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- 08/11/2020 00:00
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De los aproximadamente mil quinientos volcanes que hay en el mundo, el 7% se encuentra en Japón, 110 volcanes activos. Esto que podría asustar a muchos, es en realidad una fuente de ingresos y un beneficio para la salud de los ciudadanos y visitantes de las aguas termales del país del sol naciente.
La respuesta sería: un complejo hotelero que cuenta con baños o aguas termales, pero si se quiere profundizar en el sentido japonés, la respuesta se vuelve más compleja.
En 1948 se crea la Onsenhou –Ley de aguas termales– para proteger las aguas y a las personas que las utilizan. Para ser considerado onsen, el lugar debe cumplir algunas normas, por ejemplo, que en el punto de salida el agua esté a 25 grados Celsius, o que contenga de forma natural al menos uno de los 19 elementos químicos o minerales que estipula la ley.
Los baños termales se usan en Japón desde el período Nara (710-794) según su primera aparición en textos escritos. En el nihon shoki –Crónicas de Japón– del año 720, se dice que se utilizaban en rituales sintoístas de purificación y que entre sus usuarios estaban los emperadores. Entre los más antiguos onsen se mencionan el Dogo, en cuyos alrededores se han encontrado restos de cerámica con más de 3 mil años de antigüedad. Otros son el Arima, el Akiu, el Nanki-Shirahama y el Tamatsukuri.
Los monjes budistas creían que el baño de aguas termales alejaba las enfermedades y atraía la buena fortuna, razón por la cual algunos templos tenían facilidades para bañar enfermos y también a los pobres.
En el período Heian (794-1185) los poblados donde se encontraban aguas termales terminaban convirtiéndose en Onsen machi –pueblos o aldeas para atender a los visitantes–. En un principio las termas eran frecuentadas por todas las castas, pero al llegar al período Kamakura (1185-1333) pasan a ser visitadas solo por los nobles, incluso se cuenta que el Daimyo –señor feudal– Takeda Shingen tenía 10 onsen secretos en sus tierras para uso propio y el de sus soldados.
Tres siglos más tarde, en el período Edo (1603-1867), volverían a ser accesibles a todos: los samurái, artesanos, agricultores y comerciantes. A finales del período arribaron misioneros cristianos, que al ver a hombres y mujeres bañándose desnudos les pareció una inmoralidad e influyeron en el gobierno que luego prohibió el baño mixto.
Japón cuenta con más de 27 mil onsen con diversas características en toda su geografía, aunque todos mantienen el uso medicinal. Desde el período Edo se estableció la norma Isshukan hitomeguri, es decir, que los tratamientos termales debían durar una semana para curar los males. En la actualidad estudios de las propiedades de los elementos en el agua, son utilizados por los onsen para su publicidad enfatizando los minerales y sus efectos curativos. La lista incluye aflicciones que van desde cortadas, desórdenes ginecológicos o diabetes, entre muchos otros.
Algunas reglas se han mantenido a través de los tiempos, por ejemplo, muchos onsen separan a sus huéspedes por sexo, por lo que conviene conocer el kanji –caracteres logográficos utilizados en china y Japón– para no equivocarse de recinto, la pronunciación de las palabras sería onna –mujer– y otoko –hombre–; otra que permanece es sobre los tatuajes, los cuales están relacionados al yakuza –mafia japonesa–, muchos lugares no admiten la entrada a personas que los tengan. Debido a la cantidad de turistas anuales que visita Japón, se han creado los Kashikiri onsen –aguas termales privadas–, que atraen más público; el baño debe realizarse desnudo y acoge familiares y otros grupos; en caso de individuos pudorosos, también se les ofrece privacidad; recientemente algunos aceptan vestidos de baño.
La mayoría de las termas están en interiores, pero existen también los routen buro –baño al aire libre– para además disfrutar las vistas, sumando así la relajación que producen ambos, tanto el baño como la naturaleza cuya intensidad produce una recuperación más rápida de la dolencia y además mantiene la buena salud. También en el período Edo surgieron los Toji onsen –terapia de aguas termales–, usualmente hechos con grandes rocas que permiten al bañista disfrutar sentado dentro o fuera del agua.
En la actualidad, uno de los más famosos onsen es el Kusatsu onsen, un lugar impresionante cuyas aguas sulfurosas no solo se utilizan en los baños termales, sino que por medio de un ingenioso sistema el agua que sale del subsuelo a 95 grados Celsius se utiliza para calentar las tuberías de agua, ¡sin mezclarlas!, por un lado se reduce la temperatura de las termas a 54 grados y se sube la temperatura del agua de consumo humano de 7 a 64 grados, y así provee de forma gratuita agua caliente a toda la ciudad, además de utilizarla para calentar piscinas públicas, escuelas y el centro de atención a la población vulnerable.
Con la cantidad de onsen ubicados en Japón, sería maravilloso hacer una visita, para disfrutar y experimentar las bondades de las aguas termales en nuestro organismo.