• 17/11/2019 00:00

Neruda el perequero

Hoy es tiempo de recuerdos. Recuerdo, por ejemplo, un congreso de escritores que se celebró en la Costa Azul de Caracas, Pablo Neruda dijo el discurso de apertura.

Hoy es tiempo de recuerdos. Recuerdo, por ejemplo, un congreso de escritores que se celebró en la Costa Azul de Caracas, Pablo Neruda dijo el discurso de apertura. No olvido la primera frase de su discurso: “Hablar frente a escritores es hablar frente a un espejo”. Luego se refirió a los odios, envidas, rencores y maledicencias entre los oficiantes de la literatura, incluyéndose.

“Veni vidi vici”, vino, dio su discurso de diez minutos y por allí mismo salió sin mirar atrás, como si temiera convertirse en estatua de sal, ni siquiera esperó los poquísimos aplausos que le tributaron por cortesía. Literalmente se fue para… allá mismo, donde acabas de pensar. Pero lo mejor o peor fue que su ausencia no se notó, a nadie le hizo falta.

En una ocasión Neruda señaló irónicamente que había dos poetas apellidados Guillén, uno “el bueno”, Jorge, otro el malo, refiriéndose el cubano Nicolás. “Malo” es el peor insulto que se le pueda endilgar a un poeta.

La respuesta del cubano Nicolás Guillén no se hizo esperar. De la autobiografía del chileno dijo que en vez “Confieso que he vivido” debió titularla “Confieso que he bebido”. No sé hasta qué punto sea ofensivo llamarle “alcohólico” a un poeta.

Los españoles del Siglo de Oro dejaron una estela de textos, con apego al instinto territorialista, común a todos los seres vivos, enriquecieron con toques de humor salsero a la lengua española. Lope de Vega hizo lo suyo. Miguel de Cervantes y Cortinas [Saavedra es un apellido adoptado], ni se diga.

Pero de las polémicas más conocidas de aquella época fueron las protagonizadas  por Luis de Argote y Góngora, mejor conocido por Góngora, y Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos,  conocido simplemente como Quevedo. Ambos se liaron a “sonetazos” en las tascas madrileñas.

El soneto “A una nariz” dedicado por Quevedo al narizón de Góngora ha deleitado a millones de lectores de cuatro siglos, a no menos de veinte generaciones de todos los continentes. Quién no recuerda:

Érase un hombre a una nariz pegado, 

érase una nariz superlativa, 

érase una nariz sayón y escriba,

érase un peje espada muy barbado…   

…érase un elefante boca arriba…

…era Ovidio Nasón más narizado… 

…las doce Tribus de narices era”.

Un poco más acá, en la primera mitad del siglo pasado, memorables fueron las polémicas entre poetas chilenos. Me refiero a las que protagonizaron Pablo de Roka, un poeta excepcional, a quien la sombra y el mercadeo de Neruda opacaron. Desgraciadamente.

Lo insultos empezaron cuando Volodia Teitelbon, un escritor y político, a los que se sumaron de Rokha y Vicente Huidobro [curiosamente los cuatro comunistas] acusaron a Neruda de plagiar a Rabindranath Tagore. Doy ejemplos que sustentan esta acusación. Compare:

El siguiente es un fragmento del “Poema 30 del libro” “El Jardinero”, de Rabindranath Tagore”

Tú eres la nube crepuscular del cielo de mis fantasías.

Tu color y tu forma son los del anhelo de mi amor.

Eres mía, eres mía, y vives en mis sueños infinitos…

El siguiente es el “Poema 16”  del libro “20 Poemas de amor y una canción desesperada” de Pablo Neruda

En mi cielo al crepúsculo eres como una nube

y tu color y forma son como yo los quiero.

Eres mía, eres mía, mujer de labios dulces,

y viven en tu vida mis infinitos sueños…

Las coincidencias son innegables. Pero más tarde Neruda aclaró que se trataba de una paráfrasis, lo cual tiene sentido porque era un poeta joven, que apenas tendría 20 o menos años. Huidobro, mismo de la “Teoría creacionista”, [aquel de “Poetas no cantéis la rosa, hacedla crecer en el poema”] y Pablo de Rokha [aquel de “Yo tengo la palabra agusanada y el corazón lleno de cipreses”] ya eran cuarentones. Y ya saben el refrán: “el que se acuesta con niños…”.

Huidobro dijo que Neruda era un poeta plumífero bobalicón. Rokha lo calificó de poeta de “fermentos y estercoleros de la literatura”.

Por supuesto, Neruda le cayó con todo a Vicente Huidobro. Para más fregar, tuteándolo:

“Yo te he dicho, Vicente Huidobro que tu arte parece un PASTICHE, es decir, un producto de farmacia, elaborado según las últimas fórmulas de los cenáculos de París del año 10 al año 30”

Por otro lado, Pablo de Roka ripostó a Neruda con un poema largo que, entre otros “Tercetos dantescos a Casiano Basualto, [dedicado a Pablo Neruda] dice:

“Gallipavo senil y cogotero

de una poesía sucia, de macacos,

tienes la panza hinchada de dinero.

Defeca en el portal de los maracos… /…

“Hediondo” baboso”, “andrajo de opereta”, “Pajarón flautista”, “masoquista”, “tiburón de cloaca”, carroña oportunista”.

Una de las respuestas del poeta que recién abandonaba la adolescencia no se hizo esperar:

“CABRONES/ hijos de puta. / Hoy ni mañana/ ni jamás acabaréis conmigo. / Tengo lleno de pétalos los testículos, / tengo lleno de pájaros el pelo, / … Tierra, tierra y tierra, / Gusanos, / Para vosotros Falsos / caudillos interrumpidos de envidia… /Os meo”.

Ese fue el inicio de una enemistad sin vuelta al principio. Al hablar en el Congreso de Caracas, en presencia de más de un centenar de convocados, al referirse a los bajos instintos de los escritores, Neruda sabía de lo que hablaba, y lo sabía por propia experiencia.

Escritor y poeta
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