La interconexión eléctrica entre Panamá y Colombia es una prioridad bilateral, y la oposición de las autoridades comarcales no frenará el proyecto.
- 13/04/2021 00:00
Una amplia sonrisa se dibujó en el rostro de Miguel Meca alias «El Viejo», un desertor del Regimiento Fijo de Lima, cuando vio alejarse en su caballo saíno al bandolero más buscado de la costa norte del Perú que lograba fugar por tercera vez, en febrero de 1816, del cerco que le tendían las autoridades virreinales de la ciudad de Piura. «El Viejo» y Manuel Antonio Sánchez, teniente de la segunda compañía del Escuadrón de Querecotillo, más tarde serian ajusticiados por develar el plan de captura.
Don Luis Farfán de los Godos, representante del virrey Abascal, no se dio por vencido. Farfán, desde 1786, venía movilizando a dueños de la tierra y a los grandes comerciantes de la región para acumular un capital monetario que le permitiera refaccionar no solo la Real Cárcel que estaba cayéndose y que había facilitado la fuga nocturna de muchos presos sino mantener también una escuadra permanente de gendarmes a caballo para combatir a bandidos y abigeos. En 1814 esta tarea represiva será encargada al dueño del latifundio de Tangarará y Morropón, Francisco Xavier Fernández de Paredes, quien fue primero marqués de Salinas y, luego, alcanzada la independencia nacional, coronel del Ejército del Perú republicano (Espinoza, 2019).
El bandolero famoso combatido por Farfán no fue otro que José Gallo Sapata alias «Palomo» -un labrador empobrecido y despojado de sus tierras- que tuvo en jaque a gendarmes y jueces durante más de una década ya que contaba con las simpatías de algunos pobladores. En este duelo permanente de astucia y audacia, Palomo fue perdiendo a varios cómplices como a su lugarteniente Gregorio alias «Siete Cintas» -abatido de un balazo en 1816- llamado así por su habilidad para marcar a sus víctimas con la navaja, a José Izquierdo alias «El Negro», a José Vargas alias «El Manco», a Jacinto Tomasongo y a José María Vásquez alias “Chapeta”, luego de un atrevido y exitoso asalto a un convoy de soldados que transportaba oro de la Casa de la Moneda que lo convertirá en un personaje de leyenda (Archivo Regional de Piura-ARP. Año 1815. Intendencia, Legajo 68, Expediente 1406. Cuaderno Primero de los Autos Criminales).
Finalmente, la delación de Dolores Campos, la joven amante de Palomo celosa de los amores de éste con María Andrea Regalado, permitió dar con su paradero. Palomo fue capturado en 1818 por un destacamento de los «Dragones de Amotape» luego de recibir dos pistoletazos –en las costillas y en la ingle- siendo inmediatamente transportado a la Real Cárcel de Lima de donde fugaría después.
Con las luchas por la independencia las denominaciones de bandolerismo y bandidaje se modifican rápidamente y surge la categoría de guerrillas rurales (Fradkin, 2005), Palomo y su banda optan por las fuerzas patriotas a las que declaran adscribirse en enero de 1821 y se organizan como una unidad de caballería civil. Después del triunfo de Bolívar en Ayacucho (1824), Palomo y su gente se mudan hacia la sierra de Loja y Cuenca para trabajar en el transporte de la cascarilla y los textiles, con ello sus días de bandidos quedaron atrás.
Los hechos de 1816 acontecieron solo cinco años antes que el Perú cambiase de régimen político y mientras se gestaban acciones independentistas como la de Mateo Pumacahua o la de los hermanos Aguilar en el sur del virreinato. Por ello, el bandolerismo atrajo la atención del científico-social Hobsbawm quien escribió una trilogía marcada por el materialismo histórico «Rebeldes primitivos: Estudio sobre las formas arcaicas de los movimientos sociales en los siglos XIX y XX» (1959), «Bandidos» (1969) y «Revolucionarios» (1973). Señalan los investigadores Salinas (2016) y Espinoza (2019) que Hobsbawm buscó establecer una separación entre los criminales y los bandidos –acuñó el término «bandolerismo social» asociándolo a la figura de un rebelde identificado con los grupos sociales marginales- aunque sin éxito porque careció de una base documental empírica e histórica (Blok, 1972; Ferreas, 2003). El contenido sociológico del bandolerismo se ve modificado a partir del 2015 cuando se abandona la noción de Hobsbawm –que había ejercido una fuerte influencia académica durante los años setenta del siglo pasado en el Perú- y se usa una nueva categoría “[las] formas cotidianas de resistencia campesina» (Escobar, 2017; Renk, 2017; Espinoza, 2019) para explicar bajo una nueva óptica lo que la literatura costumbrista latinoamericana del s. XIX había rodeado con un halo de romanticismo, abriéndose así nuevos campos de investigación.