El Festival de Debutantes se realizó el 5 de julio en el Club Unión de Panamá. Es organizado por las Damas Guadalupanas y se realiza cada año para recaudar...
- 24/03/2018 01:03
Abigaíl se despierta cuando aún es de noche y los pájaros no cantan. Se levanta de la cama, los pies sobre las pantuflas, el arco de los anteojos soportado por la nariz y las patas por las orejas. Se da un baño y se enfunda la misma bata de siempre. Hace calor. Recoge su pelo en un moño parecido a las cebollas que se dispone a cortar cuando llega a la cocina. Medio kilo, las lava, las pela, las corta en brunoise perfecto aunque ella no sepa de este vocablo culinario. Aquí vale más la práctica y los años que la terminología. Zanahorias naranja, papas blancas. Maneja el cuchillo con hábil destreza pues es lo que tienen las abuelas: buenas manos de pergamino que saben de curar rodillas y de hacer guisos para los almuerzos de los domingos.
Sofríe el arroz antes de ponerle agua, deshuesa las piezas de pollo, las suelta en el sartén y va dándole vuelta a la sopa de lagarto que hace horas comenzó a hervir y a llenar la cocina del olor tan propio de esos caldos. Se encarama en un banco viejo de madera para alcanzar la parte alta del escaparate donde están los manteles. Los de siempre. Esos blancos con pequeñas flores delicadamente bordadas que parece que pierden pétalos cada vez que se usan. Los extiende uno a uno en su puesto sobre la larga mesa de cedro, cual esa pintada en el mural de Da Vinci.
Al acercarse el mediodía ya están dispuestos los platos llanos, cuchillos, cucharas, cucharitas y tenedores de plata, lustrados, en su lugar. La gran olla de guiso corona la mesa desde el centro y a la derecha el arroz con vegetales y tajadas de plátano. Del otro lado hay papas fritas con ajo y especias. Le siguen una guarnición de lentejas verdes y dos cuencos de barro con queso llanero. En la nevera aguardan el dulce de icaco y dos jarras de jugo de mango que Abigaíl ha preparado con todo el amor del mundo. Comienza a servir en los diez platos hondos la sopa y en cada uno pone, cuidadosamente, una ramita de perejil.
Se hace la una. Se hacen las dos, tres y media. Está Abigaíl, trapo empapado con vinagre en sus manos, espantando las moscas. Se sienta en una de las sillas, cansada se limpia el sudor de la frente con el mismo pañuelo y la realidad, de nuevo, la sobrecoge. Al llevarse la primera cucharada de sopa fría a la boca recuerda que nunca aprendió a cocinar para un solo comensal.
PROFESOR DE IDIOMAS Y AUTOR
EDUARDO BELLO
@elcraneoroto
Los Teques, 1992. Lector miope. Profesor de idiomas egresado del Instituto Pedagógico de Caracas.
En 2014 publica la plaquette de cuentos ‘Miopía Caraqueña', bajo la editorial El pez soluble.
Sus cuentos y poemas han sido publicados en la revista ‘Panorama de las Américas' (Copa Airlines), ‘Maga' (#78), ‘De un tiempo a esta parte: Asamblea de nuevos cuentistas en Panamá' (Foro/Taller Sagitario Ediciones, 2016) y en medios digitales.
Enseña español en la Escuela Internacional.