La dieta digital

Los padres modernos viven preocupados por saber cuánto tiempo deben estar los niños frente a una pantalla. A Pedro le inquieta que cuand...

Los padres modernos viven preocupados por saber cuánto tiempo deben estar los niños frente a una pantalla. A Pedro le inquieta que cuando su hija llega del colegio lo primero que hace es encender el computador para conectarse al Messenger y seguir hablando con sus compañeros.

‘El tiempo que dedica a hablar con nosotros es muy poco. Casi siempre está en Facebook, chateando con sus amigas’. El temor de Pablo, otro padre, es que su hijo tiene muchos aparatos digitales que lo distraen de las tareas. Si no está con su iPhone chateando, está jugando con videojuegos en línea, y cuando se cansa de eso, sigue con el Wii y luego regresa al computador. ‘Él hace tareas en medio de todos esos estímulos. Yo no creo que pueda concentrarse así’. Gloria, la mamá de Susana, comparte esos temores con los demás desde que encontró que su hija tiene un novio por BlackBerry. Le llama la atención que esos aparatos interfieran en su proceso de socialización. ‘Nunca se ven. En realidad es un novio virtual’, cuenta.

Esta situación en nada se parece a la que ellos vivieron de pequeños, cuando sus padres solo tenían que lidiar con el tiempo frente al televisor. Ahora el número de pantallas a las que los niños están expuestos es mayor, y las usan de manera intermitente. Y con la llegada de dispositivos móviles que integran todo lo anterior, se ha vuelto más difícil limitar su uso. Como si fuera poco, la edad de inicio a estos aparatos es cada vez más temprana. Las mamás han encontrado en la televisión, el computador y el celular aliados para que los niños se entretengan.

Un estudio de la Kaiser Family Foundation que se dio a conocer a principio de año mostró que el tiempo promedio de los niños frente a estos nuevos medios hoy es de ocho horas, dos horas más que hace cinco años. Si se tiene en cuenta que muchos usan estos aparatos simultáneamente, ese lapso aumenta a 10 horas y 45 minutos, más que la jornada de trabajo de un adulto.

Pese a que la tecnología ha sido acogida por los padres, pues ellos son quienes les compran estos aparatos porque creen que si no lo hacen se pueden quedar rezagados, o porque sirven para mantenerse en contacto con ellos y saber dónde están, lo cierto es que aún no se conocen los efectos reales de la continua exposición a tantos estímulos. La principal preocupación sigue siendo el desempeño académico. El estudio de la Fundación Kaiser encontró una correlación entre los niños que utilizan estos aparatos durante 16 horas al día y el bajo rendimiento escolar. Algunos trabajos han demostrado que los computadores y los celulares estarían moldeando el cerebro de los jóvenes, aún en proceso de desarrollo, y los estarían acostumbrando a vivir desconcentrados y a cambiar de actividad permanentemente.

‘Parece que el cerebro aprende a recompensarse por no estar en una sola tarea y saltar de una cosa a otra’, dijo Michael Rich, profesor de la Universidad de Harvard, a The New York Times. ‘Lo anterior estaría demorando el desarrollo de la función ejecutiva, que tiene que ver con la planeación, el control de los impulsos y el concepto de responsabilidad’, dijo a SEMANA John Medina, biólogo, autor del libro Brain Rules for the Baby.

DIETA PARA EL CEREBRO

Ante esta problemática ha empezado a tomar fuerza la expresión ‘dieta digital’, que consiste en buscar el balance ideal del consumo de tecnología para aprovecharla al máximo y evitar excesos. ‘Así como nos preocupamos por los alimentos que están comiendo, tenemos que saber con qué se están alimentando sus mentes’, dice Rich. La mayoría de los expertos está de acuerdo en que la tecnología es buena, pero debe ser dosificada a dos o tres horas diarias. Mientras menos, mejor, dice Medina. ‘Cuando no hay balance en la vida de un niño, este puede perderse vivencias con la naturaleza, la familia y los amigos, que ayudan a fortalecer su personalidad y sus habilidades sociales’, señala a SEMANA Nathan Freier, profesor de Interacción Humana-Computadores del Rensselaer Polytechnic Institute.

