El papel de la cultura en la evolución ciudadana

  • 30/01/2017 01:00
¿Puede una narco-ciudad transformarse en la menos corrupta de su país?

Antes las bibliotecas en Medellín eran aburridas. Eran lugares poco frecuentados por la ciudadanía, en los que reposaban libros tediosos, ajenos a la realidad que vivían.

Así fue hasta que se creó la Sala Mi Barrio, un museo dentro de la biblioteca sobre la historia de la misma comunidad: la migración del campo a la ciudad y la mezcla de costumbres. Luego, se destinó otro sitio dentro de la biblioteca para conciertos. Se creó un espacio adicional para que los ancianos vayan a leer el periódico. Otra, para programar cinearte. E incluso se abrió una sala de computadoras en la que los muchachos podían ir, unos, a jugar en línea y, otros, a hacer el trabajo sobre biología molecular o cualquier tema.

Los habitantes de esa ciudad, que había sido golpeada por la tragedia del narcotráfico uno años antes, ahora se reunía fraternalmente en la biblioteca. ‘El símil con ese lugar es ‘la casa de la abuela', donde todos nos encontramos y somos una familia. Ese concepto es un proceso cultural, y es lo que hace que sea muy poderoso', describe a este diario Luis Miguel Úsuga, por aquel entonces secretario de Cultura Ciudadana de Medellín.

Los números respaldan esta transformación ciudadana a través de la cultura.

‘Cuando empezamos ese proyecto de los parques bibliotecas, habíamos calculamos tener 10 millones de usuarios en cuatro años. Pero al segundo año ya habíamos alcanzado esa cifra. En cuatro años, habían 22 millones de usuarios', recuerda Úsuga, en entrevista con La Estrella de Panamá .

Había hasta conflictos debido a la alta demanda que había en las bibliotecas, según el ex secretario de Cultura Ciudadana.

Surge entonces la duda: ¿Por qué funcionó este proyecto?

‘Los parques bibliotecas funcionaron, primero, porque eran como la casa de la abuela. Pero también porque se les preguntó a todos los ciudadanos qué era lo que querían. Así que todos están representados ahí', añade Úsuga, quien destaca haber sido ‘primero comunidad, antes que funcionario'.

JURADO

INICIATIVAS CULTURALES DE LOS ‘500 AÑOS DE LA CIUDAD DE PANAMÁ'

Luis Miguel Úsuga fue invitado por el Programa de las Naciones Unidas (PNUD) para evaluar estas propuestas. ‘La mayoría no son proyectos exclusivos para esta convocatoria, sino que llevan tiempo desarrollándose', dijo el ex funcionario, sobre los trabajos que ha evaluado hasta el momento.

Solo basta mirar a la Sala del Barrio. Había fotografías sobre cómo se hacía el sancocho, las iglesias, las costumbres de varias personas que eran del campo y migraron a la ciudad para construir espontáneamente una nueva cultura.

‘En una exposición de fotografías de barrio se ve, esencialmente, lo que está pasando en el barrio. Ahí no importa la calidad sino las posibilidades que tiene de expresión, de cohesión, de que la gente se identifique. Si eso lo ven los políticos, la empresa privada y los medios de comunicación, entonces se crea un proceso cultural', afirma Úsuga, cuya profesión es la administración de empresas y quien posee un posgrado en Gestión de Ciudades y Emprendimientos Creativos, por la Universidad de Córdoba.

UNA LEY URGENTE

Así como el proyecto cultural de las bibliotecas, existen varios ejemplos en los que la cultura ha transformado el rostro de una ciudad.

Todos tienen un elemento en común: los empresarios, las organizaciones civiles, el gobierno y la academia trabajan en conjunto con la comunidad. La voz de esta última es vital. ‘(Incluso) el niño tiene algo que decir y hay que sentarlo con los expertos para decidir cómo se va a levantar un centro cultural', añade Úsuga en diálogo con este diario.

Este esfuerzo en conjunto es el mismo que debe haber en una ley de cultura.

En Panamá no existe. En Colombia se creó en 1991, tras la reforma constitucional durante la época dura del narcotráfico.

‘Lo poderoso de esa ley es que fue construida con la participación de todo el mundo', advierte el ex secretario de Cultura Ciudadana de Medellín.

En cada ciudad, se reunieron los actores de todas las ramas artísticas. Los que obtuvieron mayores beneficios fue la gente de teatro, recuerda Úsuga. ¿Por qué? Porque eran los que estaban mejor organizados en ese momento. Una iniciativa que podría replicarse en el Istmo.

‘La ley funciona en la medida que tenga, por un lado, presencia del sector artístico. Por otro lado, las universidades deben pensar su plan de estudio de arte, cultura y desarrollo social en función de la ley. Igual los empresarios en la dimensión económica. Sino, en el cambio de gobierno, eso se va a caer. La ley puede estar, pero si no es parte del guión de todo el mundo, no va a funcionar', explica el ex funcionario, quien vio cambiar el rostro de Medellín a través de la incidencia de la cultura y es hoy la ciudad con menos índice de corrupción en su país.

En la actualidad, continúa Úsuga, el presidente colombiano Juan Manuel Santos invierte poco presupuesto en cultura. Sin embargo, la existencia de la ley crea un marco para la gestión de recursos en cada ciudad.

‘A pesar de que la nación no pone dinero, el hecho de tener una ley general ha permitido que el desarrollo de la cultura sea sostenible en todo el territorio colombiano desde hace más de 20 años', concluye el ex secretario de Cultura Ciudadana.

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