Memoria, tiempo y sensación

PALABRA. Marcel Proust (1871-1922) creció en el seno de una familia parisinamente adinerada. Desde su primer libro, ‘Los placeres y los ...

PALABRA. Marcel Proust (1871-1922) creció en el seno de una familia parisinamente adinerada. Desde su primer libro, ‘Los placeres y los días’ (1894), revela una pluma introspectiva, un afán por diseccionar aquel fenómeno que rige y permea nuestras vidas: el tiempo. Es una obsesión que reaparecería en su obra maestra ‘En busca del tiempo perdido’, un ambicioso proyecto literario que consta de siete partes.

La primera de ellas, ‘Por el camino de Swann’, fue publicada en 1913, mientras que el último volumen, ‘El tiempo recobrado’, apareció en 1927.

Se trata de una de las obras cumbres de la literatura universal, con marcados matices psicológicos, cuya primera parte apareció hace 100 años, a cuenta del propio Proust, a quien la editorial Grasset, que aceptó publicar la novela, le exigió correr con las gastos de la edición.

En conmemoración del centenario de la publicación de ‘Por el camino de Swann’ —cuyos primeros bosquejos se remontan a 1908—, presentamos un análisis de la obra, donde los sentidos abren una brecha que permite explorar los recuerdos más remotos. Este primer volumen se nutre con las memorias de infancia del escritor, quien describe con profundidad las veladas pasadas con su madre antes de dormir, a las amistades que gustaban de visitarlos en horas nocturnas; los viajes vacacionales a Combray, las relaciones con la abuela materna y la servidumbre, por mencionar algunos temas.

NOVELA Y PSICOLOGÍA

Enid Starkie, ex profesor del Somerville College de Oxford y estudioso de la obra del novelista francés, comentó acerca del trabajo del escritor galo que ‘su exploración recorre profundidades de la conciencia nunca antes sondeadas por la novela, y amplía enormemente sus posibilidades psicológicas.

La propuesta de Proust es que nuestro verdadero yo se oculta a nosotros, y su simbolismo es un esfuerzo por volver a capturar el pasado perdido o, más bien, el pasado extraordinario, porque nada se pierde nunca. Sin embargo, no creía que pudiera recuperarse voluntariamente, sino sólo a través de una iluminación imprevista, cuando un vívido recuerdo resplandece de repente —Dejá Vú, experiencia de los sentidos donde uno rememora que ha vivido antes alguna experiencia pasada-presente— a través de una pantalla interna de la visión…

Su obra está dominada por la distinción entre memoria voluntaria e involuntaria. Para Proust existen dos mundos, uno en el tiempo y otro en la eternidad, a los que sólo se puede acceder cuando los revelan esporádicos relámpagos de percepción. La función del artista consiste en apoderarse de esos escasos momentos y utilizarlos para iluminar la vida del tiempo.’

La psicóloga panameña Yolanda Crespo también ha realizado una lectura crítica de la primera parte de ‘En busca del tiempo perdido’. ‘Proust en su obra maestra estudia el tiempo, la memoria, nuestra percepción de ambos factores, del mismo modo que nos muestra nuestros cambios y analiza los cambios de diferentes personas de diversos estratos sociales a través del tiempo y el espacio… Nos ilustra cómo un señor que en su juventud por poco se suicida por el amor de una mujer, no sólo no la reconoce, sino que pregunta quién es esa persona que tanto le disgusta por su aspecto bastante repulsivo’, dictaminó.

Crespo destaca cómo Proust evidencia la forma en que ‘los sonidos, la música o una pieza musical nos puede traer a la memoria los recuerdos de un suceso o grupo de personas específicas… Sobre el gusto o el paladar, Proust relata cómo al probar un dulce le vinieron a la memoria los recuerdos de una época de su niñez… relaciona experiencias sensoriales con nuestra memoria y recolección de experiencias del pasado; cómo ciertas esencias, aromas y olores nos pueden traer recuerdos específicos de una época de nuestra vida; un perfume determinado nos recordará a una etapa de nuestra vida’.

‘Debido a que su autor se movía en diversos círculos —prosigue Crespo—, tales como, la aristocracia, la burguesía, las clases medias y humildes, logra hacer un estudio sociológico muy profundo y detallado sobre los manierismos de estas personas y su significado en cuanto al modo de ser de las distintas personas según las diversas clases sociales, la manera de estos de ver el mundo y sus valores… En fin, hace un estudio sicológico muy completo de la mentalidad de la época y de cómo ésta va cambiando con el pasar del tiempo, en las distintas capas sociales’. En opinión de la psicóloga, el literato desnuda el funcionamiento de la aristocracia, de una nobleza dominada por el esnobismo, regida por las apariencias y no por la realidad.

Para Crespo, el tema de las relaciones románticas también es abordado por el novelista, quien describe ‘estados de infatuación, de sugestión, de su amor por Albertine, pasajes de tortura mental y de autoanálisis’. ‘Examina los elementos de la mezquindad y el masoquismo. Finalizando la obra, el autor hace un análisis novelado, detallado del proceso del olvido en lo que respecta a las relaciones amorosas y en las otras facetas del mismo’, apuntó. Es una realidad que se repite a lo largo de las épocas, la del enamorado que persiste en invertir tiempo y esfuerzo en la quimera de una relación en la que no solo no es correspondido, sino engañado y humillado.

¿LITERATURA DE TRANSICIÓN?

Además de poseer elementos que hacen alusión a un posible complejo de Edipo experimentado por Proust, la novela representa un vivo retrato de la Francia de a principios del siglo pasado, una sociedad cuyos vicios todavía repercuten en el presente.

Swann, el protagonista, es miembro de aquella sociedad parisina, un símbolo de la deformación de una época. De ascendencia judía, beneficiario de una elevada formación cultural y una clase acomodada, Swann alcanza las esferas más altas de la sociedad de su tiempo. Pero su ingreso en este mundo de lujo y esplendor tiene su precio: se enamora de una cortesana llamada Odette, quien lo engaña y humilla sistemáticamente. Aún así, logra desposarla y procrear una hija.

André Gide, otro escritor francés, afirmaba que la obra respondía ‘a un egoísmo generacional propio de las sociedades en decadencia, en crisis terminales, donde una fuerza nueva pugna por salir, nacer mientras la vieja tropa se resiste a morir y dar paso a los cambios’.

Después de un importante tiraje inicial, la editorial Grasset suspende la edición de ‘Por el camino de Swann’ ante el estallido de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). ‘Cuando la Primera Guerra Mundial llegó a su fin, el mejor novelista vivo era Marcel Proust, y su obra dominó la novela durante medio siglo. No existe ningún documento más revelador acerca de los 50 primeros años de la Tercera República que ‘En busca del tiempo perdido’’, afirmó Starkie.

En 1916, dos años antes del cese de las hostilidades, Proust abandona la editorial y se vincula a La Nouvelle Revue Francaise, donde encontró el espacio para publicar el resto de las seis partes que conforman esta obra maestra de las letras universales.

Lo Nuevo