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- 20/11/2025 00:00
No importó el tráfico ni la lluvia. Mucho menos el ambiente que se vivía en las horas previas al partido de fútbol en el que Panamá finalmente logró clasificar por segunda vez a la Copa del Mundo. El salón del Hotel Courtyard Marriott de Multiplaza – habilitado para recibir al escritor cubano Leonardo Padura – estaba repleto de lectores fieles de la obra del creador de aquel emblemático detective llamado Mario Conde.
Un personaje con el que guiaba a los lectores por los callejones de la realidad social de su país, azotado últimamente por los efectos de la pandemia, los apagones eléctricos, el agotamiento del modelo económico y, más recientemente, por los estragos que dejó el huracán Melissa.
Con la premisa de contar la realidad que observa a su alrededor, Padura publica su más reciente novela ‘Morir en la arena’, en la que transita por la vejez, la soledad y la pobreza bajo la que viven los que, como él, forman parte de aquella generación que vivió la mayor parte de su existencia bajo la Revolución cubana.
En este sentido, el escritor busca ser un cronista de la vida cubana contemporánea al tiempo que busca con su último libro realizar un tributo a esa generación que vive en carne propia la crisis más compleja por la que pasa la isla.
Complacido por estar una vez más en Panamá después de presentar en el año pasado su libro ‘Ir a La Habana’ (2024), Padura aseguró a la periodista Amalia Aguilar – moderadora del conversatorio – que ‘Morir en la arena’ es una novela que se centra en la realidad que se vive dentro de Cuba. Al contrario de su libro ‘Como polvo en el viento’ (2020), que se centra en la realidad de la diáspora cubana en el exilio.
Padura describió a continuación la dura realidad bajo la que vive el jubilado cubano, que se enfrenta a una peor situación que cuando se encontraba activo laboralmente durante 30 o 40 años. Si bien la pensión de jubilación en Cuba ronda los 2,500 pesos cubanos ($104 dólares), un paquete de 30 huevos cuesta 3,000 pesos ($125).
“Ellos se convierten, de acuerdo a los términos oficiales, en personas vulnerables. Es decir, se vuelven pobres (...) Imagínense ustedes cómo puede vivir un jubilado que no tiene dinero ni siquiera para comer un huevo al día”, resaltó el autor.
El escritor bien conoce esta realidad ya que vive adentro de la isla y observa cómo sus amigos y compañeros de estudios pasan por las penurias que él describe en su última historia, que toma como base narrativa un parricidio real ocurrido en Cuba.
“Yo quería escribir esta novela porque hay gente cercana a mí que vive esa realidad así como la generación a la que pertenecen mi madre, que tiene 97 años, y mi suegra, de 88, que viven en estas condiciones. Afortunadamente, gracias a mi trabajo y al de mi mujer, ellas dos no padecen esta situación pero es algo que está extendido y que permanece a lo largo de varios años”, ejemplificó el ganador del Premio Princesa de Asturias de las Letras 2025 ante los presentes.
La redención, el destino, el azar y la premeditación son algunos de los elementos bajo las que se basa la historia narrada por el escritor Fumero, quien es uno de los personajes principales de ‘Morir en la arena’.
Si bien la novela busca narrar a aquella generación que vivió en revolución, el libro también aborda la historia de la generación joven cubana, que se niega a vivir resignada bajo esa realidad de pobreza y violencia. Un fenómeno que el autor describe como una anomalía en la que “los hijos se vuelven padres de sus padres porque son los que los tienen que mantener”.
“Prácticamente todos los que conozco tienen uno, dos o tres hijos que se encuentran fuera de Cuba, y esos mismos jóvenes son los que envían dinero, medicamentos y alimentos a sus padres, quienes mantienen una vida cotidiana muy dura dentro del país”, dijo Padura.
Un millón 200 mil personas abandonaron Cuba en tres años desde el fin de la pandemia, cuando se reabrieron los vuelos en la isla. “Sitúense en un país donde el 10% de la población se va, y se van aquellos los que pueden, no los que quieren irse”, agregó.
Ante las dificultades actuales que suponen las restricciones migratorias impuestas por el presidente estadounidense Donald Trump, la diáspora cubana encuentra su nuevo hogar en Brasil, donde les es más fácil encontrar un empleo.
El escritor puso en valor la disciplina que debería tener todo escritor en la elaboración de su obra, al relatar que logró terminar el libro en una residencia para escritores en la comuna francesa de Saint Nazaire.
“Esta es la mejor ciudad para escribir porque lo cierto es que allá no hay nada que hacer, y es muy aburrido”, dijo el autor entre risas. A esto se añade un problema de ciática que le fue diagnosticado poco después, al notar que no podía aguantar los largos trayectos a pie. Una circunstancia que lo obligó aún más a sentarse a escribir por el mes en el que se quedó en Francia.
Uno de los recursos estilísticos bajo los que Padura se vale es el de dejar elementos abiertos para que el lector se haga una idea de lo que el narrador está contando, abriendo paso a la ambigüedad.
“No siempre hay que revelarlo todo, porque en la vida hay cosas que quedan a oscuras, tal como lo evidencia ‘El sueño eterno’ de Raymond Chandler. Yo juego con esto en ‘Con polvo en el viento’, con un personaje que cae al vacío. Nunca se deja claro que si se quitó la vida o es que alguien lo empujó. Esta es la oscuridad dramática a la que me refiero”, aseguró.
Es en este punto que rememora una anécdota en la que en un convivio de escritores en el que Mario Vargas Llosa era considerado como un ‘manipulador literario’. Al principio, Padura no asimiló la naturaleza del comentario. Sin embargo, se dio cuenta de que este es un recurso estilístico adicional para crear historias que atrapen al lector.
“Los escritores tenemos que manipular a los lectores. El silencio dramático es una forma de invitarlos a que completen esa obra con su imaginación, además de que sigan pegados a la obra”, afirmó.
Un recurso que utilizó, por ejemplo, en una de sus obras insignia, ‘El hombre que amaba a los perros’ (2011), que narra desde una visión particular el asesinato en 1940 del dirigente soviético Leon Trotsky durante su exilio en México, a manos del espía catalán Ramón Mercader, quien colaboraba con la KGB del dictador Iósif Stalin.
Otro de los aspectos fundamentales para realizar una buena historia es la libertad creativa sin ningún tipo de censura ni cortapisas. Algo de lo que Padura agradece a su editorial Tusquets Editores – basada en Barcelona (España) – a la que considera como ‘una ventana de libertad’.
Ante la pregunta recurrente del por qué decide mantenerse en Cuba, responde lo ilógico que sería que un escritor que pertenece a una cultura, viva lejos de ella.
“Lo normal es que participe de ella. Yo necesito mucho estar en la circunstancia cubana desde el contexto verbal y lingüístico además de ver cómo piensan y viven las personas porque ‘Morir en la arena’ aborda precisamente esa realidad. Estoy consciente que algún día cerraré las puertas de mi cultura, de mi país, de mi ciudad La Habana. No sé si eso pasará pronto pero trato de estar ahí, de impregnarme de esa realidad”, concluyó el autor, quien prefiere la memoria antes que el olvido.