresé a Irán, quería estar en Irán y sí me impactó porque estuve en mi casa, en la cual convivía con mi familia antes de que ellos murieran. Fue muy interesante porque estuve completamente sola, ya que a inicios del confinamiento no podías salir ni ver a alguien y eso cambió completamente la dinámica entre la casa de mi familia y yo, y así fue como nació 'Untitled'. Pensé en hacerlo porque justamente en ese momento un avión había sido derribado por un pasajero iraní, lo que me conmocionó muchísimo. Por otro lado, mi hermano también falleció en un avión años atrás y por la pandemia, nadie podía viajar, así que la idea de los aviones estaba ahí. Siempre trato de utilizar diferentes elementos para crear un mensaje, y dependiendo de cómo el espectador lo lea tendrá un significado diferente, es por eso que el proyecto se llama 'Untitled'. Otros aspectos que todos tuvimos en común durante la pandemia –como el miedo y la solitud– también forman parte de este proyecto.
Quiero lo mejor, pero lo que no quiero ahora mismo es sangre, porque se ha derramado demasiada ya. A veces tenemos que ver hasta dónde van las cosas, pero me gustaría que las cosas fuesen mejores porque es mi país. Amo a Irán, y no hago publicidad de las cosas que hago [como artista] en otros países por respeto a la sangre derramada, hay mucha y quisiera que ya no fuera así.