La ira de la naturaleza

  • 14/01/2023 00:00
Christian AID listó los 10 desastres meteorológicos mayores de 2022. Muestran una naturaleza desestabilizada
Huracanes, sequías, lluvias e inundaciones son parte de los desastres naturales que ocurrieron en 2022.

La llamaron la Bomba Ciclónica. Una gigantesca tormenta se desató sobre EE.UU. en diciembre. Las precipitaciones de nieve, las pluviales y la velocidad de los vientos batieron récords históricos. Las temperaturas descendieron bajo cero en 48 estados. No fue una situación aislada.

Christian AID listó los 10 desastres meteorológicos mayores de 2022. Muestran una naturaleza desestabilizada. Fueron:

1. El huracán Ian.

- Fue el más destructivo después del Katrina.

- Impactó centralmente Florida.

2. Sequías extremas en Europa.

- Fueron las mayores desde 1880.

- Dejaron con poca agua los grades ríos: Rin, Loira, y Po. Interrumpieron el tráfico fluvial.

3. Inundaciones en China.

- Lluvias torrenciales de magnitud inédita.

4. Sequías en China

- Generaron la baja de su mayor río, el Yangtze.

5. Fuertes inundaciones en Austria.

6. Inundaciones en Pakistán.

- Produjeron 7 millones de desplazados.

- Destruyeron 8 millones de hectáreas.

- Mataron 1.1 millón de cabezas de ganado.

7. Tormenta Eunice.

- Afectó el norte y el centro de Europa

8. Sequía sin precedentes en Brasil por las deforestaciones

9. Huracán Iona

- Dejó sin luz al 90% de Puerto Rico.

- Canadá tuvo el mayor ciclón de su historia.

10. Sequías en África oriental

- Causaron hambrunas en gran escala.

Perspectivas

Los 10 desastres mayores, y otros, muestran la ruptura de equilibrios climáticos que están aumentando más rápido de lo previsto.

Las causas son visibles. El dióxido de carbono, el principal gas de invernadero, era al cerrar 2022, 418 partes por millón, la cifra más alta registrada, un 21% más que 10 años atrás. Ha disparado el calentamiento global, el incremento (del nivel) de los mares, los huracanes, las inundaciones, las sequías y los megaincendios. En Gran Bretaña, por ejemplo, los incendios forestales de 2022 cuadriplicaron los del año anterior. En 2030, de no reducirse las emisiones sucias de la industria de combustibles fósiles, habrá nuevos ascensos en la frecuencia e intensidad de los desastres, devastarán zonas cada vez más amplias, degradarán aún más la diversidad biológica, llevan a la implosión de ecosistemas claves. Es urgente que se cambie la actual matriz energética por una de energías alternativas limpias. Sin embargo, siguen los ejemplos de irresponsabilidad empresarial. Como el caso muy criticado de la British Petroleum, que al margen de su discurso oficial proecológico, planificó invertir en 2023 el doble en energías fósiles que en energías alternativas. Pareciera que los intereses económicos que promuevan la crisis climática creen que es posible saltear o postergar la ira creciente de la naturaleza. No es así. No es posible negociar con la naturaleza como lo ha explicado repetidamente la ONU.

La mayor esperanza se halla en la movilización continua de la ciudadanía para exigir las políticas, y cambios imprescindibles antes de que el mundo, como dice Greta [Thunberg], sea una inmensa bola de fuego. Un desarrollo nuevo estimulante que las cortes de justicia europeas están tomando cada vez más en serio es el caso ecológico. En diversos países aceptan las demandas de la sociedad civil, por políticas públicas más activas, y sanciones a los polutores. Se impone obligar al cumplimento de los grandes acuerdos de las cumbres climáticas. Entre ellos que los países ricos financien a los en desarrollo por los daños que les causan. Pakistán planteó en la última cumbre, que solo contribuye al 3% de las emisiones tóxicas. Preguntó por qué tiene que asumir íntegramente la inundación sin parangones de su territorio causada por los desastres generados por las naciones ricas.

El tiempo apremia para rescatar la naturaleza. Es la única opción, y el espacio para avanzar las energías alternativas, se está cerrando.

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