ENTRE EL MUNDO REAL Y VIRTUAL

Para otros, establecer un máximo de consumo no es suficiente. Camilo Mendoza, psicólogo de la Universidad Javeriana, considera que los padres tienen que llegar a acuerdos con sus hijos sobre la importancia de que solo usen esos medios luego de hacer sus tareas. ‘Hay casas donde los jóvenes primero se dedican a Internet, y si dejan las tareas para el final, va a ser mucho más difícil resolverlas’, señala.

Pero nada se logra con balancear el tiempo si no se controla la simultaneidad. Aunque muchos expertos consideran que hay personas capaces de hacer dos cosas al tiempo, cada vez más estudios señalan que las realizan sin atención. ‘Puede que logremos más, pero lo que hacemos es de menor calidad, y eso es problemático’, dice Freier. Por ello, la mayoría de los expertos recomienda a los padres insistirles a sus hijos que cierren los chats y Facebook mientras estudian.

Para Ellen Wartella, experta en uso de los medios de la Universidad de Northwestern, también hay que tener un ojo puesto en el contenido. ‘Lo que ellos miran es tan importante como el tiempo que le dedican’, dice. Según ella, aquellos sitios o programas con contenido comercial, violento o altamente sexual se deben evitar.

Lo anterior lleva a recomendar que los padres se involucren más en el mundo digital para ver cuáles sitios, aplicaciones y programas de televisión les pueden traer beneficios educativos a sus hijos. Según Don Tapscott, autor del libro Growing Up Digital, algunos videojuegos se enfocan en aventuras y exploración que obligan a los niños a tomar decisiones o a probar hipótesis, y a interactuar con otros, lo que hace que una actividad que parece solitaria sea una experiencia enriquecedora.

Y está también el ejemplo. Las nuevas tecnologías no solo están generando compulsión en los jóvenes, sino también en los adultos, quienes muchas veces no son capaces de dejar a un lado su teléfono para concentrarse en una conversación cara a cara. Liz Perle, de la organización Common Sense Media, señala que los padres deben hacer esta dieta ellos mismos y controlar el tiempo que le dedican a Facebook y a sus BlackBerrys.

También recomienda no entretener a los niños con una película o con sus teléfonos para tenerlos quietos. En este punto coincide con Medina, quien considera que los niños menores de dos años no deberían estar expuestos a la televisión. Para los más grandes, los especialistas aconsejan no darles teléfonos muy sofisticados, para evitar que abusen de su consumo.

Para Pilar Caballero, investigadora de la Universidad Pedagógica, las tecnologías pueden afectar el resultado escolar pero no por el aparato en sí, sino por el uso que se les da, ‘y eso depende es del control, de la disciplina y la orientación de los padres’, dice. Y agrega que hay tareas que están planteadas para hacerse por Internet, no solo para buscar información, sino para colaborar a través de la red. Annie de Acevedo, psicóloga del colegio Nueva Granada, señala que buscar información por Google genera más estímulos en el cerebro que un libro. Con ella coincide Tapscott, quien cita una investigación hecha en 2006 en la que se le mostró a un grupo de jóvenes una noticia por un medio de comunicación tradicional y por un webcast interactivo en el que había hipervínculos para obtener más detalles del tema. ‘El resultado es que los jóvenes de esta generación recuerdan menos la información que brindan los medios tradicionales que las versiones interactivas’, observa Tapscott. Todos ellos también están de acuerdo en que la palabra clave es equilibrio. No se trata de prohibirles estos aparatos, porque eso sería como tapar el sol con las manos. Además, en dosis mesuradas, los niños aprenden rápido a usar la tecnología en formas nunca imaginadas y las ajustan a sus necesidades e intereses. ‘Eso es lo que les tocó vivir -señala Acevedo-. No darles un computador sería como prohibirles un lápiz cuando ya están listos para usarlo’.

Lo Nuevo